Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 17

Capítulo 17                                                                   

Ornella

- Ella.-Grito Pablo en mi oído, mientras me quitaba uno de los auriculares.

Lo miro furiosa y le tiro uno de los cojines del sillón de la sala, el cual esquivo hábilmente.

- ¿Qué te pasa aborto de simio? – Le pregunte enojada.

- Hace dos horas que te estoy hablando y ni bola me das.- Dice devolviéndome el cojín, que no logre esquivar y golpeo mí rostro.

- Maldito exagerado, nunca más vuelvas a gritarme en mi oído.-Le digo aun enojada. -¿Por qué me molestas?- Pregunte exasperada.

- Primero, las chicas quieren saber por qué andas distante.- Dice el en un tono molesto, él ya sabía la respuesta. ¿Porque sigue jodiendo con eso? - Ya se esa repuesta no me mires así, pero le tendrías que  contar Ana y Mili son tus mejores amigas.- Me reta el, pongo los ojos en blanco y amago ponerme los auriculares y seguir  ignorándolo. –Espera, cuchame una cosa. Aparte de eso mama quiere que termines de acomodar todo, así esta noche guardamos las cosas para el viaje de mañana.- Dice con tranquilada, asiento con la cabeza.- Y por último Noah te está esperando afuera.- Dice con cierto desdén.

Mi corazón empezó a latir muy rápido, sentí las gotas de sudor acumulándose en las palmas de mis manos, que seco rápidamente sobre el cojín.

¿Qué hace el aquí? ¿Con que derecho vino a mi casa esa escoria?

- No estoy, dile que me mude a la Quiaca.- Digo tapándome la cara con las manos, tengo ganas de llorar. El solo hecho de recordar sus manos en mi cuerpo, me dan arcadas.

- Mira que mentirosa nos salió, la nena.- Su voz retumbo en mi cabeza en forma de eco, esa voz me hiela la sangre.

Me levanto del sillón tan rápido que me mareo. Él estaba aquí en mi casa, Noah está a unos metros de distancia, con una tranquilidad como si hace unas semanas no hubiera pasado nada.

- ¿Qué haces aquí?-Pregunto molesta.

- Pablo me dejas solo con Ella, tenemos unos asuntos pendientes.-Hablo de tal forma, que me hizo temblar las piernas. Me tuve que volver a sentar para evitar desmayarme.

- ¿Quieres que te deje con él?- Pregunto Pablo.

Todo en mi cuerpo gritaba “NO”, no quiero que el este aquí, no quiero que me dejes sola acá. Pero Pablo no sabe mi miedo, no sabe que es el quien me agredió.

Miro a Noah  el solo sonrío, sabía que si no hablábamos a solas ahora. Encontraría otra forma de hacerlo y prefiero estar aquí en la seguridad de mi casa, que en la calle.

- Este bien, ve hermano.- Dije en un susurro.

El me mira no muy convencido, pero acepta y se va. A los dos segundos me arrepentí.

Ariel

Mientras se reproducía Believer de Imagine Dragon, en mis auriculares. Corría por el parque, aumente de diez kilómetros a  quince en un mes. Aparentemente correr me disuadía del mundo real. Era una pequeña escapatoria de mis problemas amorosos.

Intente llamar a Agustín varias veces en estas semanas, quería saber si el estaría conmigo cuando revelara mi orientación sexual a mi familia. Pero el no respondió.

Y no lo culpo. Culparías al olivo por secarse, cuando uno nunca lo rego.

Claro que no lo harías. Desearía haber sido un poco más listo y haber actuado antes.

Doy media vuelta para volver a mi apartamento, hoy me tomare el día libre para  acomodar las últimas cosas antes del fin  de semana en familia.

Creo que estoy listo para contarles a mi familia que me gustan los hombres y las mujeres, que estoy enamorado, y luego  rogarle a Agustín para que me perdone.

Sé que será algo difícil de procesar, algo que puede hasta  resultar doloroso. Pero tengo veinticinco años, y no puedo seguir dentro del armario.

No sé en qué momento llegue a mi edifico. Pero sin darme cuenta estaba entrando al ascensor.

- Espera.- Dice la voz de una mujer. Freno las puertas del ascensor para que no se cierre y así dejar pasar a la señora. Ella entra al ascensor acomodándose los lentes de sol, su cábelo rubio natural brillaba a la par de su bronceado dorado, el cual obviamente era artificial.- Gracias.- Dice mirando me, al verme su boca forma una “o”. Se saca los lentes de sol para mirarme bien, sus ojos verdes me parecieron tan familiares ¿De dónde los conozco?

- Tus ojos…- Dice consternada, parecía que estuviera viendo un fantasma.

Capaz está a punto de tener una apoplejía.

- ¿Se encuentra bien señora?- Pregunte con preocupación.

- Si, lo siento.-Dijo en un acento raro, que no logro descifrar.

 Al llegar a mi piso, noto que la mujer sale al mismo. Y seguimos por el mismo pasillo, ella me miraba cada vez con más intensidad.

¿Tendré olor a chivo? o algo en mi cara.

Ella se para justo en frente de la puerta de Olivia, golpea de forma frenética.

Me apresuro para llegar a mi departamento, abro la puerta justo en el momento que escuchó.

- Hola mama.-La voz cantarina de Olivia, llega a mis oídos.

Ornella.

- No entiendo que haces en mi casa.- Suelto con furia y miedo al mismo tiempo.

- Lo que yo no entiendo es porque no me haces caso.- Dijo de forma siniestra. Lo miro más de cerca, tiene  el ojo morado y el labio partido, parecía estar sanado.-Te dije muy bien que no te acerques a Padano y lo primero que haces es ir y pedirle que me golpee.-Escupe las palabras con asco.

Llevo mis manos a boca, ¿Por qué Nicolás golpearía a Noah?

- Yo no le dije nada, no lo hable en semanas.- Contesto a la defensiva.

- Eso no parece. –Dice acercándose más a mí. Estaba a menos de veinte centímetros  de mi cuerpo, intento  ir me para atrás, pero el sillón me hace caer.

Quede sentada en el sillón, Noah empezó  reírse de forma baja. Toco un mechón de mi cabello con uno de sus mugrosos dedos.




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