Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 37

Capítulo 37

<<Es una doble actualizacion. Si estan aqui primero, sepan que hay otro capitulo anterior.>>

Ariel

Salgo del trabajo a las nueve de la noche. Como todos los días, y como todos los días camino una cuadra y media hasta el bar.

No es que ahogue mis penas en alcohol ni nada de eso. La verdad no sé porque siempre termino yendo hacia allí.

Será por el ambiente, tranquilo y sin disturbios.

Antes de darme cuenta, la campiñilla que anuncia  mi entrada en el bar, me saca de mis pensamientos.

Al entrar siento las miradas de unas chicas. Me doy vuelta y les guiño un ojo con picardía. Avecés coquetear no está mal. Ellas sueltan una risa para luego ponerse a parlotear entre ellas.

— El sireno siempre causando admiración entre mis clientas — se burla Tomas.

Ruedos los ojos ante el comentario del pelinegro. Que chico molesto.

Anteojito — digo su apodo, inventado por mí. El pelinegro hace cara de disgusto. — Deberías pagarme por atraer clientela.

El me mira dudoso. Pasa su  mano por su cabello y lo revuelve.

—  Claro deja de creerte mucho vos—  se burla.

— No me creo, lo soy.

Ni idea de donde me sale tanto ego. Todo es culpa de mi papa, sin dudas el ego se te pega.

— Ay por Dios, el sireno tiene complejos de rey tritón — exclama.

 No puedo evitar soltar una carcajada, atrayendo la mirada de algunos clientes.

— ¿Te han dicho Anteojito que estas mal de la cabeza? — pregunto tomando asiento en mi lugar habitual. Eh venido tantas veces, que ya tengo mi lugar.

— Deja de llamarme así, es ofensivo — se queja.

— Tú me llamas sireno y ya no me quejo de eso.

Rueda los ojos molesto. Me sirve un vaso de  bourbon. Ya sabe mis gustos.

— Eres imposible — murmura rodando los ojos. Se nota que lo dice conversión.

— ¿Cómo va el colegio? — pregunto.

Él me mira de manera extraña.

— Antes si te preguntaba algo, me dabas una mirada mordaz — se queja. — pero como yo soy una persona buena onda. Te responderé, mis estudios van bien. Estoy a veinte materias de graduarme.

Suelto una pequeña risa.

— Pero son pocas ¿Cuántas materias tomaste este año?

— Seis — responde orgulloso.

— ¡Genial! — lo felicito. — En mi primer y segundo año tome doce  materias. Casi muero del estrés, pero quería terminar antes.

Tomas me mira boquiabierto.

— ¿Acaso no salías de fiesta? ¿No te divertías como alguien normal?

— Claro, pero en vacaciones. Cuando no hacia pasantías en la empresa de mi padre.

— ¿En serio te la pasaste estudiando? — pregunta asombrado.

Asiento con la cabeza.

— Es que quería terminar rápido. Ahora manejo  mi área propia y hago lo que me gusta. El sacrificio valió la pena.

Para mí siempre tuve en cuenta lo que mama siempre me enseño. Priorizar mis estudios y aprovechando que no tenía necesidad de estudiar. Use mi tiempo al máximo, hice una carrera de cuatro años en tres.

— Con razón nunca sonríes. Y tu diversión es venir a tomar a mi bar todas las noches— comenta. — Que triste.

Lo miro con mala cara.

— Así espantaras tus clientes — digo enojado.

— No te enojes sireno. Es que tienes que divertirte más.

— Me divierto — lo contradigo al instante.

— ¿Saliendo con tus  hermanos? — pregunta burlón.

— Si y también salgo con mis amigos — contesto algo irritado. — Aparte me juntaría más con ellos, si no fuera por el idiota de mi ex— digo molesto. Tomo de un sorbo lo que quedaba en mi vaso. — Consejo Anteojito, nunca te pongas en una relación con alguien de tu círculo de amistad. Nunca acaba bien.

El me mira asombrado y confundido. ¿Qué la pasa este chico?

Luego caigo en cuenta de que dije abiertamente y sin ningún tipo de pudor. Que mi ex, es un “él”.

¿Le molestaran las personas gay? 

— Tienes razón, tomare en cuenta  el consejo — dice limpiando una copa. Un cliente le habla. — Discúlpame un minuto.

Él se va a atender el cliente. Miro mi vaso como si fuera lo más interesante del mundo.

— ¿Quieres ir conmigo y mis amigos a bailar el sábado? — pregunta Tomas.

Levanto mi vista. Sus ojos marrones me miran con cierto brillo que no se descifrar.

— ¿Ahora te doy lastima? — pregunto de forma burlona.

— No, no, no — dice el moviendo sus manos. — No das lastima. Solo quiero ayudarte a que te diviertas y te relajes. Aparte mis amigos son geniales.

Medito unos segundos su propuesta. La verdad suena interesante. Ornella se la pasa con su novio los fines de semana y Brandon ocupa todo su tiempo con su mujer.

La verdad debería conseguir más amigos. En el trabajo se me hace complicado, ya que no sé quién quiere ser mi amigo enserio y quien quiere un mejor puesto.

— Esta bien. Suena interesante.

— Vamos, si quieres ven aquí el sábado. Ya que hacemos la previa y luego disparamos para algún lado.

Dios, la forma en como habla. Me hace acodar a mi hermano.

Y como no, si tienen la misma edad mental.

— Bien para mí — respondo sin tanto interés. No quiero parecer desesperado por salir con sus amigos. — ¿Me das tu número?

Al preguntar eso, Tomas queda rojo como un tomate. Ruedo los ojos ante su infantil reacción.

— Claro.

Le paso el celular, para que el anote su número.

— Listo — dice devolviéndome el celular.

Miro como se agregó  “Anteojito”. Sonrió de lado.

— Y no acepto esta salida solamente porque mis amigos y mis hermanos estén ocupados. — aclaro sonriendo.

 — Claro digamos que es eso — dice burlón. Me guiña un ojo y se va a atender a unos clientes.

Ruedo los ojos. Este chico sí que es insoportable.




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