Dios me hizo gay...

13

Había visto cientos de bocas en mi vida, así tan cerca, y había deseado esas bocas cientos de veces. Y las había hecho mías.

Bocas femeninas, pintadas, delineadas, atrayentes... Pero jamás había sentido esas extrañas ganas de morder esos labios masculinos, que ahora temblaban levemente tan cerca de mí.

Había tenido sexo con mi primera novia a los trece años y desde entonces he tenido muchas novias pero con ninguna sentí jamás ese fuego que empezó a quemarme vivo cuando aquella boca respiró junto a mí.

Mew me miraba fijamente y sentí que, igual que a mí, le costaba respirar. Supe que me arrepentiría el resto de mi vida si no lo besaba.

Y dejándome llevar por completo por aquel fuego que me quemaba desde la entrepierna hasta el pecho, humedecí cada parte minúscula de sus labios con mi lengua. Lo sentí estremecerse y no lo resistí más.

Lo besé casi con violencia, obligándolo a que abriera más la boca. Y cuando mi lengua encontró su lengua, enloquecí. Aquel fuego que me invadía se apoderó de mis manos y comencé a quitarle la ropa con desesperación. Y en medio de aquel arrebato, oí mi nombre...

Entonces, me di cuenta de que no era su voz...Y eso me trajo de mi ensueño tan de repente como si me hubieran dado una bofetada.

Uno de los estudiantes que acababan de entrar al baño era quien había dicho mi nombre. Mew tenía su vista clavada en el suelo y los escuchaba con atención.

Me alejé varios centímetros de él, aterrado de que no se diera cuenta de mi excitación. Cerré los ojos y respiré profundo.

Nunca en mi vida sentí tanta vergüenza como aquella vez, aún sabiendo que Mew no se había dado cuenta de nada...




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