Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 14.

Capítulo 14.

Brandon.

Hace ya un mes que deje la editorial y como todo desempleado sigo viviendo con mis padres. Aunque ellos digan que no les molesta, yo sé que sí.

Papa sigue saliendo a correr conmigo todas las mañanas para animarme pero nada lo logra, Sigo estando mal.

No consigo trabajo, al parecer nadie es capaz de contratar me.

Con respecto a mis hermanos, ambos están muy raros. Ornella anda distraída y casi distante, avecés ni siquiera sale con nosotros a tomar algo.

Por otro lado Ariel, anda más deprimido que nunca, no entiendo que le pasa.

Me siento un inútil al no poder ayudar a mis hermanos a que estén bien.

Mientras comía un bocado de mi yogur con cereal. Se me ocurrió una idea asombrosa.          

-Mama.-Digo atrayendo la vos de mi progenitora.-¿Los abuelos siguen teniendo esa casa en el campo?-Pregunto.

-Sí, ¿Por qué?

- Estaba pensando que en dos semanas, es semana santa. Y podríamos aprovechar e ir toda la familia, los abuelos, mis padrinos y sus hijos.

Seria genial, tendríamos tiempo para pasar en familia. Olvidarnos por unos días de todos los problemas.

-Me parece una idea fantástica.-Dice ella animada.- Les digamos al resto de la familia.

Ella toma su celular y sé que está llamando a mi madrina. Yo empiezo a llamar a mi hermana.

- Hola pequeño bebe que volvió a casa.

-Hola pequeña monstruo que hechizo a su novio para que viviera con ella.

-No digas pavadas.-Dice enojada.- ¿Para qué me llamas?

- Para decirte que  reserves el fin de semana santa. Ya que iremos a la casa de campo de los abuelos.

-¿Enserio? Genial, porqué con mi osito estamos frustrados de tanto trabajo.- Ruedo los ojos al escucharla llamarla así a mi cuñado.

- ¿Eso es un sí?

-Pues claro tontín.

-Bueno, eh sin insultos.

-Bay, te amo estúpido.

-Yo más suricato.

 

Después de tener la confirmación de mí hermana, mis primos y tíos. Solo falta llamar a mi querido hermano.

-Hijo ¿Puedes llamar a Ariel? Me tengo que ir al trabajo.-Dice ella.

-Si ma.-Respondo.

-Que buena idea la que tuviste, hace mucho no estamos todos reunidos.

- Es que cuando quiero soy un genio.

-Eso es verdad.-Ella empieza a caminar y se detiene a verme.- Por cierto, una mujer llamada Reina vino a buscarte ayer. Dijo que volvería hoy.

Me siento mareado como si el aire dejara de entrar a mis pulmones. Y  mi pulso se acelera y mis manos sudan. ¿Qué ella estuvo aquí? ¿Cómo tuvo la caradurez de venir aquí?

-¿Es ella no?-Pregunta mi mama.

- Si.-Suspiro.

-Sabes que tarde o temprano tendrías que enfrentarte a ella.

- Lo se mama, pero no pensé que fuera hoy.-Digo poniendo mis manos en mi cara.

-Brandon, te crie para ser fuerte.-Dice ella, sacando mis manos de la cara y obligándome a mirarla.- Si el amor es capaz de quitarte las ganas de todo. Pero no te crie para que seas débil, sos fuerte hijito. Y ahora te toca enfrentarte a la mujer que te hizo daño.

Trago en seco y la miro, ella tiene razón.

-Tienes razón mama, pero me duele. Yo estaba enamorado, sigo estando.

- Ya lo sé y enfrentarte a ella, hará que empieces a sanar.-Dicho esto beso mi frente y se despidió.

Es difícil dejar de amarla, de pensarla o soñarla. No puedo decirle a mi corazón que se haga de nuevo, que se remiende solo y vuelva a latir como antes.

Estoy enamorado de Reina, y por ese amor tan estúpido fui un maldito iluso. Que pensó que ella dejaría a su esposo por mí.

Me levanto de mi asiento y empiezo a limpiar la cocina. Ya que vivo aquí por lo menos algo tengo que hacer. Mis padres casi nunca almuerzan aquí, así siempre término comiendo las sobras de la noche anterior.

Subo a mi cuarto para bañarme, si es que llega a venir Reina. Le tengo que mostrar que  estoy perfecto y que no me afecto en nada lo de su embarazo. Aunque la verdad sea todo lo contrario.

Mientras el agua se  calienta, aprovecho y me quito la barba de hace unos días. Una vez lista el agua  me meto a bañar.

Uno veinte minutos después salgo dela ducha y me seco el cuerpo. Me vuelvo a mirar al espejo, tengo mejor pinta que antes.

No tardo ni cinco minutos en vestirme, me pongo un pantalón Nike negro y una remera gris, junto a mis tenis blancos.

Convencido de que me veo bien bajo a la sala. Estoy nervioso y todavía no sé si ella va a venir, capaz que se halla asustado y no  venga.

Sería lo mejor, aunque la próxima vez que la estoy seguro de que me tiraría al piso en posición fetal.

Camino por la sala buscando un libro en la biblioteca de mi mama, de alguien herede el gusto por la lectura.

Escucho que golpean la puerta, dejo el libro sobre la mesa del centro.

Camino hacia la puerta y la abro nervioso ¿Sera ella? Cuando abro por completo la puerta me encuentro a la mujer que  pisoteo mi corazón y lo hizo sin un ápice de remordimiento.

- Tenemos que hablar Brandon.- Enuncia con su melodiosa voz.

-Eso creo.- Digo con malestar.- ¿Por qué no solo me dijiste era un amante más?- Pregunto.

- Déjame pasar.-Demanda mientras e acomodo los lentes negros.

Me tomo unos minutos para verla, si uno fija mucho la vista en su vientre se ve abultado, un hijo, de ese maldito idiota.

Dejo que ella pase adentro y cierro la puerta. Se sienta en el sillón y me hace señas para que la acompañe.

- Buena elección de libro.-Dijo mirando el libro de Orgullo y Prejuicio.       

- ¿Para qué viniste?-Indago enojado, pensé que me sentiría dolido  y triste hasta estaría llorando. Pero en vez  de eso siento rabia y enojo.




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