Capítulo 45.
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Ariel.
— Hijo… Hijo… Campeón…Despierta…
Unos murmuras se escuchaban a mi alrededor. No podía abrir los ojos, los sentía muy pesados.
— Ariel, por favor despierta — escuchó una voz. No sé de quién es.
Pero la verdad no quiero despertarme. Intento moverme, pero siento un ligero tirón en mi costado. Como si algo punzara mi costado.
Con gran esfuerzo puedo abrir mis ojos. Pero solo un poco, ya que una luz cegadora me lo impide.
— Por el amor de Dios, hijo estas bien — murmura la voz de un hombre. Entra la confusión y el dolor, no puedo distinguir quien es.
Con mucho esfuerzo logro abrir mis ojos. Lo primero que visualizo es un techo pintando de rosa pastel.
¿En dónde estoy?
De pronto los recuerdos llegan a mí. El rechazo de Tomas, los gritos del departamento de Olivia, la madre de Olivia clavándome su picana en mi costado.
Instintivamente llevo mi mano hacia allí. Siento un dolor horrible que hace mis músculos tensarse y arder. Suelto un grito de dolor, al notar algo incrustado en mi piel.
— No te toques. Creo que se te quedo algo pegado a la piel — miro hacia el lugar de donde proviene la voz.
Era mi papa, Carlos, quien me miraba preocupado. Estaba atado de pies y manos, con lo que creo que es… ¿Unas medias de red?
Parpadeo varias veces para ver bien. Papa estaba con sus muñecas amarradas por unas medias de red negra, las cuales se unían en un nudo desordenado a uno de sus pies . En donde podía ver si pie izquierdo doblado de una forma anti natural.
— ¿Qué te paso papa? — pregunto preocupado. No entiendo que sucede. — ¿Por qué estas atado?¿Mama en donde esta? ¿Qué te paso en la cabeza? — esta última pregunta la hago al observar, un rastro de sangre seca en su costado izquierdo.
Intento incorporarme, pero al hacerlo. Siento que el pequeño metal injertado a mi costado se entierra más. Intento moverme, pero no puedo. Noto que estoy atado, más bien mis pies están atados a la patas de la cama. Intento ver con que es, pero al hacer el movimiento. El dolor se vuelve más insoportable.
— No te mueves, te lastimaras peor — me advierte el. — Fue todo un error, jamás debí dejar a tu mama hablar con esta mujer. Nunca debí apoyar esta estúpida idea.
— ¿Qué paso? No entiendo porque la mama de Olivia nos hace esto.
Él me dedica una mirada de miedo y angustia.
— Es que Clarisa, fue una ex prometida de tu papa. Ella estaba muy loca, corrección lo sigue estando. Solo que cuando tenías como tres años, ella te secuestro. Eras a penas un bebe. Amenazó con matarte… Pero todo se solucionó, pensamos que ella había sido extraditada….
Sentía náuseas y un dolor horrible. No puedo asimilar lo que me están diciendo.
¿Yo fui secuestrado? ¿Por qué me lo dicen ahora?
— ¿Cómo? ¿Por qué nunca me lo dijeron?
— Te queríamos proteger, no queríamos que te preocuparas. Pero nunca contamos con que Alexander. La hubiera dejado embarazada.
Al decir esas palabras. Siento como mi cerebro trabaja toda velocidad. Como Clarisa me reconoció en el ascensor. Como Olivia cambio su actitud drásticamente hacia mí. Como insistía en que nosotros no podíamos estar juntos. Las preguntas acerca de mi familia. Las preguntas que mama hacía.
Ahora todo comenzaba a cobrar sentido.
— ¿Olivia es mi hermana? — pregunto más para mí mismo.
— Si, tu mama lo sospecho desde que la vio. Ella se dio cuenta que era igual a Clarisa. Al principio solo investigamos… Pero ella no quería seguir con la duda, asique hoy vinimos a hablar con Olivia. Pero estaba su mama. Entramos confiados en que sería una conversación sana.
“Pero esa mujer está chiflada, en cuanto le dijimos que hablaríamos con Alex. Se puso como loca, ataco a tu mama. Intente la, pero con un jarrón o no sé qué mierda. Me golpeó la cabeza. Escuche a tu mama gritar, luego te escuche a ti gritar. No sé si grite que fueras, pero creo que no lo hice. Vi a tu mama forcejear con Clarisa, intente defenderla. Pero me clavo esa pistola de mierda en el cuello — mueve su mentón mostrando dos grandes apoyas.”
Si mama sospechaba que una loca vivía cerca de mí… ¿Por qué nunca me lo dijo?
Tengo miles de preguntas que hacer. Miles de cosas pasan por mi mente. Pero solo una es urgente.
¿En dónde está mama?
— ¿En dónde está mama? — pregunte intento mirar hacia todos lados. Pero solo estábamos nosotros dos en la habitación.
— No lo sé, me desmaye y al despertar. Solo te vi ahí tirado, temí lo peor. Intente zafarme de estas mierdas— señala sus manos. — Pero están muy atadas. Tenía mi pie izquierdo atorado en una caja redonda y el otro atado a mis manos. Lo intente sacar, pero creo que al hacerlo me fracture el pie. Y duele como la mierda.
La desesperación crece en mí.
¿Si esa vieja loca le hizo daño a mi mama? Necesito salir de aquí.
Intento sacar el filoso metal del costado de mi cuerpo. Debía atener al menos cinco centímetros, y cuatro de ellos estaban dentro de mi cuerpo. Inclino mi cabeza, como si estuviera haciendo abdominales. Puedo ver que tengo una gran esfera roja al alrededor. Se veía grotesca. Parece un súper grano gigante.
— No me puedo mover. Tengo que sacarlo, para poder ver como desatar mis pies.
— Date la vuelta, ponte de costado intentare quitártela — dice.
Con mucho esfuerza y muchos quejidos. Logro dar media vuelta a mi cuerpo. Quedando frente a frente a él. Papa se acerca a mí poniendo sus dos manos en la zona roja.
— ¡La puta madre! — grite cuando sus dedos tocaron.
— ¡Perdón!
— Tú sigue, saca esa mierda de ahí.
Parecía que tuviera parquin. Sus manos temblaban, al estar amabas unidas. Sus movimientos eran torpes, quien sufría mas. Era mi cuerpo, que sentía cada vez más el metal dentro de mí.
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Editado: 17.09.2021