Ese idiota, patán, engreído ¿Qué rayos se ha creído?
Llamarme cocinera a mí, a mí, después que me quemé las pestañas por cinco años, para graduarme con las mejores notas. Atrevido, igualado, ignorante.
Llegué hasta la mesa donde se encontraban mis amigos, que me miraban asustados.
—Por un momento, creí que ibas a arrancarle la cabeza al pobre hombre —dice mi compañero de trabajo.
—Ay si, pobrecito —agrega, Mary.
—Si lo van a seguir defendiendo, me voy —declaré sería.
—No, no, si yo nada más decía —replica Mateo.
— Mejor cambiemos de tema, no voy a permitir que el animal ese, me termine de arruinar la noche —respondí.
—Como tú digas — responde Mary, apenada.
Cambiamos radicalmente el tema y un par de horas después, salimos del lugar, cada uno hacia su casa.
Agradecí, las horas que estuve con mis compañeros, cuando llego a casa, extraño mucho a mi princesita y a mi amihermana. Dios primero pronto estarán conmigo.
El apartamento que renté, tiene dos habitaciones, está en un barrio tranquilo, ubicado en los suburbios y a dos cuadras queda una escuela, lo que es ideal para que Mía, pueda asistir. Sé que para Karla no será fácil regresar a New York, pero las tres nos merecemos un futuro mejor y eso lo lograremos aquí, con mayor facilidad.
Entro a casa, me aseo, me cambio y me dispongo a descansar, aunque a decir verdad, la rabia que tengo, dudo que me deje dormir. Como pueden haber personas tan pedantes e insoportables, muy guapo el tal Will Carson, pero todo un patán.
A la mañana siguiente, me levanto temprano, para hablar con mi princesita, a veces me sorprende el tipo de vínculo que Mía y yo tenemos. Karla dice que aunque no compartimos la sangre, si compartimos el corazón, porque yo vivo en el de Mía y ella en el mío.
—Hola tía manina —dice mi niña, al otro lado de la video llamada.
—Hola mi niña —respondo.
Me cuenta todas y cada una de las anécdotas de la semana, mientras que yo la escucho con atención. Termino mi llamada con Mía, luego de saludar a mi amiga y me visto para salir al trabajo.
Espero que mi día sea mejor que el de ayer.
—Buen día jefa —saludo al llegar al lugar.
—Buen día, Juana. Necesito que pases a mi oficina, tenemos que hablar.
Las palabras de mi jefa, hacen que mi sangre se congele. Seguro que el idiota ese, le dio alguna queja mía. Ya Me veo botada, de patitas en la calle. Allí van mis sueños de grandeza al cesto de la basura y todo por no saber controlar mi lengua.
Me quito los guantes de frío y el abrigo que traigo puesto, mientras ideo una disculpa que sea creíble y que me haga acreedora de una segunda oportunidad, en este lugar, pero con la suerte que me gasto de seguro, ya hasta el cheque de liquidación me tienen hecho.
Entro a la oficina de mi jefa, con la cabeza baja, hasta vergüenza me da mirarla, seguro el tal Will, le dijo qe lo amenacé con poner en su comida, el veneno de ratas, ¡ay Dios mío!, perdóname por tener una mente tan creativa, es que las ideas me fluyen tan fácilmente, que hasta yo misma me sorprendo.
—Dígame jefa — declaro, ya en su oficina.
— Toma —dice extendiendo un documento, que parece un cheque.
Lo dicho, ¡ay madre santa! ya me tienen mi liquidación lista.
—¿Eso que es, señora? —pregunté, con temor de escuchar su respuesta.
—Es tu pago, por una cena privada, para la que te contrataron esta noche —responde mi jefa.
—¿Qué? —cuestioné sin entender nada.
—Uno de nuestros más selectos clientes, solicita tus servicios para preparar una cena en su casa, esta noche. Es algo que no acostumbramos a hacer, pero a ese cliente me es imposible negarle lo solicitado —agrega mi jefa.
—¿De quién se trata? —pregunté intrigada.
—Eso no importa, lo importante es que es una persona a la que le gustó tu trabajo y te contrató, por esta noche — Eso es un adelanto del cincuenta por ciento, el resto te lo pagarán en el lugar —agrega la mujer, que está de frente a mí.
Cuando vi la cifra, casi me caigo para atrás, eso era con suerte mi salario de dos meses, más propina.
—Esta cantidad debe estar errada —dije nerviosa.
—No, no lo está — declara mi jefa, sonriendo —y eso es solo la mitad.
Respiro profundo y hago una mueca, que intenta ser una sonrisa.
—¿Cuál es el menú y a dónde debo ir? —respondí un poco más serena.
—En unas horas, el chofer del cliente, pasará por tí, lleva tus utensilios para que te sientas más cómoda. Esmérate, habrá gente importante allí y pueden darse más contrataciones de este tipo.
—Así lo haré —respondí
—No vas como Juana López, sino como la chef de un prestigioso restaurante, así que demuestra lo que valemos, querida.
—Sí señora —declaré.
Salí de aquella oficina emocionada, creo que jamás había tenido un cheque tan grande en mis manos, hasta miedo me da cargarlo.
Llegue hasta la cocina y preparé, lo que voy a llevar, tomé mi mejor atiendo de chef y me lo puse, quedando solo en espera de que pasen por mí.
(***)
—Así que ahora no comeremos en el restaurante, sino que llevarás a la chef, para que cocine en tu casa —dice Justin, en tono de burla — Estás pasado hermanito, nunca te vi tomarte tantas molestias por una mujer.
—No son molestias, son tácticas —respondo serio.
—Tácticas que jamás, te había visto implementar — agrega mi amigo.
—Digamos que estoy innovando.
—Y todo por la mexicana, la verdad no te culpo, la mujer es hermosa, muy hermosa —agrega mi amigo.
—¿Quién te ha dado permiso para mirarla? — declaré, molesto.
—Aún no es tuya, así que está en el libre comercio, puedo admirar todo lo que quiera —dice con sorna, mi amigo.
—También puedo sacarte los ojos, para evitarlo —agregué.
—¿Cuánta violencia, hermano?
—No me provoques Justin —dije serio.
Mi amigo suelta una sonora carcajada, mientras niega con la cabeza.
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Editado: 02.01.2024