Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 8.

Capítulo 8.

Ariel.

Salgo a correr como todos los días, para poder despejar mi cabeza.

Las cosas que pasaron esta semana son demasiada, mi primera  campaña que manejo solo y tengo a mi ex como cliente. Y lo peor estoy dudando de mi sexualidad, por una linda chica rubia.

Lo único bueno de este día, es que me juntare con mis hermanos más tarde. Por suerte Ornella aprobó ese examen, o si no tendría que pedirle consejos a Brandon y aunque lo amo, ese chico da consejos tan bueno como las cirugías de nariz de voldemort.

Miro mi reloj de cardio  dice que corrí cuatro kilómetros nada mal, me gusta salir a correr aparte de mantenerme en forma me ayuda a pensar. No suelo ir escuchando música, así mis pensamientos pueden revolotear por mi cabeza y así poder resolverlos. Aunque hoy no ayudo en mucho.

Sigo procesando la idea que me dio mi pequeña hermanita, si tengo que salir con los dos y ver cual me gusta. ¿Eso no sería engañar? Me cuestiono y yo pienso que no, engañar seria y si alguno fuera mi pareja.

Pero ninguno es mi pareja, aunque tuve una relación de cinco años con Agustín, tenemos una historia.

Sigo corriendo, pero esta vez con rumbo a mi casa.

Estaba tan inmerso en mis pensamientos que no me di cuenta por donde iba y choque contra algo, mejor dicho contra alguien, era un chica.

Al ser más alto que ella, el impacto en mí no fue más que un simple golpe. Pero ella callo de culo la piso.

-Lo siento, perdóname no te vi.- Dije pidiéndolo perdón.

Le extendí mi mano para que ella la tomara y  cuando lo hace levanta su cabeza, era Olivia.

-Aunche, creo que tendremos que dejar de encontrarnos así. Sino mi trasero pagara las consecuencias.-Dice ella riendo.

La ayudo a incorporase, ella se sacude la tierra de su calza y me mira con una sonrisa. Me detengo unos segundos a mirarla, tenía un top deportivo que  sostenida perfectamente sus senos, una calza lila que combina a la perfección con sus zapatillas Nike negras.

-Si la verdad.-Dije riendo.-¿Cómo has estado?-Dijo mirándola.

-Bien, un poco atareada ya sabes el trabajo y el estudio no se llevan bien.-Dice ella.

-Tienes razón.-Digo, no sabía que más decirle, mis ojos estaban enfocados en su cuello y de su cuello mire su  marcada clavícula y su de su clavícula baje hasta su escote.

-¿Qué opinas?-Dice ella.

-¿Qué ?Perdón no te escuche.-Digo apenado.

-¿Quieres ir a bailar el próximo viernes?- Dice ella.-Ya sabes mover el bote un rato.

-Sería buena idea.-Dijo riendo, me haría bien salir y despejarme un rato.

-Perfecto, te parece si coordinamos bien esta semana.

-Claro, te  hablo.-Dije feliz.

-Bien aún me quedan unos kilómetros más.-Dice ella, se acerca a mí y me besa la comisura de los labios, dejando me pasmado.-Nos vemos Ariel.

-Nos vemos Olivia.

Ella asiente y se va corriendo. Y me quedo ahí quieto sin saber qué hacer. Toco con mi mano, el lugar en donde ella puso los labios.

Nunca una chica me había besado ahí, cuando era adolecente me jactaba de ser el chico “Inalcanzable “siempre podía estar rodeado de mujeres pero nunca estuve con ninguna. Es raro que a esta altura de mi vida cuando creía ya conocerme  bien  este aquí, en medio del parque. Pensando en cómo un simple beso en la comisura de mis labios, desbarato demasiadas emociones.

 

 

Brandon.

Estaba tan nervioso y asustado. Golpeo la puerta dos veces, ¿Porque se tarda tanto? Se supone que hoy no trabaja ninguno de los dos.

La peor parte de ser impulsivo es que después me arrepiento demasiado de lo que hice.

Nunca me puse a pesar que después de renunciar, terminaría así. Esperando que mis papas me abrieran las puertas.

Luego de renunciar, me di cuenta de que estaba a  final de mes y no me habían pagado. Y no podría pagar ningún gasto, por el momento hasta que consiguiera otro empleo. Y eso me lleva a estar con mis maletas en el auto, afuera de la casa de mis papas.

No sé cómo les diría que su hijo varón ,que desde los 18 vive solo, a los 21 termino su carrera y estaba en el mejor momento de su carrera .Tiro todo por la borda, por a verse enamorado de la esposa de su jefe.

Como nadie es capaz de contestar en esta casa, vuelvo a golpear dos veces seguidas.

Escucho que bajan rápidamente la escalera.

 Y la puerta se abre dejando a ver a mi madre, tenía el cabello despeinado y  estaba en camisón. Ella me miro sorprendida.

-Hijo mío.-Dijo desde la muerta y cubriendo se con esta.- ¿Qué haces por aquí?-Dice algo apenada, sus mejillas estaban sonrosadas y se notaba que no había estado durmiendo.

-Mama, sé que no es el momento apropiado.-Dije mirando para abajo, como si fuera un niño pequeño.- pero ¿Puedo volver a vivir aquí contigo?

Ada.

Creo que no había entendido bien, lo que mi hijo me quiso decir.

-¿Qué?- Pregunte desconcertada.

-¿Puedo volver a vivir contigo?-Dice mirando me a los ojos.

Si algo sabia, era que Brandon fue autosuficiente desde que era un niño. Nunca me pidió ayuda para atarse los cordones, ni para hacer la tarea. Para el día de la madre siempre juntaba  dinero de su merienda para hacerme regalos. Se adelantó un año en el secundario y termino su carrera con solo veintiún años, todavía recuerdo como llore el día en que me dijo que se iba a vivir solo. No quería que mi pequeño abandonara el nido.




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