Bryan
No me imaginé que el primer día fuera a sentirse así.
Uno pensaría que después de haber pasado por cuatro escuelas distintas, algo en mí ya sabría cómo adaptarse. Que ya tendría un guion listo para responder preguntas, para fingir una sonrisa, para no parecer un completo extraño.
Pero nunca funciona igual, no importa cuántas veces lo viva, siempre me siento fuera de lugar.
Esta vez es peor.
En cuanto salí del aula, sentí esas miradas. Ya se estaban tardando.
Primero fueron dos, luego cinco. Para cuando llegué al casillero que me asignaron, parecía que todos ya sabían que estaba aquí. Como si todos estuvieran diciendo "Él está aquí, lo viste, ¿no?"
Pero no es a mí a quien reconocen. Es a él.
Es por eso que vine con el cabello un poco más largo, sin arreglar. La ropa lo menos parecida posible a la suya. Traté de cambiar lo suficiente para no parecerme tanto… pero aun así, sé que la gente nota los mismos ojos, la misma forma de la mandíbula.
El mismo apellido.
Algunos hasta fingen no saber, como si esperaran que yo mismo lo diga.
"¿Eres el hermano de Kian Harristein?"
Y no, aún no me lo han preguntado directamente pero puedo verlo en la forma en que se acercan, en las miradas que duran demasiado, en cómo algunas chicas caminan más lento cuando paso.
Tal vez solo esperan el momento correcto, una excusa para entablar conversación y preguntar lo qué quieren saber.
Pero yo no vine a ser él, no me interesa. Ni siquiera quiero ser el hermano de Kian Harris.
Camino por el pasillo, la siguiente clase está en otro edificio, pero prefiero dar vueltas antes de llegar.
Respiro hondo. El aire aquí huele diferente, en la otra ciudad siempre olía a gasolina por todos los autos que iban y venían sin importar la hora.
Lo que sí me incomoda es la forma en que me miran. Como si supieran algo que yo no, como si llevara escrita una historia en la frente que nunca decidí contar.
En cierto modo, entiendo a la chica de antes… Scarlett.
Su nombre no fue difícil de recordar ya que lo usaron varias veces para soltar algunas bromas y comentarios que no entiendo completamente.
Pero ella fue la única que no me miró como si esperara algo de mí. Ni siquiera creo que estaba preguntándose lo que se preguntan los demás, ella solo estaba curiosa o algo así me parecía.
Cuando me senté a su lado, me di cuenta de inmediato que algo estaba mal. Lo noté por como la miraban a ella y por como reaccionaban al darse cuenta que había alguien a su lado.
No sé quién es ella y no sé porque actúan así, parece normal como todos aquí. No me levanté como esa chica sugirió y no me moví lejos, no había motivo para hacerlo.
Porque ella, incluso sin hablarme, parecía entender algo que los demás no.
Sus ojos no tenían miedo, tampoco interés en nada. Solo estaban cansados.
Cuando el profesor le pidió leer, yo escuché esa voz y algo en ella me hizo prestarle atención. Era una voz débil y que temblaba de una manera muy sutil, casi oxidada.
Cuando terminé la clase y dije que no había sido tan grave sentarme ahí, no lo dije por cortesía. Lo dije porque me sorprendió, pensé que sería más incómodo. Pensé que tal vez entendería por qué nadie quiere estar cerca de ella.
Pero no lo hice.
Y me molestó que algo en mí hubiera estado dispuesto a creerlo.
— ¡Bryan! —una voz me saca de mis pensamientos, justo antes de que llegue a las gradas del patio trasero. Me detengo. Es una de las gemelas. La que estaba sentada al frente en la clase. Melissa, creo.
Gira hacia mí como si estuviéramos a punto de ser amigos. A su lado está su hermana, Lidia. Hablan casi al mismo tiempo, completándose las frases, como si eso las hiciera más interesantes y lo practicaran.
—Sabíamos que te parecías a alguien —dice una, sonriendo ampliamente.
Son gemelas pero tienen algunos rasgos distintos. Melissa tiene un lunar cerca de la nariz, Lidia tiene flequillo y usa gafos. Además, la forma de sus rostros no es igual.
—Pero no queríamos sonar intensas —agrega la otra, riéndose por lo bajo.
Ambas sonríen como si eso bastara para que me relaje.
— ¿Eres el hermano de Kian? —pregunta Lidia finalmente, fingiendo que es solo una pregunta más que le haces a alguien nuevo.
Ni siquiera tiene que especificar quien es “Kian”
Todos lo conocen.
Respiro profundo. No quiero mentir pero tampoco quiero darle más espacio a esa parte de mi vida aquí. —Sí —respondo sin añadir nada más.
Ambas se miran, emocionadas. — ¡Lo sabíamos! —Melissa parece casi orgullosa de haberlo adivinado.
No es tan difícil, Kian y yo no somos gemelos como ellas pero somos muy parecidos, solo nos dividen unos años.
— ¿Y por qué no lo dijiste antes? —insiste la otra.
—No pensé que fuera importante —respondo con un tono que intento mantener neutral.
Hay una pausa, suficiente para que la incomodidad empiece a crecer, pero ellas no parecen notarlo.
—Nosotras somos fans —dice Melissa. —Bueno, éramos. Ya sabes, cuando él estaba más activo. Antes de que se volviera... medio raro.
La forma en que lo dicen me da náuseas. Como si hablaran de una marca, de un producto que ya no les sirve. No saben nada.
— ¿Y tú también cantas? —pregunta Lidia.
—No —respondo rápido. Y agrego, más despacio: —No soy como él.
Ellas asienten pero no me creen. Puedo verlo. Para ellas soy solo una extensión del hermano famoso. Tal vez creen que soy la versión alternativa, la secuela, lo que les faltaba por probar.
—Bueno, si necesitas algo, cualquier cosa... —Melissa deja la frase en el aire, esperando que yo la complete.
No lo hago.
—Gracias —respondo y sigo caminando.
Cuando finalmente las dejo atrás, siento un pequeño alivio. Aunque sé que no será la última vez. Al contrario, apenas empieza.
Entro al siguiente salón con cinco minutos de anticipación.