Dioses de piedra y filo

Capítulo 6: Brighid

Estoy en mi cama y tengo compañía. Los brazos de Tom siguen a mi alrededor, no puedo estar más relajada hasta que soy consciente de la claridad que entra por mi ventana y de que mi acompañante debería estar ya en su casa. Sé que debo despertarle, pero lo único que quiero es seguir un ratito más junto a él. A pesar de eso no tengo ánimo para ver cómo se pondrían mis padres si nos ven de esta guisa. Me siento sobre el colchón con cuidado de no despertarlo, por el momento.

Reconozco que me quedo embobada durante unos minutos observando cómo duerme, juro que no soy una psicópata, o eso creo. No puedo evitar ver el reloj que está en la mesilla de noche que está entre las dos camas gemelas y leo que efectivamente es muy tarde, las siete de la mañana. A esta hora mi padre se levanta para ir a trabajar y mi madre también para ir a la casa de los County o cuando va con él al criadero.

Me acerco a Tom e intento zarandearlo un poco para que se levante, pero casi no lo nota debido a lo grande que es. No es que sea ancho de hombros precisamente, tampoco es que esté muy fornido, es más bien delgado, pero lo que sí tiene es altura. Por pocos centímetros Tom no llega a los dos metros. A ver, no os equivoqueis pensando que yo soy una chica bajita porque no es así, lo cierto es que soy más alta que la mayoría de las mujeres de la ciudad.

—Hey, Tom, despierta —digo entre susurros, tengo que tener cuidado porque puede que mis padres estén en la habitación de al lado— Thomas County, por favor despiértate de una maldita vez. Joder —en uno de los zarandeos calculo mal las distancias y termino por empujarlo fuera de la cama. Él cae sobre el suelo con un ruido sordo lo que hace que yo empiece a rezar porque no lo hayan oído en el otro dormitorio.

—¡Ahh! Si querías que me despertara podrías haber encontrado una forma menos brusca ¿no? —Refunfuña sentándose en el suelo mientras se frota la espalda con gesto dolorido.

—Perdona, de verdad, lo siento —digo ayudándole a ponerse de pie y riéndome a su costa.

—Ja ja, qué gracioso, ¿verdad? Cuando no te has partido tú en dos —se queja mientras yo sigo soltando carcajadas.

—Ay, mierda, no hables tan alto. Mis padres están en la habitación de al lado o en la cocina y paso de que te vean aquí.

En cuanto dejo de hablar oímos cómo mis padres salen de la cocina y entran en su dormitorio.

—Aprovecha ahora para irte, venga —insto a Tom para que se de prisa, no sé cuánto tiempo tiene para irse sin que lo vean.

—Vale, vale, tengo que hablar con mi padre sobre lo que me dijiste ayer. Normalmente se tarda un par de días, pero siendo la mujer que cuidó a papá de pequeño, creo que la ceremonia de Mary se hará hoy mismo. En un par de horas te digo algo. —Dice antes de acercar sus labios a los míos y darme un beso que me hace temblar para luego derretirme, cosa que me pasa siempre—. Hasta ahora —se despide con una sonrisa y besándome rápidamente para después irse por la puerta.

Al quedarme sola todo lo ocurrido ayer vuelve a mí como un tsunami de imágenes. El mundo vuelve a echárseme encima y las lágrimas no tardan en hacer acto de presencia, pero me las enjuago. Si Tom va a hablar con Marcus sobre la ceremonia en honor a la abuela tengo que prepararme. 

En la ciudad no hay espacio suficiente para que haya un cementerio. Por ello lo que hacemos con nuestros muertos es incinerarlos para encomendarlos a Brighid, cuyo nombre llevo, y que ella se encargue de transportarlos hasta los dominios de Morrigan para proporcionar descanso a nuestra gente. 

Cuando enjaularon a nuestros antepasados en esta cárcel de hormigón había un conglomerado de creencias religiosas que tardó poco en esclarecerse. En vista de los acontecimientos anteriores muchas personas perdieron su fe y otras muchas mudaron de pensamiento. Tiempo después del encierro se extendió la creencia de que hay dos grupos de Dioses, los Antiguos eran los que prosperaban antes de la catástrofe que nos trajo aquí y los Neos son los que nos van a ayudar a escapar. Tanto Brighid como Morrigan son diosas antiguas, una del fuego y la otra de los muertos.

La mayoría ya no creemos que esas deidades existan, pero seguimos manteniendo las tradiciones como la ceremonia funeraria. No hay una vestimenta asignada para estas ocasiones, en La Fosa lo normal es no tener los recursos que te permitan vestir de una forma concreta. Por eso lo que solemos utilizar para estos casos es la ropa más limpia y aceptablemente elegante que tengamos en el armario. En mi caso eso es un pantalón negro de algodón y una blusa clara. Me preparo con calma, mis padres ya tienen que estar fuera de casa para cuando termino. Al acabar de cambiarme me arreglo el pelo y voy a la cocina para desayunar. Quedo plantada en el umbral en cuanto veo la estampa que se me presenta. 

Mis padres están sentados a la mesa charlando con Tom. La que me espera. Quiero huir, pero ya es demasiado tarde porque mi madre se gira y me ve antes de que pueda hacer nada.

—Buenos días, Bri —me saluda con una sonrisa triste provocando que los otros dos también vean en mi dirección.

—Hola, cariño —dice papá apartando uno de los taburetes de la mesa—. Ven, a desayunar.

Yo me acerco sin salir de mi asombro y me siento a su lado.

—He pensado que estábais en el trabajo. ¿Cómo es que estáis en casa?

—Los Oruña me han dado el día libre y Marcus se lo ha dado a tu madre —dice mi padre removiendo con la cuchara sus copos de avena. Nunca he entendido ni entenderé cómo es que le gusta comerse esa bazofia insípida.

—¿Por qué? —Pregunto antes de darme cuenta de lo estúpida que es la duda.

Nadie me contesta, al menos no con palabras, pero mi padre me dirige una mirada triste que me confirma mis sospechas. Sus jefes respetan su luto.

—Oye, Tom, ¿cómo se ha enterado tu padre? —Le pregunta mi madre.

—Pues no lo sé, yo he madrugado esta mañana para ver por qué enviaste a ese hombre a casa para explicarnos que faltaras ayer a trabajar y sólo he encontrado a Brighid despierta, así que le he preguntado a ella. —Con que esa es la excusa que ha puesto, eh. Nadie que lo conozca se lo creería, él sólo madruga para ayudar a su padre, si lo dejasen se pasaría el día tirado entre las sábanas—. Pero como véis no me ha dado tiempo de ir a decírselo porque me habéis interceptado por el camino.



#4374 en Fantasía

En el texto hay: brujas, hadas, laberinto

Editado: 02.10.2023

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