Dios me hizo gay...

14

Me llevó un minuto entero entender dónde estaba y entender también que aquello había sido producto de mi imaginación. Traté de concentrarme en las voces y calmar mi respiración. Ya se estaban por ir por lo que sólo recuerdo las últimas partes de la conversación:

"Créeme si te digo que no deseas meterte con Mew porque Gulf te partirá la cara si lo haces..."

"Son novios, Mew y Gulf, es muy obvio. Si no lo crees dime, de todas las veces que Gulf se ha peleado a los golpes con alguien, ¿cuántas de esas veces ha sido para defender a Mew? ¡Todas las veces!"

"Ese Mew, sin la protección de Gulf, no es nadie. Y ahora que sabe que su amigo es gay no sé si quiera seguir defendiéndolo. Y no me creo eso de que sean novios. No hay chica en este colegio a la que Gulf no haya llevado a su cama. Ahora mismo debe de estar por ahí, haciendo gemir a alguna chica. ¿Han notado que hace rato se escabulló en mitad de la misa? Es imposible que sea gay...y aunque lo fuera, jamás saldría con ese patético de Mew..."

La ira me estremeció de repente y tuve unas ganas incontrolables de romper más narices...

Pero Mew me conocía lo suficiente como para reconocer algo de lo que pensaba en mi semblante porque súbitamente se abalanzó hacia mí apretándome contra la pared. Sentí todo su cuerpo presionado contra el mío. Y comencé a sentir pánico al ver aquella boca a mi alcance otra vez. Cerré los ojos y traté de concentrarme de vuelta en la conversación.

"Pero si resulta que sí son novios, no cuentes conmigo para tus planes, no quiero formar parte de la lista negra de Gulf..."

Y salieron los tres del baño, inundándonos de un repentino y tenso silencio.

Abrí los ojos y miré a Mew. Él también había cerrado los ojos. Esperé a que se moviera pero no lo hizo. 

Sentir todo su calor sobre mí, estaba haciendo que mis instintos se despertaran otra vez. Y por nada del mundo podía permitir que Mew se diera cuenta.

Intenté no mirar su boca, y con más fuerza de la que quise ejercer me separé de él, abrí la puerta y salí, respirando hondo.

–¿Estás bien?– se acercó a mí.

Noté preocupación en su voz. Apelé a un viejo y enterrado miedo que había tenido de niño para que no se diera cuenta de la verdad.

–Los lugares cerrados y pequeños...me siguen poniendo nervioso.– mentí.

Y me mordí el labio. Me di cuenta de que hiciera lo que hiciera no podía apartar mis ojos de aquella boca que ahora me sonreía compasivamente.

–¿Te sientes mejor ahora?– me preguntó mientras me frotaba el pecho con extremada dulzura.

Sólo pude asentir. Volví a intentar apartar mi mirada de aquella boca y volví a fracasar. Siempre me consideré valiente. Y aquella vez no iba a ser la excepción. Y acepté lo que estaba sintiendo, repitiéndome que me haría cargo de las consecuencias que aquello nos iba a traer.

Acepté que aquella boca me gustaba más que cualquier otra boca.

Acepté que deseaba que esa boca fuera mía, y de nadie más.

No sabía desde cuándo aquella boca se había convertido en mi perdición, pero lo acepté.

Y entonces en mi mente, retumbó una palabra que me dolió como si me hubieran clavado un puñal...

Hermano...

¿Realmemte Mew me amaba sólo como a un hermano?

No podría volver a estar en paz hasta que no supiera la verdad.

Y por primera vez en mi vida sentí miedo. Y lo abracé. Y al sentir que Mew también me abrazaba, me di permiso de ilusionarme.

No perdí tiempo y le susurré al oído:

–Mew, ¿quieres ser mi novio?

Sentí que se estremeció por un segundo. Se  despegó de mí y me miró fijamente.

En todo el minuto completo que tardó en responder, sentí que me era difícil respirar.

–No, Gulf, no quiero ser tu novio.– respondió serio y se fue, dejándome allí sólo y sin poder entender nada de lo que acababa de suceder.




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