Después de unas semanas de haber logrado terminar la universidad comienzo a buscar un buen empleo, pero como en toda búsqueda hay rivales, y esto se convierte en un verdadero desafío.
Para mi suerte en una de las empresas más importantes de la ciudad necesitan personal, el puesto que pretendo obtener es para ser secretaria del vicepresidente y creo que soy perfecta para ese trabajo, he conocido a personas que han trabajado como secretarias o asistentes de importantes personas de negocios de grandes empresas y al final terminan en un puesto mayor ganando el dinero suficiente para vivir cómodamente.
A primera hora me dirijo a la empresa con mi mejor ropa y calzado, aunque para ser sincera estoy un poco nerviosa ya que la persona que decide qué persona se queda con el empleo es el presidente Sebastián Blake, ciertamente no entiendo cómo es que el presidente se encarga de ese tipo de asuntos, cuando por lo general los encargados de ello son los de recursos humanos, puesto que el que dirige la empresa suele tener cosas más importantes que hacer. Se dice que es un hombre realmente sin escrúpulos, además de grosero y mujeriego, he escuchado que se acuesta con cualquier chica que le parezca linda y no hay nadie que niegue a salir con él, pero para ser exacta estoy hablando de un playboy de 24 años de edad con demasiado dinero como para encender su chimenea con ello, ya puedo imaginarlo lanzando un montón de billetes al fuego para evitar salir por leña, aunque podría apostar a que tiene a alguien que le traiga su propia leña.
La empresa se encarga del control de varios hoteles y restaurantes de los cuales son dueños, todo controlado y dirigido por un hombre demasiado joven el cual debe tener una mente brillante para haber logrado construir todo esto a su manera, o bastante suerte.
Me encuentro frente a la puerta, inspiro profundo asegurándome a mí misma de que todo estará genial. Empujo la puerta de cristal, mis ojos no pueden mirar alrededor con asombro, todo aquí es demasiado lujoso, las chicas que caminan por aquí con un montón de hojas en sus manos lucen muy guapas, su ropa es ajustada y a la moda, sus zapatillas son tan altas que me duelen los pies de tan solo verlas usándolos. No entiendo como no se tuercen un pie con el tamaño de esas zapatillas; todas aquí son muy hermosas, parecen modelos, viéndolas así me siento extraña, pero, eso no me importa, para mi es mejor vestir cómoda que a la moda sintiéndome extraña, solo espero que eso funcione aquí, quizás debí hacer una excepción por esta vez únicamente.
-Buenos días- saludo a la chica en recepción, no suelo juzgar, pero ella parece tener mal carácter debido a su forma de mirarme, no me responde, se levanta de su asiento y sus ojos examinan cada parte de mí, desde los pies hasta la cabeza.
- ¿Vienes por el empleo? - pregunta con un tono de burla realmente molesto, me observa de una manera que me hace sentir incómoda. No me sorprende que se comporte de esta manera, he conocido a tantas como ella que se creen demasiado por trabajar para una empresa importante.
-Sí- respondo mientras le muestro una de mis miradas más terroríficas para que me deje de observar como si fuese un bicho raro, que en cierta forma así me siento con esa estúpida manera de mirarme. Tomo aire, pero mi garganta arde aún más al hacerlo así que me concentro en lo que debo hacer y decir cuando esté en la entrevista, debo guardar la calma o entraré con el rostro tan rojo como la nariz de Rodolfo.
-Como todas debes esperar tu turno, niña, sube hasta piso 30 y espera a que te nombren- asiento con la cabeza de inmediato.
¡¿Me llamó niña?!
¡Tengo 23 años!
-Gracias- blanquea los ojos al escucharme y continúa escribiendo no sé qué cosas en su laptop ¿Cómo puede haber personas con ese carácter trabajando en lugares como este?
Camino hacia el elevador y presiono el botón que me hace subir, después de un momento se abren las puertas y salgo, a mi derecha hay como diez chicas rubias delgadas y muy bonitas sentadas esperando a que el presidente las llame, parecen como modelos de una revista famosa o algo así, y frente a mi esta la secretaria del presidente, sentada en su escritorio como toda una profesional. ¿Será un requisito ser rubia? No lo creo, no vi nada de eso en el anuncio, puede que tenga una afición por chicas rubias, si es así entonces estoy perdida.
Vaya, creo ahora sí que me quedé sin empleo, estoy segura que elegirán a alguna de ellas en lugar de a mí, ellas son realmente bonitas, bueno, quizás tenga la oportunidad, después de todo tengo una gran actitud al momento de trabajar, mientras estudiaba tomaba trabajos de medio tiempo y me las arreglaba para entregar trabajos perfectos en la universidad y para dar lo mejor en el trabajo.
La secretaria comienza a darnos un papel pequeño con un número escrito en el, el mío tiene un 11 y por lo que veo seré la última; estoy muy aburrida aquí, además tengo sueño, ni siquiera pude dormir bien anoche, tomé la tonta decisión de beber un café y gracias a este no pude dormir, me pregunto si me veré como una momia ahora mismo, cuando no duermo mi rostro y expresión pagan el precio.
-El presidente quiere ver al número uno- dice la secretaria del presidente en tono amable, al parecer ella es la única en este lugar que es amable, sonríe y después vuelve la mirada a su laptop.
La chica se levanta y comienza a arreglarse el cabello antes de entrar.