Hasta la última ola
Merliah
Apenas tuvieron tiempo de recuperar el aliento antes de que los organizadores comenzaran a llamar a los competidores para la premiación. La gente se amontonaba frente al escenario improvisado en la arena, mientras las olas seguían rompiendo a lo lejos, como si también aplaudieran.
—Vamos, Reina de las Olas —dijo Eleanor, empujándola suavemente por la espalda—. Vamos a buscar esa corona.
Hadley rodó los ojos pero no pudo borrar la sonrisa que le invadía la cara.
Los presentadores, con micrófonos en mano, anunciaban los resultados mientras la pantalla gigante mostraba los puntajes:
—¡Y ahora, los resultados femeninos! —gritó uno de los organizadores mientras la gente aplaudía—. En tercer lugar, con un desempeño sólido y maniobras limpias... ¡Helena Vega!
Helena subió al podio en medio de los aplausos. Eleanor, loca de felicidad, chillaba su nombre como si el mundo se acabara.
—En segundo lugar... ¡Con un impresionante aéreo 360... Merliah Soto!
Merliah soltó una carcajada de incredulidad mientras Hadley la empujaba hacia el podio, aplaudiéndole con fuerza. Subió de un salto y riendo con Helena.
—Y en primer lugar... —el presentador alargó la pausa, aumentando la expectación—. ¡Nuestra Reina de las Olas se mantiene en su trono! ¡Hadley Thompson!
El estallido de aplausos fue ensordecedor. Merliah sintió que el corazón le explotaba de alegría. Subió al podio, aceptando la medalla dorada que le colocaron alrededor del cuello, y levantó el trofeo por encima de su cabeza.
Merliah la abrazó de lado, reía y aplaudía como si fuera ella quien hubiese ganado.
—Te lo dije —susurró cerca de su oído—. Eres perfecta.
Hadley no respondió; solo apoyó su frente contra la de ella un segundo antes de posar para las cámaras.
Los organizadores siguieron con la categoría masculina. Merliah se perdió de quien había ganado el tercer lugar por estar besando a Hadley.
—En segundo lugar, con un estilo explosivo y un manejo de olas espectacular... ¡Ciro Martinez!
Ciro levantó los brazos, fingiendo estar sorprendido, mientras Iker lo empujaba hacia el podio entre risas. Chocó los cinco con todos los presentes y subió con un teatro exagerado que hizo reír a toda la playa.
—Y el primer lugar... ¡El infame, el temido, el imparable... Kilian Rivas!
Kilian se acercó caminando despacio, el cigarro aún colgando de sus labios, mientras saludaba al público como una estrella de rock. Levantó su trofeo sin mucho alarde, pero la sonrisa orgullosa que compartió con sus amigos decía más que cualquier gesto.
Hubo un momento de fotos grupales, de abrazos, de trofeos chocando entre sí.
Merliah miró a su alrededor, la brisa jugando con su cabello trenzado, el sol empezando a bajar en el horizonte tiñendo el cielo de naranjas y rosas. Ahí estaba su gente: Hadley y Eleanor discutiendo, Ciro sosteniendo su trofeo como si fuera una guitarra, Iker y Helena burlándose de la discusión tonta de Hadley y Eleanor, Kilian encendiendo otro cigarro como si nada.
Cuando llegaron a casa con los trofeos en alto, todavía riendo por las tonterías que fueron recibidas por un torbellino de brazos y voces.
—¡Estoy tan orgullosa de ustedes! —exclamó mami Isla, envolviendo a Merliah y Hadley en un abrazo fuerte, casi aplastante—. ¡Estuvieron increíbles! ¡Tan en su elemento! ¡Tan libres!
Merliah cerró los ojos un segundo, apoyando la frente en el hombro de su madre. El calor del abrazo, el olor a sal y a hogar, la llenaban por completo.
—Perfectas —añadió mamá Jane, con una sonrisa tan amplia que le arrugaba la cara entera. Besó la frente de Merliah y luego revolvió el cabello medio deshecho de Hadley, todavía húmedo.
—¿Lo vieron todo? —preguntó Hadley, todavía con los ojos encendidos de emoción.
—Todo, todo —dijo mami Isla, apretando sus mejillas con ambas manos.
—Hasta el tubo final —añadió Jane—. Me dio un infarto, pero te vi. Te vi meterte ahí como una loca.
—Fue increíble —dijo Hadley, mirando a Merliah con ese brillo que la hacía sentir invencible—. Tu aéreo fue una locura. Yo casi me caigo aplaudiendo desde la orilla.
—Y tú dominaste el tubo como si hubieras nacido en él —respondió Merliah con una sonrisa suave.
Aunque fuera Hadley la bicampeona, no sentía envidia, ni siquiera celos. Solo un orgullo inmenso que le calentaba el pecho. Era como si hubiera ganado también, simplemente por verla triunfar.
Sus madres comenzaron a sacar comida mientras todos los demás iban llegando, uno por uno, como si fueran satélites orbitando alrededor de esa casa que ya se sentía más como el centro de algo que como un simple hogar. Kilian cargaba su trofeo en una mano y una bolsa de papas en la otra. Eleanor le gritaba a Helena desde la cocina mientras la abrazaba por detrás. Ciro hacía como que cantaba usando su trofeo como micrófono y Ivanna no soltaba a Delia, que ahora parecía mucho más relajada.
—¿Y ahora qué? —preguntó Iker mientras se sentaban todos en círculo en el patio trasero—. ¿Cuál es el plan?