Votos de confianza
Risas y miradas cómplices. Caricias sutiles y conversaciones vanales. Rodeados de ese ambiente culminamos la noche. Realmente fue más de lo que esperaba, Beltrán es el hombre que una no debe perderse de conocer cuando se lo encuentra. Es ingenioso, divertido, elocuente y muy inteligente. Sagaz, y muy, muy audaz. Es difícil no saber lo que piensa porque lo dice. Su sinceridad es algo real, no fingido. Puedo notarlo. Sí, podría estar nuevamente equivocada, ya que he fracasado anteriormente en esto. Pero, ¿para qué ponerme a pensar demasiado en ello? ¿Acaso debo desconfiar de todo, solo porque dos personas me fallaron?
Podría hacerlo, claro que sí, ¿y de qué me serviría? Me amargaria por completo, pensando que todas las personas que se me acerquen, lo harán con la intención de lastimarme. Y eso sería darle más poder a Gael y Aldana del que ya les he dado. Nada puede lastimarnos si lo dejamos hacerlo, ¿no?
En fin, he decidido no pensar ni juzgar cada paso que dé. Y eso estoy haciendo, y me agrada.
Nos ponemos de pie cuando la película llega a su fin, marcando también el de nuestra velada. Cubro mis hombros con un chal largo y negro que tenía sobre el respaldo del sofá, siguiéndolo a la puerta principal.
Allí, nos paramos cerca del panel de madera. Se coloca el saco marrón sobre la camisa blanca que le sienta maravillosamente, mientras yo aguardo tratando de no fijar la mirada en él por mucho rato.
—Bueno, estuvo… ¿bien no? —pronuncia terminando de arreglarse.
—Estuvo bien… sí. —Musito alzando mis ojos hacia los suyos.
La conexión se prolonga, causando un torbellino de nervios en mi cuerpo.
— ¿Quiere decir que aprobé para otra oportunidad? —indaga suspicaz.
Rio, asintiendo.
—Sí, definitivamente. —Afirmo segura.
Su satisfacción se hace evidente en su sonrisa.
— ¿Y qué te gustaría hacer?
—No lo sé, ¿qué propones? —reviro con interés.
Emite un "Ujummm" en tanto lo piensa. Su mirada oscura me recorre con una intensidad que cosquillea en mi piel.
—La verdad, ahora con vos mirándome así… no se me ocurre nada. —Manifiesta acercándose un poco más.
— ¿Así cómo? —le pregunto curiosa, elevando la cabeza para poder encontrar su mirada. Sin embargo me detengo en su boca.
—Así como lo hacés ahora otra vez. —Sus largos dedos colocan un mechón de mi cabello tras mi oreja, mientras baja la cabeza, apoyando su frente en la mía, clavándome su iris en lo profundo. —Ya estoy impaciente por otra cita. —Sus pupilas se expanden, dilatándose ante lo que sé desea.
Le sonrío, con el mismo anhelo invadiéndome.
—Pues… tendremos que pensar pronto qué hacer. ¿No crees? —propongo deslizando mis manos por sus hombros, hasta su nuca.
—Obviamente... solo que en este momento, no puedo pensar en nada más… que volver a besarte.
Y no lo hago esperar. Le ofrezco lo que quiere, y él lo toma sin titubear. Su beso ya no es uno de reconocimiento, ni sumiso, ni delicado. Es fuerte, posesivo y con las notas de lujuria que fueron ascendiendo a lo largo de la noche. Entregada, porque otra cosa no me sale hacer, correspondo con el mismo brío. Y es que, se roba mi coherencia y pensamientos como un mago le arrebata el asombro a su espectador.
Es sublime.
Con las respiraciones como dos trenes a gran velocidad, nos detenemos, pero sin soltarnos. Sus brazos entrechándome contra su cuerpo, aunque su cadera ligeramente retirada me hace saber lo que no piensa hacerme sentir, por ese respeto que ha demostrado.
Acalorada, desplazo mis dedos en su cabello, acariciando, concentrada en recuperar el aliento.
—Va a ser mejor que ya me vaya… no quiero, pero… va a ser mejor —dice con voz grave entrecortada, intuyendo esas palabras son más para él mismo.
Muevo mi cabeza en afirmación, ya que sé porqué lo dice.
—Nos estamos hablando, cuando tenga alguna idea, te llamo. ¿Está bien?
—Claro… —es todo lo que puedo decir.
Nos soltamos, cada quien volviendo a tomar el control de sí mismo.
—Cuidate, Eloísa.
—Tú también.
Un rápido beso de su parte, un adiós del mío, y ya se ha ido. Mirando un punto en la pared frente a mí, respiro profundo. Al soltar el aire, también dejo escapar una risita, todavía sorprendida conmigo por todo lo que me permití esta noche… bueno, casi todo.
🍁
Me encuentro almorzando una ensalada, sentada entre los cojines del sofá, mientras reviso el manuscrito que recibí días antes y que por mis paseos y cansancio no había podido leer. Cuando la canción "The Nights" de Avicci, comienza a sonar. Es la señal de una llamada de Victor.
—Hola, Vic —atiendo alegre.
—Hola, qué sorpresa no ser tu despertador hoy. —Comenta con gracia.
—No, hoy quise ahorrarte el trabajo —bromeo, aunque en realidad no dormí demasiado. — ¿Cómo están ustedes?
—Uhm, bien. Pero a la escucho mejor es a ti.
—Lo estoy. He tenido lindos días. —Respondo serena. — ¿Cómo han estado las cosas por allí? ¿el trabajo con los niños bien?
—Sí, muy bien —contesta, contándome algunas cosas de sus alumnos. —Cuéntame tus excursiones, me causa curiosidad saber lo que ha hecho que tengas esa voz tan relajada y alegre.
Me rio un poco, haciendo lo que pide, omitiendo algún que otro detalle.
Un largo rato después nos encontramos haciendo planes para hacer las mismas actividades juntos cuando pueda viajar también. Porque asegura que lo hará, y que será conmigo y tía Judith como acompañantes.
—Me pone muy contento que estés experimentando todo esto que me cuentas, y que te permitas disfrutarlo. Honestamente tenía mis dudas sobre esta decisión tuya de irte y estar sola luego de lo que pasó.