SCARLETT
La calle está llena de autos estacionados a ambos lados y desde media cuadra antes ya puedo escuchar la música.
El bajo golpea como un latido irregular, mezclado con risas y voces que se pierden en la noche Lola vive en una de esas casas amplias, con un jardín delantero apenas iluminado por lámparas naranjas y figuras de cartón recortadas: brujas, calabazas, un esqueleto que cuelga torcido de un árbol. En la puerta principal, dos arañas de plástico cuelgan sobre una telaraña falsa que se extiende por el marco.
Bryan camina a mi lado y aunque no estamos tomados de la mano ni nada por el estilo, su cercanía me hace sentir observada por los demás.
Él parece tranquilo como si entrar aquí no fuera gran cosa. Yo en cambio, tengo el estómago encogido y no solo por la idea de que todos nos miren. Nunca vengo a estas cosas porque nunca me invitan y sé que el plan no era que yo viniera con Bryan.
En la entrada dos chicas disfrazadas de vampiras nos detienen. Una de ellas, la que lleva un corsé rojo brillante, abre los ojos al verlo. —Bryan, ¡Viniste!
—Hola —responde él, sin detenerse. Su mirada se dirige a la sala detrás de ellas.
Yo apenas alcanzo a darles una sonrisa educada antes de seguirlo. Siento la forma en que me miran, como si intentaran descifrar qué hago aquí.
Adentro, el calor me envuelve de golpe. La sala está llena de gente, luces de colores parpadean desde una esquina, hay un olor fuerte a mezcla de perfumes y un grupo de chicos juega beer pong en la mesa del comedor. La música suena tan fuerte que las paredes parecen vibrar.
Apenas entramos noto la reacción. Es como si la conversación de algunas personas se cortara un segundo, lo suficiente para que me dé cuenta de que nos están mirando.
Varias chicas sonríen cuando ven a Bryan, pero sus sonrisas se congelan apenas me ven a mí. Otras directamente fruncen el ceño.
— ¿Quieres algo de beber? —me pregunta Bryan, inclinándose un poco para que pueda escucharlo sobre la música.
Realmente no tenía sed, pero ahora siento la garganta seca. —Agua —respondo y él asiente antes de desaparecer hacia la cocina.
Me quedo junto a una pared, observando los disfraces: brujas, superhéroes, un par de esqueletos y al menos tres chicas con orejas de gato. Siento las miradas sobre mí como agujas y por un momento me pregunto por qué no le insistí más a Bryan para que no me hiciera venir con él.
En parte, necesitaba que él sí estuviera aquí. Un grupo de chicas me dijeron que tenía que obligar a Bryan a llegar a la fiesta o si no…
O sino, nada. Pero no tenían que decirlo, puedo imaginar qué tipo de cosas quería hacerme. Así que, aquí estoy, con ropa negra al igual que Bryan. No sé por qué compró algo que era una capa porque no la usó, solo se vistió de negro y se hizo unas marcas debajo de los ojos.
— ¿Scarlett? —Una voz femenina interrumpe mis pensamientos.
Giro y veo a una chica con alas negras de ángel. Su sonrisa no es del todo amable. — ¿Sí?
Parece ser de otro grado o de otra clase, no estoy segura si la he visto antes. — ¿Así que tú eres la amiga de Bryan?
Llevo las manos a mi estómago. —Supongo.
—Oh —Su mirada viaja de arriba abajo, evaluándome—. No te imaginaba así.
No sé qué significa “así” y prefiero no preguntar. Ella sonríe un poco más y luego se aleja.
Bryan regresa con dos vasos, me pasa uno y se queda a mi lado. —Gracias.
—De nada —dice y por un instante su atención parece enfocarse en mí, como si notara algo—. ¿Todo bien?
—Sí —miento porque no tengo ganas de explicarle que me siento como un error en medio de esta fiesta perfecta para todos menos para mí.
No tardan en llegar las primeras “interrupciones”.
Una chica vestida de sirena se acerca y empieza a hablar con Bryan como si yo no estuviera allí. Le pregunta sobre su disfraz, sobre si conoce a no sé quién, sobre si va a quedarse mucho tiempo.
Él responde con monosílabos pero no se aleja. Otra chica se suma, riéndose demasiado fuerte por algo que él dice. Me doy cuenta de que sus cuerpos están intentando colocarse entre él y yo.
—Voy al baño —murmuro, buscando un poco de aire.
—Te espero aquí —responde Bryan.
El pasillo está menos lleno pero igual me cruzo con un par de personas que me miran y sonríen.
Cuando vuelvo Bryan está exactamente donde lo dejé pero ahora hay un grupo de tres chicos frente a él. Reconozco a uno, es del equipo de básquetbol.
—…y yo digo que es fácil para ti —dice uno de ellos, con una sonrisa—. Llegas, eres el nuevo y ya tienes a todas las chicas detrás.
Bryan no responde, solo lo mira con esa expresión neutral que parece irritar más que cualquier insulto.
—Claro —continúa otro—, aunque… no todas. —Su mirada se desliza hacia mí—. Algunas prefieren quedarse con los muertos.
El comentario me golpea como una bofetada.
Bryan en cambio cambia su postura. Sus hombros se tensan, su mirada deja de ser neutral. — ¿Qué dijiste? —pregunta, y aunque su voz es baja, la tensión en ella es imposible de ignorar.
El chico sonríe como si acabara de encontrar una grieta en la armadura.
—Nada, amigo. Solo que aquí algunos todavía ven fantasmas. ¿Verdad, Scarlett?
No sé qué responder. Mis manos se empuñan y deseo que esto se acabe. Bryan da un paso hacia él, pero otro chico lo detiene con un gesto exagerado de paz. —Tranquilo, es broma. Sí que te gusta la rara.
Bryan apriete la mandíbula. — ¿Por qué no te callas?
El chico luce molesto pero solo levanta los brazos. —Ya, no es tan serio. Relájate. No es mi culpa que a tu novia le guste comunicarse con los muertos.
Todos ríen, menos Bryan y yo.
—Scarlett debería ser médium o algo así —suelta uno, con los ojos rojos. Quién sabe por qué.
— ¿Ya se van? —Bryan suelta.
—Sí, sí, todo bien, ya no molestaremos a la loca —dice entre risas.
Bryan no parece convencido, pero no dice nada más. Ellos se alejan, riéndose entre ellos.