Dominante

Capítulo 11 "Cumpleaños"

Cuando abro los ojos no me encuentro esta vez en un lugar desconocido, ya he estado aquí antes, la habitación se encuentra totalmente iluminada ante los rayos del sol filtrarse a través de las blancas cortinas. Pareciera que no he dormido en muchos días y todo mi cuerpo duele como su hubiese corrido un maratón completo, esto claramente parece un deja vu, no me gusta estar en esta casa, pero tampoco es que vaya a quejarme y no agradecer lo que él ha hecho por mí, o al menos no esta vez. Me levanto de la cama, esta vez no espero pasar aquí más tiempo de lo que debería, y ni siquiera debería estar aquí, no entiendo cómo es que terminé aquí ni mucho menos cuando es que acepté venir. Me levanto de inmediato y me acerco al espejo que hay al frente, mi labio inferior está roto, acerco mi dedo índice lentamente y duele demasiado, además hay un enorme moretón en mi pómulo izquierdo, y los dedos de aquel hombre se quedaron marcados en mis brazos, cielos, esto es horrible. Mi rostro luce terrible, como si ni hubiese dormido en semanas. Tomo el sweater que hay en el sofá del fondo, lo ha dejado para mí porque no creo que esta sea su talla ni mucho menos su color favorito.

Cuando llego a la estancia me doy cuenta de que alguien se encuentra en la cocina, escucho ruidos lejanos así que vacilo en acercarme, me pregunto si aquella chica seguirá aquí después de lo que sucedió la última vez, pero antes de poder acercarme los pasos apresurados bajar por la escalera me hacen girar, se detiene de pronto, su mano se aferra a la barandilla cuando me ve.

-Creí que te habías escapado-.

-¿Escapado? Bueno, no sabía que había sido raptada- niega con la cabeza como si intentase retractarse y explicar lo que ha dicho, no puedo evitar sonreír. -Ha sido una broma- asiente con expresión seria, vuelve la mirada a mí y por unos segundos no dice nada, lo cual no me parece incómodo, al contrario, creo que es calmante y me gustaría que permaneciera así un poco más.

-No estaba seguro de si te gustaría quedarte a desayunar o...-.

-Debo volver a casa- respondo antes de que pueda continuar.

-Por supuesto, te llevaré-.

-Tomaré un taxi-.

-No está en discusión, espera aquí mientras enciendo el auto- no espera a que diga más y se aleja. Miro alrededor, no esperaba esto, ciertamente mi plan se limitaba a agradecerle y a huir de aquí, pero ha quedado claro que no funcionó.

Abre la puerta del auto cuando ve que me acerco, y en el momento en que entro siento su mano sobre mi cabeza, protegiéndola de un posible golpe al entrar. Esto es raro. Me confunde. Sus atenciones de pronto se vuelven distintas, me pregunto si tendrá que ver con sus problemas de bipolaridad o si es que usa sustancias ilícitas, en cualquiera de las situaciones creo que existe la posibilidad de que alguien pueda ayudarle, y si lo pidiera yo estaría dispuesta a hacerlo. Sube al auto y me entrega una bolsa, miro el interior, es medicamento. Lo observo con atención esperando a que diga algo, sus labios se separan, ha comenzado a respirar por la boca, de pronto ve mi labio y niega con la cabeza, toma la bolsa bruscamente y comienza a buscar entre todas las cajitas que hay dentro, hasta que toma una en forma de tubo, se trata de una crema, parece que la ha usado antes porque el empaque está roto, presiona el envase y deja caer una gota en su dedo índice, no entiendo que...

Trago en seco cuando sus ojos me observan fijamente, esos enormes ojos grisáceos se mantienen fijos en los míos, ahora quien respira por la boca soy yo. -Esto aliviará el dolor- explica en voz baja y deja con sumo cuidado el contenido en mi labio roto, la sensación es fría al principio, después se vuelve confortante... alzo la mirada nuevamente, está tan cerca de mí que puedo oler su aliento.

Menta.

El auto se detiene, ya estamos frente a mi casa, respiro profundo, volteo a verlo, sigue mirando al frente como si estuviera perdido en sus pensamientos, pensamientos que quisiera saber en este preciso momento.

Ninguno rompe el silencio, mis ojos parecen cerrarse por sí mismos, estoy realmente cansada, giro mi cabeza hacia él nuevamente y lo único que puedo decir es:

-Gracias-.

No dice nada, abro la puerta para bajar, pero antes de hacerlo sujeta mi brazo evitándome salir, volteo y sigue sin mirarme ¿Qué hace exactamente? De pronto la suelta y fija sus ojos en los míos.

-He ordenado que instalen un equipo de seguridad en tu casa, ya ha sido instalado, me aseguraron que era el mejor- espero un momento a que diga que es una broma, sin embargo, creo que no lo es, enserio lo ha hecho, no sé qué pensar de todo esto, una parte de mí se siente molesta por no haber sido consultada al respecto, y la otra cree que no debería decir algo más que agradecer lo que ha hecho, aunque parezca raro, en extremo.

-Yo...- mierda, di algo.

-Si no te molesta quiero entrar para asegurarme de que ha sido instalado correctamente- baja del auto rápidamente, ni siquiera puedo procesar qué está sucediendo aquí. Bajo también y lo sigo hasta la puerta, me doy cuenta de que hay un teclado al lado, es pequeño, tiene números y una pantallita, ni siquiera mi casa anterior tenía esto.

-¿No es más segura una llave?- me mira como si fuese estúpida.

-No- responde fríamente. -Elegí la contraseña, puedes cambiarla después- me entrega una hoja pequeña con los números escritos... 110900261298. Comienzo a teclearlos y se escucha un bip que comienza a sonar cada cinco segundos. -Tienes dos minutos para poder poner tu huella dactilar antes de que se bloquee la puerta y se emita una alerta a la policía- lo observo confundida. -Es para mayor seguridad- su seriedad en esto me asusta.




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