SCARLETT
Es un día antes de mi cumpleaños y me despierto con la sensación extraña de que algo va a pasar.
No he pedido permiso para salir mañana, pero sé que no importa, los fines de semana mi mamá rara vez está en casa y si está generalmente está demasiado ocupada con sus cosas para notar si yo estoy o no.
Acepté ir con Bryan. Me lo propuso de forma tan natural que no pude decir que no. Tal vez porque la idea de quedarme en casa en mi cumpleaños, sin nadie que lo recuerde, me hace sentir todavía más invisible.
Estoy en su habitación ahora. Su tío está en la sala viendo televisión y ni siquiera nos molesta. Creo que ya se ha acostumbrado a verme por aquí. Cuando nos cruzamos me sonríe y eso me hace sentir un poco menos intrusa.
Bryan está sentado en el piso, apoyado contra la cama, jugando con Rebelde. Lo observa mientras el animal atrapa una cuerda con las garras y la muerde.
—Mañana será raro —dice de repente, rompiendo el silencio.
Lo miro. — ¿Por qué raro?
—Porque… —se encoge de hombros— voy a ver a mi familia, supongo. No los he visto en meses.
Me acomodo en la orilla de la cama, observando su perfil. Tiene la mirada en el piso. — ¿No te emociona? —pregunto.
Bryan suelta una risa seca. —No quiero salir en ningún programa. No quiero sonreír para las cámaras. Pero los extraño. Aunque creo que ellos no me extrañan a mí.
—Seguro que sí —le digo—. Solo que cada quien tiene su forma de mostrarlo.
Él niega despacio. —A veces siento que si desapareciera, ni se darían cuenta.
No sé qué responder a eso. Me levanto y me siento junto a él en el piso. Rebelde se acomoda sobre mis piernas, ronroneando.
—Scarlett —dice al fin, en un tono bajo—. ¿Qué harías si vieras a Reese?
Mi cuerpo se tensa, esa pregunta no la esperaba. — ¿Por qué lo preguntas?
Bryan evita mi mirada. —Solo… quiero saber.
Mi estómago se revuelve. Por un segundo imagino que él sabe algo, que tal vez me oculta algo.
Bajo la mirada. —No lo sé —respondo al fin—. Supongo que le pediría perdón. Por todo.
—Scarlett… —Bryan levanta la cabeza y me mira—. No fue tu culpa.
Siento un nudo en la garganta. —Por mi culpa Reese tuvo que someterse a varias cirugías —digo, sintiendo el peso de cada palabra—. Por mi culpa terminó en un hospital.
Bryan sacude la cabeza. —No. Fue tu abuelo. Él lo golpeó. No tú.
Cierro los ojos un momento. —Cuando te repiten una mentira tantas veces —susurro—, empieza a sentirse como una verdad.
Bryan no responde. Solo se queda ahí, mirándome, como si quisiera decir algo más pero no encontrara las palabras.
Me quedo mirando el piso un rato, jugando con las orejas de Rebelde para no tener que mirar a Bryan. No entiendo por qué me duele tanto hablar de Reese. Han pasado años, debería haberlo superado.
Pero no.
Cada vez que alguien menciona su nombre, siento que algo se rompe dentro de mí, como si una parte de mí siguiera con él.
Bryan no dice nada.
¿Por qué me preguntaría eso?
¿Por qué justo ahora?
—A veces —digo en voz baja, casi para mí misma— me pregunto qué pensaría Riese de mí sí me viera ahora. Si me odiaría.
Bryan abre los ojos y me mira. —No creo que te odiara.
— ¿Cómo lo sabes? —pregunto.
Él se encoge de hombros. —No lo sé. Pero si él estuvo ahí, si vio lo que pasaba… seguro entendía que no podías hacer nada.
Bajo la mirada. Nunca me lo habían dicho así. Siempre fue “Scarlett causó problemas”, “Scarlett hizo enojar al abuelo”, “Scarlett arruinó la paz de la casa”.
Al final, terminé creyendo que todo lo que pasó fue porque yo estaba ahí, respirando, existiendo.
Me abrazo las rodillas. —A veces pienso que hubiera sido mejor no estar —digo, con un hilo de voz.
Bryan se inclina hacia adelante. —No digas eso.
Me obligo a mirarlo. —No es que quiera desaparecer —aclaro—. Solo que… todo sería más fácil para los demás.
— ¿Para quienes? —pregunta.
—Mi mamá, mi tía… —suspiro—. Ellas podrían vivir sin tener que preocuparse por mí.
Bryan niega con la cabeza. —Scarlett, ellas son adultas. Si no saben manejar sus problemas, eso no es culpa tuya.
Asiento y no digo nada más, él tampoco por un momento.
—Scarlett —empieza y su voz es más baja que antes—, si yo supiera algo… sobre Reese ¿quieres saberlo?
Mi corazón da un salto en el pecho — ¿Qué clase de algo?
Él se muerde el labio, como si hubiera dicho demasiado. —Olvídalo —dice finalmente, mirando hacia otro lado.
Pero no puedo olvidarlo.
¿Y si Bryan sabe algo? ¿Y si Reese está más cerca de lo que creo?
Me quedo callada un buen rato, intentando ignorar el torbellino en mi cabeza. Pero no puedo. La idea de ver a Reese me aterra y me emociona al mismo tiempo.
Esa noche llego a mi casa.
La televisión está encendida en la sala, pero no hay nadie viéndola. Paso de largo y subo a mi habitación.
Me siento en la cama y dejo el celular a un lado. Mañana será mi cumpleaños y en lugar de pasarlo como siempre voy a estar en un auto, yendo a otra ciudad, con el único amigo que tengo.
Podría ser bueno.
Podría ser un desastre.
Me dejo caer de espaldas y miro el techo. Mi mente empieza a llenarse de imágenes: Reese, su expresión esa tarde, el momento en que se lo llevaron al hospital. Recuerdo el sonido de sus huesos golpeando el piso, la voz de mi abuelo gritando, el miedo que me hacía querer desaparecer.
Trago saliva.
No sé qué haría si lo vuelvo a ver.
Parte de mí lo ha deseado desde que se fue, otra parte ha temido que me mire con el mismo odio que vi en los ojos de su mamá.
¿Y si nunca me perdonó?
¿Y si nunca quiere volver a hablarme?
Siento que me arde la garganta. No quiero llorar, no en la víspera de mi cumpleaños.
Me obligo a pensar en otra cosa. Bryan, por ejemplo. Pienso en su expresión cuando me preguntó qué haría si viera a Reese. No parecía curioso, parecía preocupado.