Dios me hizo gay...

9

Esa es la carta que le escribí. Pero mientras lo veía concentrado en su propia carta, una emoción que jamás había sentido en su presencia me invadió... Vergüenza...

Él tenía miedo de que al enterarme de que era gay comenzara a sentirme incómodo con algunas situaciones. Pero al releer la carta que acaba de escribirle me horroricé al pensar que podía ser él quien se sintiera incómodo con mis palabras. Al leer lo que había escrito sentí que aquello se parecía más a una carta para un enamorado que para un amigo, casi un hermano...

Hermano...

Esa palabra me sobrevoló durante minutos enteros. Porque...eso éramos...Hermanos...

Cuando te preocupas por alguien, cuando lo defiendes, cuando lo cuidas, cuando lo concientes, cuando amas así...es amor de hermanos...

Si lo tenía tan claro, ¿por qué no dejaba de repetírmelo mentalmente como si buscara convencerme?

–¡Ya acabé!– dijo Mew de pronto mirándome sonriente desde el tronco frente a mí– ¿Y tú?

Arrugué la carta que acababa de escribir y negué con la cabeza.

–¡Siempre igual!– sonrió– Yo busco leña seca y tú escribes.– me dijo.

Lo vi alejarse mientras mi corazón, preso del pánico,  rogaba que ese amor que me estaba empezando a quemar de pies a cabeza fuera un amor de hermanos.

Guardé la carta que me había escrito en un bolsillo sin leerla. Corrí hasta la casa y arrojé el papel arrugado que yo había escrito al fuego de la chimenea cerciorándome de que se quemara por completo antes de que Mew volviera.

Y me coloqué los auriculares a todo volumen hasta que volvió.No quería pensar. Tenía miedo hasta de mis propios pensamientos...

 

 




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