Dime La Verdad

11

BRYAN

Hoy tenemos un periodo libre y el salón de clases está ocupado por todos los demás hablando o riendo, con música o viendo algún video en el teléfono. Todos hacen ruido, menos ella y yo.

Estaba ocupado leyendo un artículo sobre un misterio sin resolver en internet cuando veo que alguien coloca la mano en mi escritorio. Levanto la mirada, son tres chicos viéndome.

Levanto la ceja esperando a que hablen.

— ¿Cuándo viene tu hermano a firmar autógrafos? —pregunta uno en tono de burla.

No contesto. Estoy acostumbrado a ese tipo de comentarios, tanto de fanáticos o gente que no le gusta mi hermano. Creen que decirme algo a mí, lo va a afectar pero la realidad es que no lo conocen y menos a mí.

—Oye, tengo una pregunta —uno de los chicos habla—. Si él es famoso y millonario, ¿Por qué estás aquí?

Mi hermano no es millonario. —Quien sabe —contesto.

Entorna los ojos. — ¿Cómo se siente ser el hermano de un famoso? ¿Tú también tienes mucho dinero?

Varias chicas están amontonadas en la esquina. Miriam, con su cabello perfectamente alisado, me lanza una sonrisa y camina acercándose. —Bryan, vamos a la biblioteca, ¿vienes? —me pregunta.

Y aunque parece casual, hay algo en su tono que lo vuelve un poco obligatorio. Como si ella ya supiera la respuesta. Otras se suman.

—Sí, justo hablábamos de ti —dice otra, cuyo nombre todavía no recuerdo.

Miro hacia un lado, Scarlett está ahí como siempre. Sentada en su escritorio, con la espalda recta y los ojos fijos en su cuaderno. A veces creo que no está escribiendo nada, solo se enfoca con tal intensidad para que nadie intente hablarle.

Funciona la mayoría del tiempo.

— ¿Por qué? —le digo sin pensar, levantándome de golpe.

Miriam parpadea, confundida.

— ¿Qué?

—Nada —suelto.

Volteo a un lado y solo camino dos pasos hacia su escritorio mientras siento que los ojos de todos me siguen. Ella me nota y sube la mirada, frunce el ceño.

— ¿Quieres salir de aquí? —le pregunto.

No responde enseguida. Observa mis ojos como si buscara alguna trampa escondida y finalmente asiente.

Salimos sin decir nada más. Las voces detrás de nosotros bajan de volumen, pero no del todo, sé que están hablando pero no importa.

No me importa.

En el pasillo, la escuela parece distinta, más tranquila. Caminamos lado a lado, sin rumbo definido. — ¿A dónde vamos? —pregunta Scarlett.

—No sé, solo quería salir de ahí —admito.

Ella suelta una risa suave. —Eres raro, Bryan.

Me encojo de hombros. —No me digas, creo que tú también lo eres.

Ella sonríe y yo me siento más relajado. Scarlett es distinta y por eso me gusta estar con ella pero no es por algo romántico. Honestamente, no me gusta de esa manera. No la veo y siento estúpidas mariposas o quiero besarla, para nada, pero eso no significa que ella esté comenzando a importarme.

Nunca he sido del tipo que se enamora y no ha sucedido. No sé porque y no importa porque después de mi racha de perder y no ser escogido, prefiero eso.

—Creo que odian que estés aquí conmigo —susurro.

Le doy una mirada y pienso en todo lo que he visto que pasa alrededor de ella y las cosas que dicen. —Pues ese no es tu problema. Si le gustas a las personas o te odian, eso no tiene nada que ver contigo.

—Fácil de decirlo —susurro.

Rasco mi nuca. —No es fácil pero es la verdad. Además, las palabras se quedan en el aire si no te apropias de ellas, ¿sabes? Si alguien hoy te dice que eres una basura sin futuro, puedes dejar que se disuelvan o puedes clavarlas a tu corazón y creértelo por el resto de tu vida.

Ella me mira y asiente. —Gracias.

Me encojo de hombros.

Terminamos en la parte trasera de la escuela, donde hay unas gradas vacías frente al gimnasio. A veces algunos se escapan aquí para fumar o besarse a escondidas, lo he visto dos veces pero por suerte hoy está vacío.

Nos sentamos.

— ¿Por qué me hablaste hoy? —pregunta, mirando al frente.

—No me gusta cuando la gente actúa como si pudiera decidir quién vale la pena y quién no.

—Eso no responde mi pregunta.

— ¿Y tú porque me hablas? —cruzo los brazos.

Mueve su cabello detrás de la oreja. —No lo sé, ¿Por qué eres el único que me habla y no me insulta?

Mantenemos el silencio durante unos segundos.

Ella me mira de reojo. — ¿Qué?

—Nada. Olvídalo.

Entorno los ojos. —Dime, no importa.

Toma una respiración. —No, es solo que, eso que dijo Mariano me hizo preguntarme lo mismo.

No estoy seguro quien es Mariano pero asumo que uno de esos chicos. — ¿Cuál parte?

Me señala. —Tu hermano es famoso y tu estas aquí.

Bajo la mirada, eso es algo de lo que no quiero hablar ahora. —Ah, bueno, es su vida y esta es la mía.

Scarlett asiente sin insistir más. — ¿Cómo está Rebelde?

Respiro de nuevo, hablar del gato es territorio seguro. —Está bien, a mi tío le gustó. Le han gustado siempre lo gatos y está bien con que me lo quede.

Sonríe. —Genial.

Miro al rente, el cielo está más azul que de costumbre. —Si quieres puedes ir a visitarlo un día.

Escucho una pequeña risa. —Sí, podría hacerlo.

Y luego, sin pensarlo, digo: —Me recuerdan a alguien, a mi hermana menor le gustaban los gatos.

— ¿A tu hermana? —pregunta

—Sí —digo, bajando la voz.

Me gustaría decir más. Me gustaría poder decir que la extraño, o que pienso en ella todos los días o que hay una parte de mí que todavía no ha perdonado al niño que fui.

Pero no puedo.

Scarlett no dice nada más y eso lo agradezco. Ella es la única persona que no se esfuerza por hacerme hablar. La única que no gira alrededor de lo que no digo.

— ¿Te arrepientes de haberte sentado a mi lado el primer día? —pregunta Scarlett sin mirarme.

—No —respondo, recordando que es algo que me cuestiona mucho, es casi como si esperara que la próxima vez que me lo pregunte diga que sí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.