La casa de mis padres, está rodeada de autos elegantes, por lo que presumo que ya la mayoría de los invitados se encuentra presente. Parece que mi madre no conoce el significado de la palabra “sencillo’’.
—Parece que tu madre tiró la casa por la ventana —dice Amanda, observando lo mismo que yo —Mi querida suegra, sabe celebrar a lo grande.
—Así parece, cariño —respondo, serio.
Me bajo y abro la puerta del auto para que del copiloto, para que ella haga lo mismo.
La tomó de la mano y nos adentramos a la casa, pero por la puerta que nos lleva directo al jardín ya que es allí donde la fiesta se lleva a cabo, la decoración es es hermosa pero en este momento eso es lo que menos me importa.
Apenas entramos los presentes empiezan a aplaudir, y los que están más cerca, llegan hasta nosotros para saludar de beso a mi novia y a mi. Miro alrededor intentando encontrar a karla, por alguna razón tengo la tonta esperanza de que no esté aquí. Es en este momento, es donde me arrepiento de no haber hablado con ella, como me lo sugirió Dayane, según mi opinión no tenía porqué hacerlo, se supone que no le debía ningún tipo de explicación, pero en este momento me siento como el más grande de todos los canallas de este mundo, por no haber aclarado las cosas con Karla.
Si pretendo, pasar desapercibido ese iluso plan acaba de irse por la borda porque mi madre acaba de tomar el micrófono y estando de pie en la tarima nos invita a acompañarla a mi novia y a mí.
Llego junto a ella, con Amanda de la mano y es ese momento donde siento como mi sangre se congela, mi corazón se acelera y un miedo indescriptible se apodera de mi. Desde donde estoy la observo, en una esquina del lugar sosteniendo una bandeja con una copas de Champán, su mirada se posa sobre mi y en ella hay miedo, incertidumbre, tristeza, pero también dolor un dolor que incluso a la distancia logro percibir, perfectamente..
(...)
Karla
En la mansión Thompson el día ha estado de locos, hemos estado subiendo y bajando en los preparativos de la dichosa cena. El motivo es todo un misterio, pero lo que sí se nos informó es que es un evento sumamente importante y que los invitados son personas de la alta sociedad.
salgo de la ducha y me coloco mi uniforme, en esta oportunidad es el uniforme oscuro, que solo usamos cuando servimos en las fiestas. Después de la conversación con mi amiga Juana, no la he vuelto a ver, la verdad es que la he evitado, pero más tarde la buscaré, Juana es lo más cercano que tengo a una familia y no voy a permitir que nada nos separé.
Tomo mi cabello y me hago una cola alta, uso un maquillaje tenue ya que es lo que se nos tiene permitido y a decir verdad tampoco soy de mucho maquillaje.
Salgo de mi habitación camino hacia la cocina, tomo una bandeja con unos canapés y salgo hacia el jardín, donde todo se encuentra hermosamente decorado.
—Karla! — escucho decir a mis espaldas a una voz, conocida.
—Dígame, señorita —respondo de inmediato.
—¿Mi hermano habló contigo? —pregunta bajando un poco el tono.
—¿Sobre qué? — pregunto intrigada. Sé que Dayane, sabe sobre la relación clandestina que sostengo con su hermano, si es que acaso a esto se le puede llamar relación, pero ella jamás me había preguntado por Michael, de esta manera.
—Maldito infeliz —dice con indignación, casi en un murmullo, pero que logro escuchar a la perfección. se acerca a mi y me toma por el brazo y me dice:
—Acompáñame —dice ella, pero justo en el momento en que nos disponemos a avanzar hacia no se donde, sus padres aparecen frente a nosotros.
—Dayane, el senador Mcklain y su hijo, acaban de llegar. necesito que los atiendas querida. — Le pide su madre, enfundada en un elegante vestido, muy cerca de nosotras —Karla, únete al personal de servicio, ya los invitados empezaron a llegar —dice la señora Thompson, en tono cortés dirigiéndose a mi.
Solo asiento a modo de respuesta y me alejo de Dayane, que me mira con pena. No entiendo el porqué de ese gesto en su mirada, pero no puedo detenerme a averiguarlo, al menos no en este momento.
Los invitados continúan llegando, todos elegantemente ataviados. Sigo con la mirada, repasando el lugar , buscando a Michael ya que me parece extraño, no haberlo visto en todo el día.
El capitán de los meseros a quien el personal del servicio debemos asistir, esta noche nos manda a llamar a la cocina para darnos instrucciones.
El hombre elegantemente vestido, nos llama a la cocina y empieza a darnos instrucciones, de en qué orden serán las mesas servidas y que a la hora del brindis, todas las copas deben estar servidas justo para brindar después del importante anuncio.
—¿Alguien sabe qué celebran los señores? Hay hasta estrellas de cine allá afuera —dice Juana, irrumpiendo en la cocina.
—Ni idea —responde el hombre, que nos da las instrucciones.
Los canapés y los pasabocas empiezan a servirse, pero hasta el momento no diviso a Michael. El ambiente de la fiesta, empieza a tornarse un poco más animado, pero de un momento a otro, el lugar se llena de aplausos cuando ingresa al lugar una pareja, que desde la distancia no logró divisar bien. La mujer viste un vestido azul rey que le entalla como guante y el hombre, que solo logra ver de costado, viste un smoking negro.