Han pasado tres días después de ese incidente que tuvieron, el señor Richard le ha dejado de encargada esa habitación y siempre cuando entra intenta no tener casi contacto con esa persona, sinceramente ni ella sabe el motivo porque lo hace pero la única respuesta que tiene es que Alan no vaya a dar un malentendido ni la novia de su paciente. Además él siempre le hace la vida imposible, sinceramente la odia ya que siempre le responde, así Megan también lo está pensando a odiar.
El señor Walker parece entenderla ya que siempre sigue actuando como un egocéntrico, lo que no ha podido evitar Megan es que como paciente debe curarles las heridas que tiene en la espalda y en los brazos, no pueden cocerlas por el motivo que debe ser bien desinfectada.
En la habitación está comiendo y de repente entra su abogado Duartes, también reconocido como mano izquierda del jefe.
-¿Se está mejorando señor Walker? – pregunta sentándose en frente de él.
-Sácame de aquí de inmediato – dice serio cruzándose de brazos – no puedo aguantar estar aquí tanto tiempo.
-No se puede señor – le dice con suma amabilidad – debe quedarse aquí hasta que tomen control de la infección que está sufriendo por medio de esas heridas.
-¡No me importa! – Tira la bandeja de comida al suelo - ¡Has que un doctor vaya a mi casa, no sé, algo pero ya no quiero estar en esta mie*** de hospital!
-Para eso tengo que hablar con el señor Grifad para que pueda ofrecerme un doctor que sea especialista – dice serio por la reacción de su jefe al estar en este lugar – además tendrá que vivir con usted durante el tiempo que sea debido.
-Me da igual – dice enojado – lo único que quiero es no estar comiendo esta comida.
-Ok – se levanta de su asiento – solo recuerde que tendrá que mantener un reposo, tendrá que trabajar desde casa – Liam solo asiente para acostarse de lado sin lastimarse.
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Megan está en su tiempo libre visitando a su pequeña quien ya tenía necesidad de su biberón, ella ansia poder darle de mamar pero como no es la madre no es capaz de hacerlo.
La niña se queda dormida en sus brazos después de tomarse la pacha.
-Eres demasiado hermosa – dice fijándose en cada parte de su cara, sus pestañas, los labios rosaditos, no se parecen en nada; la niña tiene cabello rubio y Megan es café. Sus ojos son azules en cambio los de ella son color miel.
Luego de dormirla la pone en su cuna de la guardería, se despide y sale del lugar para ir a trabajar.
Al llegar al hospital se encuentra con Stuart quien es un buen amigo.
-Te estaba buscando – dice cansada – el señor Grifad quiere verte en su oficina.
-Ok – dice pasando al lado de el – gracias – le toca el hombro agradeciéndole.
Camina por los pasillos colocándose la bata ya que siempre debe tenerla en toda el área del trabajo, está usando un pantalón negro con una camisa de flores amarillas, el cabello lo tiene en una media cola.
Al llegar a la oficina, toca tres veces hasta escuchar un “pase” entra como toda una doctora con sus manos adentro de los bolsillos en su bata.
-¿Me hablo señor Richard? – pregunta mirándolo y después a una persona que está sentado, enarca una ceja confundida.
-Si pasa Megan – responde Richard, ella comienza caminar mirando confusa al hombre de barba y con unos ojos verdes – déjame presentarte al abogado Duartes.
-Es un placer conocer a la especialista en muchas partes del doctorado – dice levantando la mano para estrecharla con ella.
-Bueno, no es para tanto – dice ruborizada por como la destacan - ¿a qué se debe su visita?
-Vera doctora Collins – dice el señor Richard levantándose de su asiento – usted es la encargada del paciente Liam Walker, quien no aguanta estar más tiempo en el hospital.
Megan esta cruzada de brazos intentando entender lo que su jefe le dice.
-Entonces él quiere que las curaciones se los haga en casa – dice agarrando su taza de café.
-¿Y qué tengo que ver con eso? – pregunta de manera seria porque no le gusta que vayan con rodeos.
-Bueno señorita Collins, estaba pensando que usted seria la indicada para ese trabajo – dice el abogado Duartes.
-Sabe que es un proceso muy largo ya que las heridas son muy profundas y deben ser curadas casi tres veces al día – dice un poco nerviosa de hacer ese trabajo.
-Por eso queremos que vaya a vivir con el – las palabras de ese señor las dejan abrutadamente asombrada.
-No, no… no puedo – dice rápido evitando contacto visual con esos hombres – usted sabe que su jefe me odia.
-No sabía señorita pero usted está capacitada para ser la enfermera personal del señor Walker.
-Que no soy enfermera – dice seria pero a la vez preocupada.
-Lo se, solo serán unos meses mientras el señor se recupere – exclama mirándola fijamente – me han contado que usted es una doctora de bastante confianza.
-¿Y que gano yo? – Pregunta observando a los dos – digo, no puedo estar perdiendo mi trabajo por esa persona y ganar poco dinero…
-Le daremos quince mil dólares – dice en seguida el abogado, dejando con la boca abierta a los dos – será un contrato, se lo daré al señor Grifad como prueba que él se lo dará por una propuesta de que usted vivirá con él y lo mantendrá a salvo.
El señor Duartes le entrega un documento donde indica que es el contrato, lo empieza a leer cuando se coloca sus lentes detenidamente, al principio no quiere aceptar porque estará viviendo con un hombre terco y odioso pero al recordar que con ese dinero podrá pagar el trasplante de su madre, es un milagro que no se puede negar.
-Pero… si acepto hay una condición que creo que no le gustara – dice mirando al hombre alto en frente de ella – tengo una bebe y ella tendrá que venir conmigo.
-No importa – dice con amabilidad sonriéndole – ahorita lo más importante es la vida del señor Walker.