Aún 5 años y un poco más, atrás.
Esta semana, Michael no ha vuelto a quedarse en mi habitación, de hecho lo he sentido un poco esquivo. Le deje una nota en su habitación invitándolo a la mía, pero me quede esperando.
Tengo una sensación extraña en el pecho, como cuando tienes un presentimiento de que algo malo va a suceder.
Intento concentrarme en el trabajo, para no pensar en el rubio de ojos grises, que me trae suspirando por cada esquina.
Llego a mi habitación y me empiezo a desvestir, para darme una ducha. Para mañana, se nos informó que habrá una cena, con gente importante y debemos estar listos temprano, para atender a los invitados. según entendí, se hará un anuncio importante, además de que sirviera para darle la bienvenida a alguien.
Dejo que el agua recorra mi cuerpo, para aligerar un poco el agotamiento físico que el oficio doméstico provoca en mi. Salgo del baño y reviso mi cuenta, he estado ahorrando, porque quiero empezar a estudiar, siempre soñé con ser publicista, pero a veces la vida, te lleva por su caminos y no por los tuyos, pero siempre hay tiempo para retomar aquellos sueños. Lo único que me ata aquí, es Michael, estoy segura que no podría vivir sin él. Algunas veces me descubro soñandome siendo su esposa, teniendo una familia, un hogar juntos, viviendo nuestro amor sin miedos, sin escondernos. Luego me caigo de la nube y me estrello, con la realidad. No existe tal amor, la única enamorada aquí soy yo.
Regreso a la habitación, me pongo la pijama y me meto a la cama, no se cuanto tiempo paso antes de quedarme dormida, lo que si se es que el peso de un cuerpo sobre el mío, me despierta de golpe.
—¡Hola hermosa! —Dice sobre mis labios. ¿Me extrañaste?
Enrollo mis brazos a su cuello, mientras atrapo sus labios con los míos.
—Por supuesto que sí —respondo emocionada.
Nuestros cuerpos se entregan una vez más, sin embargo, en esta oportunidad hay algo extraño, un sentimiento que me es difícil de describir, pero que parece una despedida, un adiós.
Cuando despierto en la mañana, no hay rastro de Michael en mi habitación, lo que me parece realmente extraño, sobre todo porque no se despidió, como acostumbra a hacerlo.
Me alisto, rápido y salgo de mi habitación para iniciar con mi trabajo. Desde tempranas horas, hay verdadero revuelo en la mansión, mobiliario siendo trasladado de un lugar a otro, decoradores en el área del jardín, montando algunas decoraciones. Ninguno de los miembros de la familia, desayunó en la mesa como de costumbre, incluso me enteré de que Michael, había salido temprano a buscar a alguien al aeropuerto.
El día estuvo mucho más agitado que de costumbre, al llegar la tarde estaba realmente muerta, pero no podía ir a descansar, porque debíamos servir en la fiesta.
De mi príncipe azul, no supe nada, en todo el día. Incluso me llamó la atención que al iniciar la fiesta, él no hubiese llegado. Estaba realmente preocupada, pero tuve que ir a la cocina a preparar las copas, que debían estar listas para el brindis.
(...)
MICHAEL
Amanda, llegó en el primer vuelo que arribó de Italia. La chica que había dejado de ver hace exactamente dos años, seguía igual de hermosa que siempre. Amanda, era una mujer hermosa, sofisticada, de buena familia, mi novia era médico y había estado fuera, sirviendo en Médicos sin Fronteras. No estuve de acuerdo con que hiciera aquello, pero Amanda no era el tipo de mujer que se dejaba dominar. No nos prometimos fidelidad, durante el tiempo que nos separamos, pero si dejamos claros que al volver a reunirnos, seguiríamos con nuestros planes de boda.
Amanda corrió hacia mí, apenas me vio y nos fundimos en un abrazo y un beso, ansioso en medio del aeropuerto.
—¡Amor mio! —dijo la rubia, aún con su boca, sobre la mía.
—Bienvenida, muñeca —respondí, mientras la envuelvo en mis brazos.
El resto del día lo pasamos juntos, poniéndonos al tanto de lo que cada uno había hecho, durante este tiempo separados. Terminamos en su apartamento, e hicimos el amor. Pero me sorprendí, pensando en Karla, mientras estaba con mi novia. Lo atribuyo al hecho de que en los últimos meses Karla, había sido mi pareja, de mayor frecuencia. Incluso, tuve que callarme porque su nombre el que estuvo a punto de salir de mis labios. Debo confesar, que aquello me causó una especie de confusión, pero preferí desechar esos pensamientos y concentrarme en lo que ocurriría hoy. Amanda y yo nos comprometeremos y anunciaremos la fecha de nuestra boda.
La ropa que usaré esta noche, fue traída al apartamento de Amanda. Antes de que mi novia se fuera, prácticamente vivíamos juntos, luego de sus partida empecé a quedarme esporádicamente en casa de mis padres y con la llegada de Karla, terminé quedándome de manera permanente allá. tal vez, debí haberle dejado claro a Karla, que lo que sea que fuera lo que teníamos, se acabó. pero bueno, tampoco es que fuéramos algo, simplemente nos acostábamos.
Recuerdo la primera vez que estuvimos juntos, me sorprendí al darme cuenta que era casta y pura, pero luego me encargue de dejarle claro, que yo no tenía planes de nada serio con ella y con ninguna otra mujer, que no fuera Amanda por supuesto, aunque eso preferí no decírselo.