Dios me hizo gay...
Esa frase, escrita con letra temblorosa, rápida, desesperada, sobre el pizarrón polvoriento del salón 303 nos dejó a todos en el más completo estupor.
Algunos se cubrían sus bocas con las manos como si estuvieran presenciando una blasfemia; otro, tenían los ojos abiertos como platos. Cuchicheos apenas audibles y algunas risas bajas, nerviosas, burlonas cubrieron la atmósfera de que aquella mañana lluviosa.
Yo sentía que no podía apartar mi mirada de Mew. Pero no era capaz de moverme. Lo vi tirar con rabia el trozo de tiza a un costado y desaparecer raúdo por el pasillo lleno de estudiantes en hora libre.
Mirando su mochila a mi lado, me pregunté si en verdad conocía yo a aquel joven desde los cuatro años o todo lo que habíamos vivido juntos había sido un espejismo.
Sentí el impulso de salir tras él, necesitaba que me dijera algo, lo que fuera. Pero alguien se aferró a mi brazo y unas risas burlonas me llegaron de pronto.
–¡Oye, Gulf! ¿En serio no sabías que tu mejor amigo es un marica?
Escuchar la palabra marica fue el detonante.
No sé cómo fui capaz de abrirme paso a través de las mesas, creo que literalmente las salté, y para cuando me di cuenta mis manos ahorcaban a alguien y lo apretaba contra la pared del fondo del salón en medio de gritos histéricos y vítores.
Era cierto que en ese punto yo no sabía quién era realmente Mew. Pero también era cierto que seguía sin soportar que alguien se metiera con él.
No tuve que racionalizarlo más. Sólo lo supe...
No me importaba cuál era el verdadero rostro de Mew. Sólo me importaba que mi incondicionalidad para con él, seguía intacta. Sonreí satisfecho miemtras aflojaba una mano de aquel cuello y le partía la nariz de un golpe.
Nada importaba ya...
Yo no creía en Dios, pero si Mew creía que Dios lo había hecho gay, entonces yo podía creer con todo mi corazón que había sido ese mismo Dios quien lo había puesto en mi camino, aquella lejana tarde tan lluviosa como esa, en la que mi yo de cuatro años lloraba con desconsuelo porque ya no vería a mi madre nunca más...
Y bajo una lluvia, que parecía ahora un diluvio, lo fui a buscar...