Un mes después.
-Creo que exageras – exclama Glenda – Cristian solo es un buen novio.
-Claro que lo es pero sin duda quera familia contigo – dice Megan con malicia cuando se lleva la bebida a su boca – será mejor que vayamos a trabajar.
-Si es mejor, antes que me hagas enojar con tus posiciones – dice cuando se levantan.
-Solo te quiero alentar en tu vida amorosa – responde cuando se dirigen al elevador – además eres buena con los niños – Recalca antes de subir hasta el piso que les corresponde, cuando salen de ahí, las dos se despiden para irse a caminos contrarios, cuando Megan estaba a punto de entrar a una habitación escucha la voz de él señor Richard pronunciar su nombre.
Ella en seguida voltea y ve al señor Richard quien se acerca quedando enfrente de su presencia, desde hace unas semana Megan lo perdono de tal bajeza que cometió al besarla, ahora por culpa de ese incidente Megan no ha podido ver a Liam, hace un día que regreso de su viaje, ha querido tener la oportunidad de hablarle, ha ido a su casa muchas veces pero este no se encuentra haciendo que Megan se entristezca.
-Buen día señor Richard – dice ella con una media sonrisa.
-Buen día Megan – contesta haciendo un gesto con su mano - ¿Cómo estás?
-Pues… no me podría sentir mejor – afirma cuando empiezan a caminar por los pasillos - ¿y usted?
-Me siento bien pero… - corta la voz y se detiene para mirar a Megan quien enarca una ceja – me sentiría mejor si… ¿usted se anima ir conmigo a una ceremonia?
-¿Qué tipo de ceremonia? – pregunta cuando coloca las manos en sus bolsillos.
-De una boda de la modelo Carlota y Damon, ¿la conoce? – Megan asintió sorprendió – necesito una acompañante – termino de decir.
Para Megan es difícil aceptar, no quiere ser parte de eso ya que tendría que ir con Richard, sabe que ya no hay resentimientos pero debe guardar distancia.
-Lo siento señor Richard pero creo que no podre – contesta cabizbaja – debo retirarme.
Paso a su lado para irse a trabajar, ha tomado una buena decisión al no aceptar.
-El señor Walker estará ahí – exclama Richard, haciendo que Megan se asombre y lo mire a través de su hombro – está invitado a la ceremonia.
-¿Y… como lo sabe? – pregunta Megan tragando grueso.
-Es amigo de Damon, por eso sé que ira – contesta encogiéndose de hombros, para caminar hasta ella – quiero ayudarla, sé que la cague cuando la bese, ya no es la misma mujer que sonreía desde ese día, por eso quiero hacer que todo con ustedes se arregle.
Las palabras de Richard hicieron que unas cuantas lágrimas salieran de sus ojerosos ojos por la falta de sueño en pensar en todo día y noche. Era su oportunidad de poder verlo después de un mes sin ver su rostro, esa sonrisa que lo hacía amarlo más.
Esos ojos que la hipnotizaban por completo, sus labios que para ella era una droga así como Liam piensa lo mismo.
-Ok… pero no sé con qué ir… - le da conocer que su vestuario con un gesto de la mano.
-De eso descuida – dice cuando pone su mano en el hombro de ella para reconfortarla – yo te conseguiré uno.
-O no... No es necesario – suplica con una sonrisa nerviosa.
-Descuida, soy yo el que te invito, así que me conviene comprártelo – insiste Richard haciendo que Megan tuviera que sentir a la fuerza – bueno, será mañana la ceremonia a las siete, ¿quiere que la recoja?
-Si por favor – dice sonriendo.
-Bueno, entonces nos vemos mañana.
-Muchas gracias Richard… por todo – dice con una media sonrisa, es un buen amigo.
-No es nada Megan, lo único que quiero es que seas feliz – contesta para luego abrazarla.
Al separarse los dos se despiden y se van a caminos contrarios para poder seguir con sus respectivos trabajos.
Lejos del hospital, en la casa de Liam, él se encuentra haciendo su comida, con suma silencio, con sus dedos agarra un poco de sal para mezclarlo con la hazaña, esta con su traje de trabajo pero sin el saco y la corbata, solo tiene puesta la camisa de mangas largas dobladas de las mangas para no ensuciarse.
Su ceño esta fruncido como siempre lo tiene desde hace un mes, su vida la ha dejado tristeza, más ahora que ha regresado con el compromiso con Melissa, si nadie lo amara, deberá seguir el consejo de su padre.
Se quedó un mes en Canadá para despejar su mente pero es una mentira, Megan sigue en su mente, su voz, su rostro que en ellos ama sus ojos y sus labios rosados que lo volvían loco al besarlos y devorarlos, todo de ella era perfecto.
No puede dejar de pensar en ella, tampoco no ha querido estar ningún día sin verla, así que siempre cuando Megan sale del trabajo él la observa desde la otra calle cuando llega a su casa, junto a su bebe que la extraña demasiado.
Siempre las observa desde lejos, la necesita pero no puede confiar más en ella; mientras se derrumba en sus pensamientos su celular vibra encima de la encimera, en seguida lo atrae a su oído para saber qué es lo que quiere su mano izquierda Duartes.