Dioses de piedra y filo

Capítulo 18: Corredor

Me siento como un trapo, hace tan sólo unos momentos una criatura pequeña de pelo verde ha estado a punto de matarme de un infarto. Al no tener un brujo conmigo no sé de qué ser se trataba. Lo único que me importa ahora es que por fin me puedo permitir descansar un poco, esa cosa ha interrumpido mi sueño con una pesadilla. Tras cerrar los ojos una ilusión inunda mi mente.

Estoy en mi habitación. Mi madre está abrazada a mí, lo cual no es de extrañar, y puedo sentirme como si estuviera de verdad ahí con ella. Como si todo esto del laberinto sólo huviera sido un mal sueño. Un sueño horrible. Pero no es así. Dormito durante unos minuos y la visión no cambia, sé que es un producto de mi imaginación traicionera.

Abro los ojos cuando una ráfaga de viento helado choca contra mí. Intento seguir alerta para no volver a tener una ilusión como esa, sin embargo, el cansancio gana la batalla y la guerra. Termino por cerrar mis párpados antes de lo que me gustaría. En esta ocasión no me encuentro con mi madre ni en mi habitación.

Unas sábanas suaves y de color pálido cubren mi absoluta desnudez. Estoy en posición fetal dándole la espalda a quien quiera que esté soltando resoplidos al otro lado de la cama. Al darme la vuelta veo que mi acompañante es un hombre joven, de más o menos mi edad. Aunque tenga los ojos cerrados sé que son marrones como la madera más oscura. No soy quién de evitar admirar el modo en que sus cabellos del color de la tierra se extienden sobre la almohada o de cómo su pecho se mueve al compás de su respiración.

Ahora mismo no me cabe ninguna duda de que quiero a este chico. Se supone que no podía enamorarme del hijo de un herrero, pero no creo que huviera sido capaz de evitarlo. Cada vez que quería salir con él tenía que inventarme una excusa porque sé que a mi madre no le habría gustado nada descubrir que estaba saliendo con él. Los meses que llevaba con Víctor habían sido maravillosos.

Reconozco el recuerdo que se proyecta ante mí, es del día en que salimos elegidos para ir al laberinto. Esa noche él apareció delante de mi puerta, ninguno de los dos dijo nada, pero ambos sabíamos lo que sucedía. Lo nuestro iba a terminar pronto después de atravesar esos muros de piedra. Esa certeza no nos impidió fundirnos en un apasionado beso nada más vernos. Ni tampoco que nos desnudáramos e hiciésemos el amor en su cama al volver a su casa luego de haber hecho lo mismo en la mía. Vuelvo a excitarme al recordarlo.

Esa noche, en pleno conocimiento de nuestro futuro me la jugué, le dije lo que sentía por él realmente. Nuestra relación había comenzado como una simple atracción física, a pesar de ello no pude evitar enamorarme de Víctor. Él me dijo que no sabía lo que sentía, que estaba confundido y que en cuanto aclarara sus sentimientos por mí hablaría conmigo. Pero me aseguró que estaba empezando a sentir algo parecido a lo que yo sentía y sigo sintiendo por él.

La cosa no terminó bien, no nos vimos fuera de los entrenamientos en seis meses, al séptimo volvimos a lo que teníamos y aclaramos las cosas. 

Víctor me buscó un día después de salir de la academia. Me guió hasta su casa para decirme lo que llevaba meses dándome vueltas en la cabeza. Antes de que empezara a hablar ya me estaba imaginando un sinfín de escenarios diferentes, en la mayoría de ellos él me rechazaba. Comprenderéis entonces mi sorpresa cuando me pegó a él y entre besos me confesó que él también estaba enamorado de mí.

Esa situación no duró mucho porque unos días después de entrar en el laberinto una noche él se cabreó, ni siquiera puedo recordar por qué, y al despertar a la mañana siguiente ya no estaba con nosotros.



#4372 en Fantasía

En el texto hay: brujas, hadas, laberinto

Editado: 02.10.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.