Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 36

Capítulo 36

 

Brandon

Si hace unas semanas. Me hubieran dicho que me iba a mudar con la mujer que amo y que íbamos a formar una hermosa familia. Me le hubiera reído en la cara.

Ya que dudaba que Reina dejara su marido por mí. Por un editor que gana lo suficiente para vivir bien. Pero lo hizo lo dejara por mí y por nuestra niña.

Al principio estaba muy asustado. Ya que  no me considero alguien responsable o maduro. Soy el tipo de chico que ama tomar leche chocolatada y ver caricaturas en el sillón. No soy capaz de cuidar de alguien más pequeño.

Si cuando me dejaron a cargo de Catherine la perdí. En mi propia casa, al final resulto que estaba durmiendo. Pero ese día pase un susto horrible.

No quiero imaginar lo que sería con mi hija.

Pero mis padres me dijeron que lo iba a hacer bien. Que iba a tener una compañera para tomar leche chocolatada y ver caricaturas.  Eso me tranquilizo. Empecé a fantasear mi vida con ellas.

Siendo todo para ellas y ellas siendo todo para mí.

— Brandon  ¿Leíste el libro que te deje? — pregunta Carol. Ella es una chica de estatura promedio, con pecas y un cabello negro corto hasta la altura de sus orejas. Tiene ese flequillo moderno que usan las chicas ahora en día. En su labio inferior tiene un pirsin justo en el centro.

— Si — digo haciéndome a un lado para que ella mire mi trabajo. Estaba en la hoja 456  de 460. — No me queda casi nada.

— Para ser sincera, pensé que tardarías a lo sumo dos días más en terminar de editarlo.

— Que poca fe tienes  en mí.

— Es que… — dice algo sonrojada. — Leí tu expediente y dice que te echaron. Asique pensé que eras malo en tu trabajo. Pero estoy muy arrepentida de haberte juzgado.

— ¿Y no estas arrepentida de haber leído mi expediente? — pregunto indignado.

Ella se lleva la mano al pecho fingiendo estar ofendida. ¡Que caradura!

— La verdad no — comenta con desinterés.

Enarco una ceja confundida.

—  ¿Por qué no? — pregunto con interés. Esto suena interesante.

 ¿Acaso tengo una compañera loca que investiga a sus compañeros de trabajo?  Para después secuestrarlo, asesinarlos y mandar sus pedazos en cajas por todo el mundo.

Bueno, Cate tiene razón. Tengo que dejar de ver tantas series. Me están haciendo mal.

— Quería invitarte a salir. Y me quería asegurar de que  no fueras casado o hubieras estado preso — dice  sin ningún tipo de vergüenza. — También quería  asegurarme que no fueras un psicópata. Pero me ha tocado leer varios manuscritos de asesinos y dementes. Que podría salir con uno para probar, pero ni si te ocurra mandarme un conejo muerto como regalo.

Miro a Carol con sorpresa. La verdad no sé qué pensar. Me quede sin palabras.

¿Enserio acaba de decirme todo eso?

Hago un sonido raro con mi garganta antes de responderle.

— Emm ¿En serio hiciste todo eso?

— Claro— comenta mordiendo el pirsin de su labio. — Aunque pensándolo bien. Suena demasiado  raro.

Suelto una risa.

¿Solamente raro? Es totalmente loco y espeluznante. Pero no se lo digo, no la quiero hacer sentir mal.

Aunque me da miedo. Pero tampoco soy tan malo.

— Aunque me sienta alagado Carol — digo con una sonrisa. — Hace un día que me mude con mi novia, la cual esta embarazada.

 Su cara pasa de la sorpresa a la vergüenza en cuestión de segundo. Su piel pálida toma un color rojo fuerte.

— Emm…Yo… — empieza a tartamudear. Siento un poco de pena por ella, ya que su actitud fue algo loca. Pero con buena intención.

— Tranquila. Es algo de lo que supe hace poco. Es normal que no esté en mi expediente.

 

— Si, la verdad tendría que estar — comenta mirando hacia un costado.

— O podrías haberme hablado como una persona normal y te enterabas — le recuerdo con una sonrisa. Ella bufa y hace un gesto con la mano.

— Eso es aburrido.

— Pero aterrador.

Las palabras salen de mi boca con rapidez. Ella me mira frunciendo el ceño.

— Tal vez, pero solo un poco.

— Si tú lo dices…

— Bueno, para ser sincera — dice entrelazando sus dedos. Me mira con media sonrisa. — Esto fue incómodo. Ahora fingiremos que esto no pasó. Y que solo te pregunte por el manuscrito, dijiste que casi lo terminas.

Sé que se debe estar muriendo de la vergüenza. Me estaría pasando lo mismo en su lugar.

— Este bien, Carol.

— Genial — murmura. Pone sus manos en su cara. Una de ella, la derecha, tiene un tatuaje de una flor. Es lindo y delicado. — Nos vemos y felicidades por tu bebe.

— Muchas Gracias Carol.

Ella sale de mi  cubículo. Pero no ve la pared y se la lleva puesta.

Me levanto raídamente para socorrerla. Ella tenía sus manos en su  nariz.

— Auch — se queja. — Hoy no es mi día. Ni mi año.

— ¿Estas bien? — pregunto intento verla.

Ella tenía los ojos llorosos. Asiente de forma rápida.

— Emm sí, me voy — dice rápido y sale corriendo.

Quedo unos minutos procesando lo que paso. No sé bien como manejar esto. Pero hare lo que ella me pido, fingir que su rara propuesta nunca paso.

Carol sí que es rara.

Me encojo de hombros y vuelvo a mi lugar de trabajo.

Quiero terminar temprano para poder ir a casa, con mi familia.

***

— ¡Ya llegue! — grite emocionado. Fue algo exagerado porque el departamento no es muy grande. Pero me gusta dar una gran entrada.

Dejo mi mochila en el armario junto a mi saco.

— Estoy en la cocina— responde Reina.

Camino hasta la cocina y allí. La veo, juro que no hay nada más hermoso y perfecto que esta vista.




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