¡Doble actualizacíon! Happy day book
Capítulo 38
Ornella.
— Arriba hija — grita mama antes de cerrar de un portazo la puerta.
¡Que linda forma de despertarme! Pienso sarcástica. La verdad no tengo ganas de ir al colegio, tengo sueño y aparte tengo un examen muy difícil de matemáticas.
Aunque Nicolás me ayudo a estudiar toda la semana. Aún tengo nervios, es casi final de trimestre y no quiero reprobar.
Con pereza salgo de mi cama. Voy hacia la ventana la abro un poco y saco la mano por la ventana, para ver cómo está el clima. Hace frio, demasiado. Y eso que recién estamos por empezar mayo, no quiero imaginar lo frio que estará en julio.
Voy hacia el baño. Hago mis necesidades y empiezo a peinarme el cabello. El cual está muy enmarañado, ya que anoche me bañe y me acosté a dormir.
Siento la vos de mi mama diciéndome “Debiste secarlo, peinarlo y atarlo en una trenza”, ruedo los ojos.
Después de varios intentos, puedo hacerme dos rodetes bien armados. Lavo bien mi cara, cepillo mis dientes. Me pinto un poco las pestañas y uso un labial color mate.
— Bella, segura e inteligente — digo mirándome al espejo.
Me siento feliz. Al fin estoy empezando a ser yo. Ya no estoy mal por lo que paso con Noah. Creo que todo eso tiene que ver con que no tengo tiempo de estar triste. Ya que Nicolás ocupa cada emoción negativa, con cosas positivas.
Salgo del baño y busco que ponerme. Encuentro un pantalón de rayas negras y blancas frisado. Perfecto para este frio.
Busco una remera de polo blanca. Y arriba de eso me pongo un suéter de lanilla lila. Me calzo unas zapatillas blancas.
Me miro al espejo, me veo divina.
Hoy estoy de buen humor. Como si supiera que algo bueno va a pasar.
— Hola hermanito — saludo a Pablo. El salía al mismo tiempo que yo de su habitación.
— Hola cara de huevo — me saluda. Pone una mano en mi cabeza y desacomoda mi pelo.
— Deja de hacer eso. Me había peinado — me quejo, manoteando su mano.
— ¿En serio? No me di cuenta — dice el muy tonto. — Deberías considerar usar un peine a la próxima.
Lo miro furiosa. Me acerco rápidamente a él y desacomodo su perfecto pelo peinando. Él se queda quieto mientras desacomodo su cabello. Pero el muy infeliz, tiene una suerte del demonio. Ya que su cabeza sigue igual de peinada y perfecta.
— ¡Te odio! — le digo medio en broma. Cuando me di por vencida en la tarea de despeinarlo.
— Eh ¿Por qué están peleando? — pregunta papa. Se estaba acomodando la corbata.
— No peleamos. Solo es Ornella llorando por no tener nuestro perfecto cabello — comenta con burla Pablo.
Papa se acerca el y chocan puños. Ruedos los ojos molesta.
— Claro, ustedes dos son muy bobos — me quejo. — Pablo me despeino y mi cabello de zanahoria me hace parecer un crayón mordido — me lamento haciendo un puchero.
— Es la genética querida hermana — dice Pablo encogiéndose de hombros.
Se da media vuelta para bajar por las escaleras a la cocina.
— No digas eso, pequeña — dice papa abrazándome. — Eres igual de hermosa que tu madre. Ambas tienen ese color tan bello y vibrante. Lo que te hace distinta y perfecta.
— ¿Te eh dicho que eres el mejor papa del mundo? — pregunto con una sonrisa. Los ojos azules de papa brillan.
— No las suficientes veces — se queja.
Lo abrazo con fuerza y le doy un beso en la mejilla.
— Entonces lo digo ahora de vuelta. Eres el mejor papa del mundo.
— Y tú eres la mejor hija del mundo. Mi hija favorita.
— Soy tu única hija mujer — comentó obvia.
— Por eso.
Finjo estar ofendida. El me abraza y besa mi frente con cariño.
Los dos bajamos las escaleras. Entre risas y bromas.
Mama había hecho un desayuno de lo más variado.
— ¡Churros! — gritamos con papa al mismo tiempo.
— Ojala se alegraran así cuando me ven — comenta mama.
Papa va a su lado la toma por la cintura. Hace un movimiento de baile raro, dejándola en la típica posición. De ella abajo y él abajo. La sostiene con una mano de la cintura y con la otra toma su mano.
— Buenos días amor de mi vida — la saluda besando sus labios. Y poniéndola de vuelta en la posición normal.
— ¡Qué asco! — comenta Pablo con la boca llena de dulce.
— ¡Que tiernos! — digo embobada.
— ¡Me mareo! — dice mama, tomando asiento.
— ¿Qué? Perdón pelirroja, no pensé que te fuera hacer mal — se lamenta papa. — ¡Oye! Bizcochito de papa. No hagas que tu mami se maree ¿Me escuchas?
Ver a mi papa hablándole al vientre abultado de mama. Me da muchísima ternura, es muy hermoso ver el amor en su máximo esplendor. Pasaron por tantas cosas.
— Alex, tus hijos nunca te hacen caso. ¿Por qué crees que él bebe lo haría? — se mofa mama.
Papa le pellizca juguetona mente la nariz.
— Porque tiene una mama, que da mucho miedo y sin dudas hará caso — contesta.
— Uh me parece que alguien dormirá afuera…— se burla Pablo.
Papa lo mira con cara de pocos amigos.
Se ve tan cómica la escena, que no puedo evitar reírme como loca. Mama se acopla a mi risa. Unos segundos después los demás se unen.
El ambiente se sentía tan cálido y acogedor. Me gusta sentirme así, en casa y feliz.
***
El examen de matemáticas fue asombrosamente fácil. Nicolás es un gran profesor. Si no saco un diez, pego en el palo.
Salgo al patio a tomar un poco de aire. No falta mucho para el recreo. Tengo muchas ganas de ver a mis amigas y a Nicolás.
En estas semanas, hemos estado juntándonos en grupo. Mili, Ana y yo. Con Pablo, Nicolás, Marcos y Lucas.
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Editado: 17.09.2021