Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 28

Capítulo 28.

Ornella.

Estoy emocionada y ansiosa. Hoy es mi primera cita con Nicolás.

Si alguien me hubiera dicho que  tendría una cita con el bombón más hermoso de todo el colegio. Me le hubiera reído en la cara.

Pero mírenme ahora, probándome mi quinto out fit.

Salgo del baño y voy hacia mi habitación. En donde Mili, Ana y Pablo. Me esperan para juzgar mi atuendo.

-Es el elegido.- Dice Ana sonriendo.

-Si me encanta como los short mom se pegan a tu estrecha cadera.-Dice Mili.

-Y el crop top de lana blanca. Es perfecto agrégale  un collar. Ese que es una piedra brillante, el de corazón. Quedarías divina.- Comenta Pablo.

Las tres lo miramos con la boca abierta.

-¿Hablas moda?-Pregunta Ana impresionada.

Moda para nosotras significa, saber hablar de cómo mezclar atuendos y  alhajas. Para crear un estilo único. Los únicos chicos que saben hablar de esto, son los gays.

-Vivo con Julieta Villagrán. Gurú de la moda, no hay forma de que no sepa sobre ropa.-Dice Pablo riendo.

Ana se le tira encima, rodeando su cuello con los brazos. Él le rodea la cintura con sus manos y se besan.

-Tengo a mi propio Flavio Mendoza.-Chilla emocionada.

-Ay por Dios.-Me rio.

Ana se ofrece a hacer dos trenzas en mi cabello. Debía admitir que estaba quedando linda. El maquillaje es sutil, base, rímel y labial mate (el cual no se traspasa).

-Te ves radiante.-Dice Mili sonriendo.

-¿Lo crees?-Pregunte con una sonrisa tímida.

-¿Acaso lo dudas? Vos sos la que repite “Soy hermosa, inteligente y perfecta”-Dice rodando los ojos.-Es obvio que te ves hermosa.

La abrazo con entusiasmo. Hace mucho no me sentía linda.

Después de lo de Noah, odiaba usar ropa ajustada. Por qué pensaba que era mi cuerpo el que lo provoco. Pero gracias a mi mama y mis hermanos, entendí que no era yo. Que no es mi culpa. Yo no tengo la culpa de lo que su mente retorcida piense.

- Ahora tengo reglas.-Dice Pablo serio. Ana lo mira con cara de confusión.- Primero nada de manoseos. Segundo nada de llegar después de las diez. Tercero nada de besos de lengua. Cuarto nada de “me queda dormir en la casa de Mili” por qué no soy tonto, eso es mentira….

Empecé a reírme. ¿Y este desde cuando me manda?

-Claro papa.-Digo irónico.-Pero ustedes si se pueden escabullir en medio de la noche a darse besos apasionados.-Digo con una risa picara.

Ya que la noche de la pijama da me levante al baño y Ana no estaba. Era claro que estaban juntos.

Mi hermano enrojeció y me miraba con cara de derrotado.

- Bueno, eso es otro asunto.-Dice Ana riendo. La miro con la ceja levantada.- ¿Qué? Tengo que estar del lado de mi novio.-Dice  ella.

Pablo la mira con dulzura. Me enterneció el corazón verlos así, mirarse como si no existiera nada más que ellos dos.

-Lo que mi novia dijo.-Dice Pablo.-Solo que no se pase contigo eh. No quiero perder un amigo.

-Está bien.-Digo rodando los ojos.-Pero ustedes no hagan cochinadas.-Digo señalándolos con el dedo acusador.

Ambos enrojecen.

-¡Ornella no digas groserías!- Ambos me reprenden.

***

 

Tocaron la puerta. Miro a mis amigas y a mi hermano. Los tres señalan con sus pulgares hacia arriba. Dándome ánimos.

Camino hasta la entrada, la cual parece estar mil metros. Tengo muchos nervios, demasiados para ser exactos.

Con el corazón martillándome en el pecho. Abro la puerta.

Lo primero que mis ojos ven, es su pelo. Corto a los costados en un degrade, bastante moderno, le quedaba muy  bien. Sus ojos verdes me miraban con esa intensidad que me traía loca.

Tiene puesto una remera blanca con el logo del hombre jugando al  polo. Unos jeans negros ceñidos a su cuerpo y sus usuales  convers negras.

-Hola.-Digo volviendo mí vista a sus ojos.

-Hola pequeña.-Saluda.-Él toma mi mano y meda una vuelta. Haciéndome sonrojar.-Te ves preciosa.

-Tú te ves hermoso.

El me mira con ¿Alegría? La verdad no se interpretar lo que está pensado.

-Te dije que me fascina que seas  tan directa.-Comenta.

Pone una mano sobre  mi cintura. Sus dedos sobre mi piel causaron estragos, sentía una descarga de corriente recorriéndome las venas.

-No, pero a mí me fascina que lo digas dulce.-Coqueteo poniendo mi mano en la suya.

Los dedos del se entrelazan con los míos. Levanta la ceja en señal de confusión.

-¿Dulce?-Pregunta riendo.

Me acero a  él y beso sus labios.

- Por tus besos, estos.-Digo besándolos de vuelta, era un simple pico. Pero lo suficiente coqueto como para causarle una sonrisa traviesa.-Son dulces.

-Me estás haciendo perder toda la cordura, pequeña.

Juro que me derrito cuando lo escucho llamarme así.

- Y recuerden a las diez los quiero acá.-Exige Pablo. Rompiendo nuestra burbuja.

-Que inoportuno.-Se queja Nico.

-Aja, recuerden eso. Cuando no tengan 18 y un hijo por no tener las manos quietas.-Nos dice.

-Mejor nos vamos. Deja de ser tan payaso Pablo.-Me quejo rodando los ojos.

Tomo de la mano a Nicolás. Empezamos a caminar, pero yo no tenía ni idea hacia dónde íbamos. La verdad no me importaba, ya que el calor de su mano con la mía. Me tiene emocionada, es lindo sentir nuestros dedos juntos. Lo malo es que me transpira mucho la mano.

-¿A dónde vamos?- Pregunto.

-Ahora a tomar el colectivo. Para llegar a Banderi park.-Responde

El parque de diversiones. Parece un estupendo plan.

-Genial.

Julieta.

Es el cuarto ramo de rosas que recibo en el día. Y todas tiene la misma tarjeta pidiendo perdón.

Ese maldito infiel.

Todo el mundo sabe que cuando tu marido te envía rosas roja., después de una pelea de este índole. Es por culpa, por  haber sido infiel.




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