Desde que salí de su enorme casa no he dejado de pensar en una cosa, diablos, ese hermoso jardín que tiene es como el de un cuento de hadas, si antes me hubiese preguntado como creía que sería habría dicho algo como “debe ser como el de una casa embrujada” enormes árboles sin hojas, secos y oscuros, césped seco, cuervos por todas partes y tal vez hasta un calabozo, aunque el calabozo podría existir, no creo que con ese temperamento y personalidad no sea capaz de tener uno. Todo eso debe ser una fachada para llevar a todas las chicas que desee, las encanta con la maravilla de jardín, y después las lleva a la cama, es simple, pero puede funcionar, si lo hizo una tonta entrevista que no lo haga un jardín así.
Ciertamente no sé cómo es que me he decidido a venir, todo sería más simple si me diera por vencida en todo esto y lo mandara al diablo, aunque ya lo he hecho varias veces y no funciona, puede que me mude y me cambie el nombre ¿Qué nombre sería? Uno elegante, y difícil de pronunciar, pero suene realmente hermoso. Termino de acomodar las carpetas en orden utilizando un sistema con fechas, de esta manera me será más sencillo encontrarlos cuando la bestia los pida. Las puertas del elevador se abren de pronto.
- ¡Tráeme un café! - Ooh vaya, era tan bueno para ser cierto. Me limito a asentir sin siquiera mirarlo, cuando escucho que la puerta de su oficina se cierra me levanto, me pregunto qué pasaría si yo... ¿por qué dejarlo en duda si puedo hacerlo? Dejo el agua muy caliente, siempre he escuchado a otros decir que debo ser mejor incluso si los demás son una basura porque no debería rebajarme, pero no hay satisfacción en dejarlo al karma si no soy yo quien se encarga, o al menos esta vez.
Esta es venganza por sus malos tratos y no porque haya olvidado el beso de anoche lo cual a mí me alegra, entro a su oficina y...
-Mierda-.
Está ebrio
Lo observo un momento, tiene una botella en la mano, parece que es whiskey, no la suelta, de pronto comienza a beber y termina una cuarta parte antes de que pueda quitarla de su mano.
- ¿Presidente? ¿Qué hace? – lo habría dejado que la bebiera, pero tiene una reunión muy importante en poco tiempo con uno de los accionistas mayoritarios de la empresa y debe estar presentable y bien.
-Oh empleada ¡¿Por qué apareciste en mi vida?! ¡Estaba tan bien sin ti! - su voz es extraña, diferente a la que estoy acostumbrada a escuchar.
Por supuesto que está ebrio.
¿Cuánto habrá bebido antes de llegar aquí?
No se ve nada bien.
-¿A qué se refiere?- pregunto curiosa al verlo de esta manera, quizás debería darle un trago más...
- ¡Solo dame mi café! - toma la botella lanzándola al otro extremo del lugar y esta se cae haciéndose añicos, derramándose por todo el suelo y la alfombra. Lleva la mirada a su escritorio, justo donde está el humeante café, intento detenerlo, es tarde, escupe el contenido en su boca y su rostro se vuelve rojo, muy rojo. - ¡¿Estás loca?! ¿Cómo puedes hacer un café así de caliente? - retrocedo ante su expresión, creo que hoy no era el día de hacer esto, debí dejarlo al karma.
-Lo siento- la verdad es que no lo siento ni un poquito, pero respondí eso para no parecer grosera.
- ¡Lo sientes! Lo sientes lo sientes ¿Es lo único que sabes decir? Te la pasas ayudando a los demás, te disculpas, agradeces, y te atreves a decirme cosas que nunca antes nadie se había atrevido ¡Qué clase de chica eres! ¿Quién demonios eres? - parece estar frustrado, pero no entiendo por qué se porta así.
Quizás usó drogas.
-presidente, le traeré agua, mucha agua- salgo de la oficina y el teléfono de mi escritorio suena así que corro a contestar.
- ¿Hola? -.
-Señorita Stewart, recuérdele al presidente sobre la reunión de hoy, y es muy importante que él esté presente, puesto que es el único que trata con esas personas, el futuro de este lugar depende de él-.
-Por supuesto- digo con la voz entrecortada recordando que el futuro de la empresa está a punto de desmayarse por el alcohol. - ¡Oh rayos!, ¿Y ahora que haré? -.
¡Ay ya sé!
Busco en internet trucos para quitarle lo ebrio:
Lleno una jarra de agua, lleno tres tazas de café bien cargado y las llevo a la oficina.
Oh cielos, creo que está dormido.
Me acerco a él, está inconsciente. - ¡Despierte por favor! ¡presidente! – intento moverlo, no se mueve, doy golpecitos en su rostro, nada cambia... ya sé qué nombre usaré cuando huya, Karma, ni siquiera sé si en algún país muy lejano ese nombre exista, sonrío y golpeo con una excelente bofetada ese bonito rostro.
Él despierta con cara de haber visto a un muerto, evito sonreír más cuando veo que su mejilla está totalmente roja.
- ¿Qué quieres empleada? - pregunta lanzando un bostezo. - ¿No ves que trato de dormir un poco? -.
-Vamos, abra la boca y beba esto- presiono sus mejillas de manera que bebe la mitad de la jarra de agua y las tres tazas de café.