La lengua me pica por contestarle como se merece y mandarlo a la chingada. Sí, lo mexicana estaba luchando por fluir de mi ser, pero me contuve.
No solo estaba frente a mi jefa, sino que también había otros clientes presentes. Respiré profundo y conté hasta mil, trate de que mi boca y mi rostro se pusieran de acuerdo. Soy de esas personas que dice una cosa, pero que sus expresiones reflejan otra. Como dice karla, soy muy muequera, así que trate de poner a ambas partes de mi cuerpo en sintonía.
—Disculpe señor, prestaré más atención a esos detalles —respondí.
Un gesto de extrañeza, se dibujó en el rostro del hombre que me miraba fijamente, le regalé una de mis mejores sonrisas, mientras hacía puños mis manos. De forma cortés, me despedí de los presentes y caminé a paso apresurado de regreso a la cocina. Empujé con fuerza la puerta de misma y una vez estuve dentro de aquel sitio, lance un grito liberador que pareció más bien un alarido.
—¿Sucede algo jefa? —preguntó Mary, de pie frente a mí.
—No— respondí, mientras tomé un filoso cuchillo, para descuartizar un repollo que estaba en la isla de la cocina.
—No creo que eso nos sirva para la ensalada —declara Mary, seria.
No respondí nada, más bien fue una mueca lo que le dirigí a la chica que me miraba asustada. El resto de la noche, me dediqué a hacer mi trabajo, pero aquel mal sabor de boca no se me quito. Muy guapo el tipo, pero definitivamente que era un perfecto patán.
Mi equipo y yo, terminamos de recoger la cocina, para dejar todo en órden y retirarnos cada uno a sus casa a descansar.
Vamos por unos tragos, dice uno de nuestros compañeros, intentando animarnos a todos.
—Yo me apunto —contestan todos. Sus miradas se posan en mí y más por compromiso que por ganas, termino aceptando, ir por ese par de tragos. Tal vez eso ayude a que esta rabia que aún tengo se me baje.
Salimos del restaurante y nos fuimos juntos en el auto de unos de nuestros compañeros. El sitio al que llegamos es un lugar bastante lujoso, demasiado para mi gusto.
—¿Podemos pagar esto? —pregunté, reparando el sitio. No éramos los únicos aquí, de hecho el sitio estaba lleno. Nos acomodamos en la mesa de la esquina, mientras mis compañeros, iban por los tragos.
—Si tranquila, el chico de la barra es nuestro amigo y nos hace descuentos — responde Mary.
Me relajé un poco, al escuchar su respuesta. No pretendía venir a este lugar a gastarme el dinero de mi quincena en una noche.
— ¿Qué fue lo que pasó con Will Carson? —pregunta Mateo, una vez se sienta con nosotras a la mesa.
— ¿Con quién? —pregunté al ver que me miraba, al hacer la pregunta.
— Will Carson, así se llama el tipo que estaba en la mesa, a donde fuiste a saludar a los comensales —agrega Mateo.
—Si el guapo, amiga —declara Mary.
—Así que ese es el nombre del patán ese —. dije en tono molesto.
—Pues es un patán muy guapo —agrega Mary.
—Se quejo de mi comida, delante de todos y me recomendó que fuera más cuidadosa, con su bistec, la próxima vez se lo condimento con veneno de ratas, así no le doy chance de que se queje —dije seria.
—¿Serías capaz? —pregunta, Mateo.
—No lo dudes —respondí —tuve que tragarme todo lo que quería decirle, para no perder mi trabajo.
—Pues aprovecha y desahógate, porque allí está —agrega Mateo, mientras nos indicaba hacia donde mirar.
En efecto, el patán acababa de llegar a aquel lugar, en compañía de otro de los comensales que estaba en aquella mesa. Y aquí, no estaba mi jefa para que evite que le diga todo lo que pienso de él.
(***)
Estando junto a Justin en el estacionamiento del restaurante la vi salir, en compañía de sus compañeros de trabajo.
—Siguelos —dije sin pensarlo dos veces.
—Estás loco, Will.
—Siguelos —repetí.
—¿Qué es lo que te pasa con esa mujer? tenemos una semana de estar viniendo todas las noches a cenar aquí y a la primera oportunidad que tienes de hablar con ella, lo que haces es atacarla —dice mi amigo, en tono molesto.
La verdad es que ni yo me entiendo, hace unos días cuando la vi por primera vez, esa mujer me encantó, pero no había tenido la oportunidad de interactuar con ella, hasta esta noche. De cerca es mucho más hermosa, que de lejos, su cabello negro azabache tiene un brillo sin igual y sus facciones son delicadas y hermosas, es una mujer alta y de curvas bien marcadas, sencillamente hermosa.
— Tan solo me gusta —respondí, con seriedad.
— Pues para solo gustarte, te estás tomando demasiadas molestias, mira que seguirla, ya esto es como demasiado bizarro —agrega mi amigo, con sorna.
El sitio al que llegamos es un bar en un área bastante exclusiva de la ciudad. Entramos al lugar y de inmediato la mirada de Juana y sus amigos se posa sobre nosotros. Tomamos asiento, en la barra, bajo el minucioso escrutinio de la pelinegra, que me trajo hasta aquí.
— ¿Y qué, solo vinimos a espiarla? francamente te desconozco amigo, dónde está el don Juan que obtiene a la mujer que quiere con solo chasquear los dedos —dijo, Justin con sorna.
—Déjame en paz —respondí molesto, pero en realidad mi amigo tenía razón, ni yo mismo entendía ¿qué hacía aquí?
— Y claro que te dejare en paz, porque esa mujer que viene para acá, trae sangre en los ojos —replica mi amigo, mientras se aleja de mi lado.
—¡Buenas noches! —declara Juana.
—¡Buenas! —respondí —¿Nos conocemos? —agregué, fingiendo no saber quién era.
—Ah no me recuerda, no se preocupe, en estos momentos le refresco la memoria —dice tomando mi copa, para intentar lanzarmela en la cara, pero mi mano la detuvo.
— ¡Estás loca! —dije molesto.
—Loca no, pero si molesta usted ofendió mi comida y puso en duda mi trabajo — declara indignada
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Editado: 02.01.2024