Díselo a tu Corazón (libro 1)

– 7 –

Bien o mal
 


 

—Extrañé tu voz, ranita. ¿Cómo estás? ¿dónde estás? ¿Te encuentras bien? —las preguntas de Víctor, me roban una ligera sonrisa.
 


 

—También extrañaba oírte, Vic —digo en tono nostálgico —En respuesta a tus preguntas; estoy bien.
 


 

— ¿Segura? No te escucho precisamente así —lo duda.
 


 

Ruedo los ojos.
 


 

—Víctor, por Dios. Apenas me has oído —replico serena —. En verdad, estoy bien. Mejor dime, cómo están ustedes.
 


 

Exhala pesadamente.
 


 

—Pues, honestamente: preocupados —expresa, entristeciéndome —Y no solo por tu ausencia y no saber dónde rayos fuiste, sino por las cosas que han pasado luego de... todo —expone cauteloso. Me remuevo inquieta. Sabía que pasaría, y justamente por esto es que dudé en llamarlo —. Sé que no quieres saber de ellos, y no los nombraré si lo prefieres, pero creo que debes estar enterada de lo que aquí ha pasado —advierte.
 


 

Lo sé, claro que sí. Pero eso no quita que me moleste tener que lidiar con ello. ¡Yo no hice nada malo! Y aún así parece que soy la que más debe pagarlo. Inhalo hondo, mientras él permanece en silencio.
 


 

—Te escucho —digo un momento después, resignada.
 


 

Comienza a contarme sobre la consecuencia principal que desató lo hecho en la cena de ensayo. 
 


 

Mi padre, inició acciones legales para romper con la sociedad que tiene con mi ex-prometido. El cual solo aceptó, gracias a mi insistencia. Ahora que nuestra relación acabó, papá no quiere tenerlo manejando uno de sus mejores restaurantes. Por si eso fuera poco, esa misma noche, el padre de Aldana y el mío, también discutieron, y casi acabaron a los golpes. 
 


 

Saber esto, me hace sentir aun más culpable. Ellos fueron mi familia durante nuestra amistad, me duele que las cosas llegaran a este punto. No soy capaz de decir algo, por lo que continúa.
 


 

—Loo que respecta a ella... no le ha ido mejor —comunica. Me pongo rígida, pasando saliva —La noticia se esparció por los medios como pólvora, afectándola sobremanera en lo laboral. Las revistas y programas de chimento se están haciendo un festín a su costa. Incluso... —duda si seguir.
 


 

— ¿Qué? —lo insto.
 


 

—Bueno, no sé cómo pero... hallaron al hombre que contraté, que nos consiguió las fotos y el vídeo —informa. Abro los ojos asombrada —, a raíz de eso, también vinieron periodistas a mi consultorio a buscarme.
 


 

Ante esto, me incorporo.
 


 

— ¿Cómo dices? —pregunto estupefacta.
 


 

—No te preocupes, ya lo estoy solucionando —intenta minimizarlo.
 


 

—Cómo crees que no voy a preocuparme, ni siquiera había pensado en que pasaría, que tú quedarías expuesto y... —de pronto mi tía viene a mi mente —, mi tía. ¿A ella también la han buscado? 
 


 

—No, no, tranquila Isa. A ella no le han dicho nada, de todas maneras papá me está ayudando. En serio no debes pensar en eso.
 


 

Pero es muy tarde. La culpa, la impotencia me corroe. Nunca me detuve a analizar estas posibilidades. ¡No puedo creerlo!
 


 

—Perdóname, Víctor. Nunca se me ocurrió que algo así pasaría. Aunque debí imaginarlo, pensarlo mejor, ya que Aldana como mi padre son personas públicas; era obvio... lo era y no me detuve —me reprocho, con la visión nublada por las lágrimas que se acumulan.
 


 

— ¡Ey, ranita! —manifiesta mi primo en tono conciliador —, por favor no te hagas esto, no pienses de esa manera. No tenías cómo saber lo  que harían. Además, repito; ya estoy en ello... se solucionará. ¿De acuerdo? No te atrevas a sentirte responsable. En todo caso, son ellos los culpables. Ellos hicieron esto —trata de convencerme.
 


 

No obstante no logra menguar lo que siento, la vergüenza que se agolpa en mi pecho transformándose en más enojo, frustración: tristeza.
 


 

— ¿Isa? —habla inquisidor.
 


 

—Sí, aquí estoy —digo con un nudo de emociones atravesado en mi garganta.
 


 

—Creí necesario que lo supieras, y no para que te angusties, sino para que estés avisada. Para que no te sorprenda todo lo que dicen, ¿comprendes? —explica cariñoso. Hago un sonido de entendimiento, ya que no consigo las palabras salgan —. Mamá estaba preocupada de que vieras los portales antes de que pudiera contarte las cosas. Ahora que lo sabes, debe quedarte claro que estamos bien, que podremos manejar esto. Y que a pesar de que te echamos de menos, nos tranquiliza que estés lejos... Sinceramente, habría sido duro para ti lidiar con todos.
 


 

—Lo estoy dudando, tal vez debí esperar y no dejarlos expuestos. Tendría que haber imaginado algo así... Yo...
 


 

—Eloísa, basta —dice con severidad esta vez —Te prohíbo seguir hablado así. Te aseguro, y lo sabes de sobra, que tanto mamá como yo podemos contra esto y más. Además ya pasará, surgirá otro chisme, y luego otro, y otro. Quedando esto en el olvido de la prensa —plantea tranquilizador. 
 


 

Hago una mueca de duda. Él lo sabe, yo lo sé. No pasará tan pronto. Evito decirlo, pero lo sabemos ambos.
 


 

Un breve silencio se instala. 
 


 

Me duele tanto que las cosas hayan tomado este curso, que ahora mi tía y Víctor tengan que ser el blanco de los medios. Por supuesto sabía que trascendería, ya que mi padre es uno de los Chef y empresario más reconocidos en México, y Aldana, es reportera en una de las cadenas de televisión más importantes, aun así... 
 


 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.