Díselo a tu Corazón (libro 1)

– 35 –

Debilidades

 


Abro mis párpados despacio, acostumbrando mi visión a mi entorno. En cuanto distingo las sábanas y mantas que me envuelven, vienen a mi mente recuerdos de horas anteriores. Giro rápidamente para buscarlo detrás de mi, pero no está. Su espacio está vacío.

¿Estará en el baño?

Me incorporo, tapándome del frío que pronto roza mi cuerpo desnudo. Escucho atenta algún sonido provenga de allí, pero nada. Tal vez haya bajado a la cocina…

Al mirar en su lado en la mesa de noche, veo un papel apoyado en la lámpara, sospechando lo que puede significar. Que tal vez se ha ido.

Me acerco y estiro el brazo para agarrar la nota en la que leo ese sobrenombre que utiliza y me devierte;

—Mexicanita: te veías tan linda y cansada que preferí no despertarte. Me hubiera gustado dormir con vos, pero no puedo quedarme. Espero no te enojes, y me llames. Un beso. B. —Leo en voz alta, sintiéndome una tonta por arruinar el momento que habíamos pasado. —Posdata: me encantó hacerte masajes, y el pago... Uff. Estoy disponible cuando quieras. —Sonrío sacudiendo la cabeza.


 


¿Cómo pude desbordarme de esa manera? ¿y con él?

Nunca tendría que haber entrado a mi Instagram. Pero claro, me ganó mi momento de valentía, lo que ocasionó me enterara de lo que luego fue la razón de mi debilidad.

Me acuesto nuevamente entre las almohadas, dejando salir un resoplido de frustración.

¿Qué otro golpe recibiré de ese par? 
 

*      *     *
 


 

Llevo un rato observando mi teléfono sobre la mesita frente a mí, pensando en cómo disculparme con Beltrán, recordando la forma en que me acunó contra su cuerpo, permitiendo llorara sobre su piel hasta dormirme. Dios, ¿por qué tuve que ponerme así, y justamente estando con él? 
 


 

Y no es que me arrepienta de haberle contado lo que pasó antes de llegar aquí, porque fue muy tierno en palabras y acción, demostrándome lo comprensivo y sabio que puede llegar ser. Me molesta haberme mostrado así, que viera lo roto en mí, lo que todavía Gael y Aldana consiguen sacar a pesar de esforzarme porque no duela. Pero es que enfrentarme a la nueva noticia; no fue exactamente lo que esperaba. Mucho menos que abriera más mis heridas.
 


 

Pensando en esto, es que decido tomar el aparato y llamar, no a Beltrán, sino a la persona que puede confirmarme lo que me han dicho. 
 


 

Varios tonos después, su voz llena el auricular. 
 


 

— ¡Ranita! ¿Cómo está mi prima hermosa favorita? —La algarabía de Víctor me hace sonreír solo un poco.
 


 

—Hola Vic, estoy bien. Tú muy contento por lo que escucho. —Profiero con cierta vacilación en la voz. 
 


 

—Ha sido una noche interesante —declara, haciendo sacuda la cabeza, pues sé que eso significa que tuvo sexo con alguna nueva conquista… o varias. —La que parece no haber empezado bien el día eres tú, ¿ocurrió algo? 
 


 

—De hecho, sí. Y necesito me digas si es verdad o no. 
 


 

—Claro, dame un minuto —dice serio esta vez. Me quedo esperando, oyendo algunos ruidos y risitas femeninas de fondo. Sí, ha tenido una noche interesante, ya que distingo voces de dos mujeres. Un momento después llego a oír la puerta cerrarse. —Soy todo tuyo, dime qué ocurre. 
 


 

No digo nada por un breve instante, sintiendo ya las palabras que saldrán de mi boca quemarme. 
 


 

— ¿Es verdad que Aldana está embarazada? —Pregunto de un tirón, cerrando los ojos. Un silencio prolongado transcurre. —No hace falta que respondas, ya lo has hecho. 
 


 

— ¿Quién te lo dijo? —Inquiere en tono severo. 
 


 

—Entonces es cierto –digo en un suspiro. 
 


 

—Así parece, pero dime; cómo lo supiste. ¿Acaso ella… ?
 


 

—No, no fue ella. —Lo corto antes de que termine la pregunta. —Salimos anoche, y en un momento de coraje, ingresé a mi Instagram. Como era de esperar tenía miles de mensajes, pero decidí solo responder a uno de Leticia. Quería supiera que estoy bien, hablamos un rato y… 
 


 

—Te lo dijo –protesta. —Le había dejado claro que no se le ocurriera comentarte nada. Pero no, su incapacidad de mantener la boca cerrada es más fuerte. —Se queja. 
 


 

— ¿Hace cuánto lo sabes? –cuestiono haciendo caso omiso a sus quejas hacia nuestra amiga. 
 


 

Suspira con fuerza. 
 


 

—Poco después de que te fuiste, Leticia se la encontró saliendo del hospital donde trabaja. Allí como es lógico se enteró cuando recibió los resultados. —Masajeo mi sien, cuando siento una puntada. Así que tendrán un hijo… —No debió decirte nada. 
 


 

—Ahora o después, ¿qué más da? Tendrán un hijo juntos… ellos… ¡Maldita sea! Está embarazada, Víctor… —expreso sintiendo una punzada en el pecho. — ¿Y qué tal que yo no me enterara de su romance? ¡Ahora, probablemente estaríamos de luna de miel, mientras ella se entera que está embarazada! —expongo cada vez más enfadada, decepcionada por las personas en las cuales creí y amé no hace mucho. —Me seguirían engañando con un bebé de ambos de por medio… Dios, ella ni siquiera quería hijos, siempre lo decía. —Me quedo callada un instante, cuando otra posibilidad viene a mi mente. —Estoy segura que Gael tampoco los quiere. Al menos no aún… ¿y si lo aborta? Ella siempre decía que lo haría si pasaba. 
 


 

—Si decide eso, es un problema suyo. Nada tiene que ver contigo, Isa. Lo que pase con ese par, ya no tiene porqué afectarte. 
 


 

—Pero lo hace, lo hace Víctor. –Aclaro con la voz entrecortada. Inspiro hondo para no volver a llorar como lo hice antes. —No puedo dejar de pensar que si nos casábamos ellos habrían continuado y yo… ajena a todo esto, no sabría de quién sería el hijo de mi supuesta mejor amiga, ¿comprendes? ¿Entiendes lo que hubiera sido de no descubrirlos? 
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.