Capítulo 11

Anoche me fui a la cama con el pensamiento de que debía levantarme temprano para no ver a mis padres y las caras largas que, supuse, iban a tener. Lo cierto es que hoy he madrugado más que antes para conseguir evitarles, pero únicamente me ha servido para confirmar mis sospechas. Luego de que la abuela muriera y cuando llegue mi partida ellos se quedarán solos, lo cual aparece reflejado en las enormes manchas oscuras que adornaban la zona debajo de sus ojos. Esta noche han vuelto a tener problemas para conciliar el sueño, como yo desde aquel día.

Es a primera hora de la mañana cuando me presento delante de la puerta de la Residencia Gubernamental. Eloise me abre la puerta y me dice que pase a la sala de estar. Allí se encuentran Marcus, Thomas y Lauren hablando muy seguramente sobre sus experiencias en la academia, eso me hace retroceder para esperar mi turno en el recibidor. Los de la partida tenemos una reunión como esta cada semana. Sólo llevamos yendo un mes, pero nuestros cuerpos ya empiezan a notarlo.

Lo cierto es que la preparación es dura. Todos los días vamos sin falta a la casa del hombre que dirige la Guardia, el Sumo, que vive en el extremo más alejado de la calle sureste que nos enseña métodos de defensa personal. 

De vez en cuando cambiamos la clase práctica por una teórica, una mujer del pueblo vecino viene a darnos lecciones apoyándose en varios fragmentos del Primis, el documento que Marcus nos comentó en la reunión que tuvimos después del sorteo. El problema es que la necesitamos para que nos traduzca la mayoría del texto, ya que está en inglés y hace mucho que esa lengua desapareció de La Fosa. Al parecer ese era el idioma en el que se expresaban los primeros hombres que llegaron al laberinto.