Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 47.

Capítulo 47.

 

Brandon.

Me creerían si les digo que la vida pasa en un segundo. Que todo lo que hoy esta, mañana  ya no.

Tengo tantas emociones recorriendo mi cuerpo. Miedo, ira, enojo, tristeza y sufrimiento.

Cuando la puerta cae, con la pata propinada por Pablo. Siento como  mi mundo se da vuelta. Como todo lo que sentía se multiplico por cien o mil.

Me aventuro a  entrar primero. El departamento parecía sacado de una película de terror. Los muebles rotos, vidrios por todos lados. Pero eso no fue lo que me quito el habla y me dejo helado.

Sino el gran charco de sangre que inunda el lugar.

¿Mis padres están bien? ¿Y mi hermano? No veo a nadie en toda la habitación.

— ¡Ariel! — grita mi papa. Pero no recibimos respuestas.

 

— Nicolás y Pablo. Vean en la cocina  — ordena Alexander. Quien mira con horro y miedo el lugar. — Brandon ve por la derecha, yo iré a tu izquierda.

Los cuatro nos ponemos en marcha. Voy hacia la derecha, intento que mis pies no toquen la sangre. Pero es imposible.

Suelto un grito cuando veo un camino de sangre.

— Alexander — murmuro.  Él me mira, señalo el suelo. Lo veo volverse blanco como una hoja vacía.

— Yo iré por aquí.

 

Iba a replicar, pero escucho un quejido. De una de las puertas. Camino hacia ella abriéndola de golpe, noto que es una habitación. Con la mirada en el piso, visualizo sangre una soga tirada. Y un cajón de madera roto.

— ¡Hijo mío! —  chilla papa. Quien está a un costado.

El corazón se me achica al verlo. Esta  hecho mierda, su cara esta lastimada. De su boca brota sangre, su camisa está llena de esta. Pero eso no es lo peor. Sus pies, ambos, están doblados de una forma  extraña.

— Papa, papa — digo socorriéndolo. — ¿Qué paso? ¿En dónde está mama? ¿Y Ariel?

 

Él me mira confundido. Hace una mueca de dolor cuando intenta pararse. 

 

— ¿Ariel no está con tu madre? — pregunta  frenético.

 

— No, no lo vi cuando entre. Yo solo los buscaba. Ven siéntate en la cama, te alzare en mi espalda.

 

Contrabajo él logra hacer lo que le digo. Se pone algo nervioso al escuchar un grito, al igual que yo. Casi lo suelto para ir corriendo, ese grito es de mi hermano.

 

— Ven sube — le ordeno. Me doy vuelta quedando de espaldas a él. Pasa sus piernas al lado de mi cintura. Las tomo con fuerza, sus brazos rodean mi cuello. Siento una presión fuerte, pero no me importa. Solo quiero sacar a mi padre de aquí.

 

— Vamos, busquemos a tu madre — me pide. Su vos no suena bien, es temblorosa. Sé que está haciendo todo lo posible para no llorar.

 

Salgo de la habitación me tomo con Nicolás, quien tiene el celular pegado en su oreja. Su cara esta pálida parece que vio un muerto.

Me mira y ve a mi padre.

 

—Estoy llamando a la ambulancia y la policía — nos informa y se va afuera.

Lo sigo ya que no puedo cargar más tiempo a papa, está muy pesado. Y siendo sinceros, no me puede ayudar así.

— Ey, no me lleves afuera. Quiero buscar a mi esposa — dice.

 

Iba a responderle, entonces escucho un grito.

— No, Ada… Despierta, no tú no  pequeña  —  el grito de Alex. Me hizo parar en seco.

¿Acaso?  No, no, no pudo haber dicho eso.

 

— Busquemos a Alexander  — ordena papa. Lo acomodo mejor sobre mi espalda.

 A paso tembloroso me acerco hasta el baño o eso creo. El departamento de Olivia es parecido al de Ariel. No me siento tan desorientado.

 

— No pequeña, abre los ojos. No te atrevas a cerrarlos — pide con la voz temblorosa.

 

— Brandon, ve más rápido — me apura papa.

Camino con rapidez hasta llegar al cuarto de baño.  Grito aterrado al notar que el  camino de sangre, ahora un poco seca, sigue  hasta la puerta del baño.

Al entrar al baño mi vista se nubla. ¿Sera posible que este viendo esto? No, debe ser una pesadilla. Me tengo que despertar, esto es una pesadilla. No es posible, no es posible…

Alexander sostiene a mi mama en sus brazos, está llorando. Llorando desconsoladamente.

— NOOO, MI AMOR NO. ELLA NO — grita papa dejándome sordo.

Como si mi cuerpo reaccionara por sí solo. Bajo a  papa dejándolo al lado de Alexander. Quien miraba a mi mama.

No, ella no está lastimada. No es ella quien sangra.

Esto es un mal sueño. No hay forma de que sea mi mama, quien está tendida en el suelo. Con sus brazos con cortes, de los cuales sigue saliendo sangre. Al  igual que en su cabeza, se ve un gran golpe.

— ¿Y la ambulancia?  — grito corriendo  hacia la sala de estar. — ¿En dónde está la maldita ambulancia? — grito histérico.

Escucho un golpe seco detrás de mí. Me doy vuelta, veo a Pablo  tratando de levantar a Ariel. Quien está en el piso.

— ¡ARIEL! Hermano  — grite aturdido. La situación era surreal. Nada de esto debe estar pasando.

 

— Ayuda me a levantarlo  — pide Pablo llorando.  — Él necesita atención médica urgente. La mujer, la mama de Olivia.

 

— ¿Qué le hizo? ¿En dónde está esa vieja de mierda?

La ira es indescriptible. Mientras levanto con ayuda a mi hermano. Aguanto las ganas de llorar. Solo quiero matar a esa mujer que está arruinando mi vida y la de mi familia.

 

— Ella está muerta…

 

Sentía un “vip” en mis oídos. Era como si mis llantos, los de mi padre, padrino y primos. Hubiesen sido silenciados. Solo escuchaba ese zumbido molesto.

 

— Somos nosotros — logro entender.  — Por aquí, por aquí — exclama la voz de una chica.

 Siento pasas a mí alrededor. Levanto la vista hacia el frente, todavía sigo sintiendo el zumbido. Pero logro entender que pasa.




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