Espuma de secretos
Merliah
La noche avanzó con el sonido distante de las olas rompiendo contra la orilla y la respiración pausada de Hadley junto a ella. Merliah no recordaba en qué momento se había quedado dormida, solo que la calidez de la otra chica a su lado la había envuelto en una sensación de tranquilidad.
Hadley dormía con la respiración tranquila, su cuerpo relajado entre los brazos de Merliah, como si encajaran perfectamente. Sin pensarlo demasiado, Merliah la atrajo más hacia sí. Hadley se removió ligeramente, y Merliah, aún en ese estado de sueño entrecortado, murmuró con voz ronca:
—Cinco minutos más…
—Ni siquiera sabes qué hora es.
—No me importa… —Merliah suspiró contra su piel, enterrando el rostro en su cuello—. Estás demasiado cómoda como para dejarte ir.
Hadley soltó una risa suave. Merliah sintió el cambio sutil en su respiración y, aunque todavía estaba medio dormida, su mente captó la diferencia.
—¿Estás bien? —preguntó con voz ronca, apenas un susurro.
Hadley tardó un segundo en responder, como si buscara las palabras adecuadas. Finalmente asintió, aunque su gesto fue lento, pensativo.
—Sí… Solo que todavía estoy procesando todo.
Merliah abrió los ojos con pesadez y la miró en la penumbra con una ternura que pocas veces dejaba ver. La noche había sido larga, pero lo que más la inquietaba no era lo que había pasado, sino todo lo que aún quedaba por decir.
Hadley estaba despierta, aunque su mirada seguía perdida en algún punto del techo. Merliah deslizó los dedos con suavidad por su brazo antes de murmurar:
—¿Quieres que hablemos de eso?
Hadley negó con la cabeza sin apartar la vista de donde estaba fijada.
—No ahora.
Merliah asintió, respetando su espacio. Se incorporó levemente y dejó un beso suave en su mejilla antes de esbozar una sonrisa divertida.
—Entonces… ¿quieres seguir durmiendo o prefieres que bajemos antes de que mi mamá venga “casualmente” a ver si seguimos vivas y nos tome una foto?
Hadley soltó una carcajada y se cubrió la cara con la sábana por un instante antes de responder:
—Vamos antes de que nos atrape.
Ambas se levantaron con pereza, desperezándose con movimientos lentos. Hadley se estiró, elevando los brazos sobre su cabeza, y en ese instante Merliah la miró de reojo con una sonrisa ladina.
—Por cierto, me gusta cómo te queda mi camiseta.
Hadley la miró con fingida indignación antes de lanzarle una almohada sin mucho esfuerzo.
—Eres insoportable.
—Pero te gusto igual —canturreó Merliah.
–¿Quien lo dice?
Merliah jadeó con dramatismo, llevándose una mano al pecho como si Hadley acabara de apuñalarla.
—¿Acaso me estás usando?
Hadley se encogió de hombros con fingida indiferencia.
—Por besos y paseos en el mar… totalmente.
Merliah dejó caer los hombros en una pose exagerada de desilusión.
—Qué cruel eres. Y yo que pensé que esto era especial.
Al llegar a la planta baja, el aroma a café recién hecho y pan tostado llenó el aire. Isla estaba en la cocina, sirviendo dos tazas de té, mientras Jane hojeaba un historial médico en la mesa, absorta en la lectura. Aunque sabía que Jane no tenía que ir al hospital hoy, siempre se aseguraba que todo estuviera bien.
En cuanto las vieron aparecer, ambas alzaron la mirada con una sonrisa de complicidad que hizo que Merliah soltara un suspiro de anticipación.
—Buenos días —dijo Isla con una dulzura exagerada, apoyando el codo en la encimera y mirándolas con demasiado interés.
—Buenos días—saludó Hadley.
—Buenos días, cariño —respondió Isla con una sonrisa traviesa—. ¿Durmieron bien… juntitas?
Merliah cerró los ojos con frustración.
—Mami.
—¿Qué? Es una pregunta válida.
Jane cerró el expediente con lentitud.
—¿Dormiste bien, Hadley? —preguntó Jane.
—Sí, gracias —respondió con una leve sonrisa.
—Espero que esta niña no se haya movido demasiado —bromeó Isla, dándole un apreton en el hombro a su hija—. Merliah siempre ha sido de las que patean en la cama.
—¡Mamá! —se quejó Merliah, mientras Hadley soltaba una risa baja.
Isla y Jane intercambiaron una mirada divertida, pero no dijeron nada más.
—Aunque, en teoría, ya sabemos la respuesta. Viendo cómo bajaron tomadas de la mano…–Dijo Jane.
Merliah miró rápidamente a Hadley, dándose cuenta de que aún tenía sus dedos entrelazados con los de ella bajo la mesa. Hadley le devolvió la mirada con una expresión inocente, pero la curva de sus labios delataba su diversión.
—Qué lindo es el amor joven —suspiró Isla con dramatismo.