Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 46.

Capítulo 46.

 

Olivia.

 

— ¡¿Cómo que es tarde?!— grita Alexander a mi lado. — Clarisa, déjate  de idioteces. ¡Abre la maldita puerta!

 Eso no fue buena idea. Gritarle nunca es buena idea.

Cuando papa lo hacía, mama se pasaba todo el día encerrada en su habitación.  Al otro día aparecía lastimada, con rasguños o autolesiones.   Siempre fue algo susceptible.

— ¡¿ALEXANDER?! — Grito desesperada.

Debe estar cerca de la puerta. Ya que el grito se escuchó muy fuerte. Intento abrir la puerta con mi llave, pero no se puede. Algo la traba.

— Mama, por favor abre la puerta — digo más calmada. Todos me miran con extrañeza. — Si le gritamos no servirá de nada. Ella es capaz de lastimarse.

— Me da igual que se lastime. Tiene a mis padres y a mi hermano allí adentro. Retenidos contra su voluntad.

Brandon, quien parecía el más calmado de todos. Está desesperado, mira a la puerta como si fuera algo que debe destruir o romper.

— Oye, es mi mama — la defiendo.

— La mía es la que está allí adentro. Lo peor es que escuche  a mi papa gritar su nombre. — me dice enojado. — No, me pidas que respete a tu madre, cuando ella claramente no respeta a la mía.

Solo asiento con la cabeza. Sé que si fuera mi mama quien está en esa situación, estaría igual o peor.

Pero no quiero hacer nada que la perjudique. Aun guardo esperanzas de que sea mentira. Mi mama no lastima a otros. Nunca lo haría.

— ¡Mierda! — se escucha desde adentro. Puedo percibir que la voz de mi mama. — ¡Debería haberte  matado cuando eras un niño!

Ante su grito desquiciado. Llevo mis manos a la boca en señal de sorpresa.

No, no, no, no. Mi mama no dijo eso, mi mama no pudo haber dicho eso.

Entro en un estado de shock. No soy consciente de lo que está pasando a mí alrededor, siento como todo se está volviendo  borroso. Me siento abrumada, confundida, con miedo, decepcionada.

Mi mama ¿Es un monstruo? Ella me mintió toda mi vida. ¿Qué fue real y que no?

Escucho  gritos a mí alrededor. Pero no entiendo que pasa.

No sé en qué momento, me recosté en el suelo. Mis rodillas contra mi pecho y mi cara escondida entre ellas.

No es cierto, nada de esto es cierto.

 

Ornella.

— ¿En dónde está mi mama? — escucho gritar a Ariel.

Se escucha como algo de vidrio cae al piso haciéndose añicos.

—  Ты умрешь, как она.

No sé qué mierda dijo. Pero son tan escalofriantes.

Al escuchar el grito de la mujer. No pierdo tiempo  y reacciono, de una forma que deja sorprendidos a todos.

Con mi pierna izquierda, doy una patada frontal. Tal y como aprendí en clases de defensa personal. La primer patada solo hace que se mueva un poco. Vuelvo a pegarle otra vez, mucho más fuerte. Logrando  aflojar un poco las bisagras.  No miento cuando digo, que duele y duele muchísimo.

Cuando me posiciono para golpearla de vuelta. Pablo se me adelanta y le da otra patada mucho más fuerte que la mía. La cual logra tirar la puerta por completo.

— ¡La puta madre! — exclama papa.

Pensé que se refería a nosotros  rompiendo la puerta. Pero a lo que se refería era a lo que pasaba dentro  de ese departamento.

Pero me distraigo al escuchar gritos sofocados. Me doy la vuelta buscando la fuente de esos ruidos. Veo a Olivia, tirada en el piso sollozando. Cosas inaudibles.

— Quédate con ella —  me pide alguien.

Me acero hasta ella e intento calmarla. Pongo mi mano sobre su cabeza. Ella me observa, su mirada me parte el alma.

Tiene la mirada de alguien con el corazón roto. Y no de la forma romántica, si no roto por un ser al quien amas y adoras. Al ser que piensas que nunca te desilusionaría o haría algo para herirte.

Una madre.

— Mi… mi…. Mama… ella — tartamudea llorando.

No sé qué hacer. No sé qué decirle. Así que hago lo que creo  correcto .Me pongo a su lado y la rodeo con mis brazos. Ella me abraza con fuerza, como si en este momento mis brazos. Fueran lo único que la mantiene entera.

No puedo evitar sentir pena  y tristeza por ella.  Yo sabía que mis padres no mentían, porque los conozco  y confió en ellos. Pero estoy segura de que Olivia piensa lo mismo de su mama. Y saber que no la conocías, que conviviste toda tu vida con una extraña. Debe ser horrible. Nadie merece eso, nadie merece  ser engañado.

— Siento mucho esto Olivia, ojala lo que paso fuera mentira.

Y por su bien lo prefería. No por nada me quede con ella, si no lo que vi en ese departamento. Me dejo helada, no quiero voltear a ver.

 

Siento que si lo hago me derrumbare. Y por ahora me toca ser fuerte.

Los llantos y gritos que se escuchan en esa habitación. Son desgarradores.

Las lágrimas siguen bajando por mis mejillas. Lo hacen cuando escucho el grito ahogado de papa.

— No, Ada… Despierta, no tú no  pequeña.

 

Ariel.

 — Mama. Si estás ahí, por favor abre la puerta. No quiero hacerte daño, solo quiero hablar. No le hagas daño, por favor.

El grito femenino. Hace que deje de prestarle atención a la herida en mi costado.

¿Esa es Olivia? ¿Cómo supo que estábamos acá? ¿Acaso ella sabía lo que su madre estaba planeando?

— Creo que es Olivia — le informo a papa. Quien intenta con los dientes quitarse la media de red.

— Espero que la distraiga. Hasta que logre sacarme esto. No sé qué le hizo a tu madre, pero quiero creer que esa sangre es la de mi cabeza y no de ella.

Está asustado e histérico. Intenta  con mucha fuerza y fiereza deshacerse  de sus esposas. Pero lo único que consigue es cortarse más los labios. Haciendo que el piso se llene de ese liquito rojizo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.