Dios me hizo gay...

15

–¿Sí sabes que esa sonrisa tuya no tiene ningún efecto en mí, verdad?

Su tono pícaro me cautivó.

Estábamos en el campo de deportes. Era una mañana soleada, aunque invernal. Era refrescante estar al aire libre, en clase de educación física después de una hora y media de encierro en una capilla , escuchando un sermón que nos instaba a amar a nuestro prójimo...y amarlo más si piensa como nosotros...

Miré a Mew otra vez cuando acabé de ponerme las zapatillas. Y le volví a sonreír con todo el carisma y el toque sexy con los que fui capaz.

Se rió divertido y dijo:

–Lo siento..., sigues sin producir ningún efecto...

Adoraba a aquel chico. Porque pasara lo que pasara entre nosotros, nunca se distanciaba, nunca se enojaba por mis rabietas o por mi caracter explosivo, nunca guardaba rencor.

–No lo entiendo. Cada vez que le sonrió así a una chica, suspira, se arregla coqueta el cabello, se ríe como tonta y cuando se aleja, se tropieza y larga gritos de histeria...

Mew estaba tentado de risa.

–Amigo, creo que exageras un poquito...

No tuve necesidad de responderle. Preferí demostrárselo. Justo en ese momento, dos chicas de cuarto año pasaban cerca de nosotros. En el preciso segundo en el que ambas me miraron, les sonreí con la misma intensidad con la que hacía sólo un minuto le había sonreido a Mew.

Y todo lo que yo había predicho, se sucedió inmediatamente...

Las chicas suspiraron sonoramente, se sonrojaron y en un acto inconsciente se tocaron un mechón de sus cabellos. Luego se miraron entre sí y se rieron como unas niñas tontas para acabar alejándose, casi corriendo, y por supuesto tropezando torpemente con mi grupo que venía hacia nosotros. Unos pasos más y sus grititos de histeria nos llegaron de forma fuerte y clara.

–¡Otra vez, mi querido primo Gulf, haciendo estragos con esa sonrisa que Dios le dio!

Mew, tentado más de risa, se levantó y corrió hacia el grupo de volleyball que lo esperaba.

Suspiré...

Un segundo después, mi celular vibró en mi bolsillo. Y al ver la pantalla se me escapó otro suspiro.

"Justo al caer el crepúsculo...

Casa de piedra...

Ritual de promesa..."

Adoraba aquella forma suya de escribir con tanta poesía.

Lo miré y le volví a sonreír. Estaba bastante lejos de mí como para estar seguro, pero...tuve la sensación de que se había sonrojado...

 




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