¡Por los amantes!
¿Estoy segura que es lo que quiero? ¿realmente dejaré expuesto todo esto, frente a tantas personas? ¿Estoy preparada para enfrentar las consecuencias de lo que haré esta noche?
Es increíble aún, estar dudando, cuando durante semanas esperé paciente a que ambos me dijeran la verdad. A que hablaran antes de este día... esperando en vano tuvieran un ápice de culpa, y terminaran con su secreto, con el engaño.
Pero ni el hecho de que la boda será en dos días, los hizo retroceder en su vil traición hacia mí. Siguen viéndose, estando juntos, engañándome.
Se han sentado junto a mi, me han abrazado, ambos mostrándose entusiasmados por el enlace, cuando ayer, ellos... estuvieron en ese hotel, en su lugar. Donde siempre se ven.
Cierro mis manos en puños al imaginarlos.
Convencida de que es lo que merecen (y más aun), me preparo para lo que vendrá.
Me paro detrás del micrófono puesto en medio del salón. Sonrío contemplando a mi alrededor, y cuando los veo, me tenso, pero sin dejar de sonreír. De hecho la amplío buscando así ocultar el enojo que me corroe las venas.
—Muy buenas noches a todos, y nuevamente gracias por estar esta noche aquí acompañándonos— inicio. Los aplausos no se hacen esperar, reflejando el entusiasmo—. Esta cena de ensayo es solo un vistazo de lo que será la boda en tan solo dos días, y que estén presentes hoy, es muy importante para nosotros —algunos lo miran a él sonrientes, otros asienten y comentan lo que hasta ahora han visto y probado—. Como también es importante lo que esta noche quiero compartir. Una sorpresa para dos, de las personas más valiosas en mi vida.
La mirada de todos, la de ellos, se posan en mi con más curiosidad.
› —Gael y Aldana; mis amigos, mis compañeros, mi todo... —pronuncio sus nombres mientras mis emociones se vuelven un nudo en mi pecho. Ambos me observan sonrientes, expresando en sus miradas la expectación—; ustedes fueron siempre mi faro, mi apoyo, mi contención. Cuando mi Nonna murió, me sentí a la deriva. Ella era mi mundo, por lo que cuando partió, una parte mía se marchó también. Pero ahí estuvo Aldi, mi amiga, mi hermana del alma… —, mi visión se nubla ante las lágrimas, ante los recuerdos. Las contengo. —Luego como enviado por mi Nonna, conocí a mi único y mejor amigo. Al hombre que despertaría en mi, un amor inmenso. Incalculable. Se transformaron en mis motivos para creer, para agradecer, para querer. Y les debía tanto... —Mi voz se vuelve un suspiro, por lo que me detengo un segundo, sin mirarlos, de lo contrario; terminaría de romperme.
Y no lo haré, no frente a ellos.
—Confiaba ciegamente en ustedes, estaba dispuesta a defenderlos de lo que sea. Siempre lo hice, a pesar de todos– los encaro, viendo algo de confusión en el rostro de ambos—. No lo extenderé más, quiero que cada uno vea lo que ellos son para mi. Quiero que ustedes, mi amado Gael, mi querida Aldana, vean lo que significaron para mí, y lo que son ahora. Espero les guste, porque llevo semanas preparando esta sorpresa.
Acto seguido, la pantalla detrás de mí se enciende. Videos, fotos, de los tres; comienzan a verse. Todos los años compartidos se reproducen allí.
En tanto las imagenes se muestran, los contemplo.
Encuentro los ojos de quien fue mi mejor amiga desde la primaria, anegados en lágrimas. Haciéndome gestos de agradecimiento con la mano en su pecho. La misma mano que estrujó mi corazón, que hizo añicos nuestra amistad.
Gael por su parte, me dedica un "te amo", uno que me sabe amargo, que me asquea, que lacera. Esos mismos labios que tanto amé: que me susurran emotivos esa palabra que por tanto tiempo creí, son los mismos que la besaron a ella. A mi mejor amiga.
Pronto sus rostros y el de todos, se tornan desconcertados. Y sé sin voltear a qué se deben.
Aldana me mira con pánico, Gael, con asombro.
El silencio prevalece por unos minutos durante la difusión de los videos donde queda claro, la relación entre ambos.
En cuanto todo acaba, los murmullos no se hacen esperar. Las miradas desencajadas de todos sobre mi y sobre ellos de vez en vez, no hacen más que intensificar este dolor que lleva quemándome desde que Victor me entregó las pruebas. Desde antes, inclusive.
Llamo entonces al mesero, al que pedí aguardara a un costado, con una copa para dar el cierre a todo esto. Este se acerca, cauteloso. Extiende la bandeja y agarro el champagne que ahí está.
Altiva, haciendo el último esfuerzo, los contemplo. Elevo la copa, y sin preámbulo, digo;
—Propongo un brindis por ellos. ¡Por los amantes! Espero que ahora, que no tendrán que seguir escondiéndose, sean muy felices. Mi boda se las regalo —siseo con rabia, sintiendo ácido en mi garganta.
Bebo del líquido burbujeante, al acabar, sin más dejo caer la copa, que se hace añicos en el piso de mármol. Representando todo lo que por dentro, han destruido.
Giro y comienzo a alejarme. Las voces empiezan a romper con el silencio que se estableció. Escucho la voz de Gael y Aldana llamándome, sobre ellos, la de mi padre, que un rugido menciona el nombre de mi ex-prometido. Aprieto el paso, apurándome para salir de aquí. No soportaría tener que oírlos...
— ¡Isa! —una voz masculina me persigue—. ¡Eloísa! —no me detengo, aunque sé quien es— ¡Haz el favor de detenerte!