Dioses de piedra y filo

Capítulo 12

Todo el primer mes tuve que estar en reposo, según el Dr. Morris corría el riesgo de empeorar las heridas leves que tenía. Tengo que admitir que quizás haber ayudado a mi padre en la herrería no fuera una buena idea. El mes siguiente tampoco he podido incorporarme completamente a los entrenamientos porque aún hay veces que el cuerpo me duele horrores y que la falta de cuidados durante el año que estuve fuera seguía pasándome factura, sin embargo, ahora sí me encuentro preparado al cien por ciento.

—¿Estás seguro de querer hacer esto? Nadie te culparía si te quedases un poco más en casa —me dice Brighid con su mirada comprensiva. 

Antes de que yo me fuera no éramos muy cercanos, pero eso ha cambiado desde que estoy de vuelta. Parece que el tiempo alejados nos ha venido bien. A ella, sobre todo, es inevitable fijarse en lo espectacular que se ha puesto, ahora es mucho más directa, mucho más segura de sí misma. Siempre ha estado buena, eso ya lo sabía, como también sé desde hace unas semanas la atracción que existe entre ella y Thomas. En cuanto te despistas un momento él ya está revoloteando a su alrededor, cosa que a Brie no le termina de gustar del todo. Ella se muestra incómoda en su presencia y trata de evitarle lo máximo posible, el día que llegué no estaba así y es por ello por lo que me llama la atención. 

Tampoco es que haya pasado desapercibida para mí la forma en que Tom me vigila, tengo la sensación de que desconfía de mí, el problema es que no sé por qué. Puede que sea por mi relación con Brighid, cosa que no debería hacer por dos razones fundamentales; primera, le he cogido apego a Brie y se lo he tenido desde hace mucho, no la quiero de esa forma; y segunda, tiene que haberse dado cuenta de que ella es total y absolutamente capaz de defenderse por sí sola si alguien hace algo que le disguste u ofenda.

Además, creo que tengo una novia en La Fosa a la que no recuerdo. Por más que me rompo la cabeza y me devano los sesos no logro recordarla, ni siquiera su cara. Lo único que sé de ella es que su nombre es Sarah, o eso pienso, mis padres me han dicho que más o menos un año antes del sorteo en el que salí elegido empecé a verme con una chica que se llamaba así.

—No pienso estar por detrás de vosotras un día más, Brie. Quiero, no, necesito ir a entrenar ya. Estar todo el rato sin hacer nada me está volviendo loco —la impaciencia aflora dentro de mi pecho, no me gusta que me traten como a un niño pequeño. Sé que ella busca lo mejor para mí, pero no me gusta ver la expresión de pena que está poniendo—. Sabes que odio dar pena —refunfuño.

—No me das pena —responde poniendo las manos en su cintura y torciendo el pie derecho hacia fuera, colocándolo para formar una gran “L” con el otro—. Es más, por mí podrías matarte y no me importaría, sin embargo, a tus padres sí —bromea ella.

—Brighid tiene razón —se oye una voz femenina que llega por detrás de su espalda. Azila aparece detrás de Brie—. Aún no te encuentras del todo bien. Es mejor que te lo tomes con calma, tú ya has pasado por este entrenamiento antes. No te hace falta hacerlo de nuevo.

—Pos supuesto que hace falta. ¿De qué me sirve haber pasado por él si no recuerdo nada del año antes de ser enviado al laberinto? —Pregunto a ambas exaltado. Me sigue frustrando sobremanera porque no me acuerdo de casi nada de los dos años anteriores a mi partida.

Entonces el Sumo sale de su casa a la calle y nos ve discutir.

—Chaval, adentro, el doctor me ha dicho que ya puedes entrenar con el resto del grupo —dice con su voz profunda antes de volver a entrar.

—¿Veis? Todo está bien —les digo a las chicas siguiendo al hombre.



#4349 en Fantasía

En el texto hay: brujas, hadas, laberinto

Editado: 02.10.2023

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