Donde muere la marea

Capítulo 4

Donde rompe el mar

Hadley

Bien, esto no era divertido.

Hadley hundió los pies en la arena caliente y se abrazó las rodillas, intentando ignorar el ardor en sus brazos y piernas. Llevaba toda la tarde observando cómo los chicos se deslizaban sobre las olas, cómo se reían cada vez que alguien caía al agua y cómo Merliah brillaba con cada maniobra que ejecutaba.

Era hipnótico verla surfear. El agua parecía parte de ella, como si la entendiera de una manera que Hadley ya no podía. Cada giro, cada movimiento, era natural, instintivo, como si el océano y ella hablaran en un idioma secreto que Hadley había olvidado.

Henry y Kilian, por otro lado, parecían más ocupados en su propia competencia absurda que en perfeccionar sus técnicas. Se empujaban, se robaban las olas, discutían cada vez que uno lograba adelantarse al otro. Hadley los observó en silencio mientras trataban de empujarse con las tablas, con el ceño fruncido.

—No te preocupes, eso pasa todos los días. Siempre es una competición absurda por quien monta la mejor ola o lo que sea—comentó Delia a su lado, con una sonrisa divertida.

Hadley giró el rostro hacia ella, notando que tenía una libreta abierta sobre las piernas. Su lápiz se movía con soltura, trazando figuras en la hoja.

—¿No vas a entrar? —preguntó Hadley, señalando la tabla de surf de Ivanna flotando cerca de la orilla, con Helena hablando con ella.

—Nah, el surf no es lo mío. Pero Ivanna a veces me lleva en la parte trasera y damos un paseo por el mar. Es relajante, pero prefiero quedarme en la arena y dibujar. —Delia pasó la página y comenzó un nuevo boceto.

Hadley asintió, sintiendo una punzada de envidia.

Ojalá pudiera estar tan tranquila.

Ojalá pudiera levantarse, tomar una tabla y meterse al agua como si nada.

Pero no podía.

Sus manos picaban. Sus piernas temblaban con cada oleada de adrenalina contenida. Su cuerpo recordaba cómo era hacerlo, cómo se sentía la velocidad, la fuerza del mar bajo la tabla, la sensación de volar por encima del agua.

Pero los recuerdos eran una jaula.

En su mente, las olas no eran amables. Eran monstruos rugiendo, arrastrándola hacia el fondo, apretando su pecho, robándole el aire. El agua oscura, la desesperación, la certeza de que nunca volvería a salir a la superficie.

Su garganta se cerró y sus dedos se aferraron a la arena, como si pudiera anclarse a la realidad.

No, no podía hacerlo.

No todavía.

—Oye.

La voz de Merliah la sacó de su espiral.

Hadley alzó la mirada y la vio de pie frente a ella, con su cabello trenzado empapado recogido en una coleta baja y la tabla apoyada contra su cadera. Llevaba un bikini deportivo blanco de dos piezas que contrastaba con su piel bronceada, resaltando el brillo de las gotas de agua en su cuerpo. Hadley trató de no mirarla por demasiado tiempo.

Ojos arriba.

Pero entonces su atención se deslizó hacia su cadera, donde un tatuaje de rayos se extendía hasta su muslo. Las líneas eran hipnóticas, casi eléctricas. Su tabla tenía un atardecer con los colores de la bandera lesbica.

No, ojos arriba, Hadley.

—¿Segura que no quieres intentarlo?. Te puedo enseñar, si quieres.

Hadley tragó saliva, su corazón martillando contra sus costillas. Parte de ella quería decir que sí. Quería saltar al agua, quería volver a sentir que el mar era suyo y no su enemigo.

Pero la otra parte…

La parte que recordaba la sensación de hundirse, la presión en su pecho, la desesperación de buscar la superficie y no encontrarla, la dejaba clavada en la arena.

—Estoy bien aquí —murmuró, forzando una sonrisa que no llegó a sus ojos.

Merliah la miró un segundo más, como si no le creyera del todo. Como si pudiera ver a través de su fachada con una facilidad que incomodaba a Hadley. Pero al final, asintió con un gesto ligero.

—Está bien. Pero cuando quieras… —Dejó la frase en el aire, sin presión, sin expectativas, antes de girarse y correr de vuelta hacia el agua.

Los vítores de los demás la recibieron de inmediato. Ciro y Kilian la retaron a un nuevo juego, Henry se burló de su arrogancia con una sonrisa y Helena ya estaba preparada para grabarla con su teléfono colgando en una funda contra el agua.

Hadley exhaló lentamente y volvió la vista al océano.

Tal vez algún día.

Después de un rato, Ivanna llamó a Delia para que se montara en la tabla con ella. Antes de irse, Delia le entregó su libreta a Hadley, pidiéndole que se asegurara de que no se mojara. Hadley la tomó con cuidado y la apoyó sobre su mochila, mientras Delia se quitaba el short de jeans y corría hacia la orilla.

Las risas y los gritos aumentaron cuando Ivanna y Delia se adentraron en el agua. Ciro e Iker lanzaron comentarios burlones, probablemente molestándolas por su entrada poco dramática, mientras Henry y Kilian seguían en lo suyo… básicamente intentando ver quién de los dos se mataba primero. Entre empujones, bloqueos y robos de olas, era un milagro que ninguno hubiera salido con un golpe en la cabeza aún.




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