Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 49

Capítulo 49

Ariel.

—  ¿Cómo se siente? —   pregunta el medico observando me.

—  Bien, exhausto al decir verdad.

Fue un día ajetreado. La policía vino a tomar mi declaración. Fue muy difícil decir lo que paso. Ya que el simple hecho de recordar el momento, me ponía enfermo.

—  Lo entiendo. Le informo que usted deberá permanecer solo esta noche en observación. Mañana será dado de alta. Les informare a sus familiares que solo tiene media hora de visita. Usted necesita descansar.

Asiento le dedico una sonrisa sencilla. El doctor hace lo mismo.

— Este bien.

El sale de la habitación. No pasan ni dos minutos que tengo a Ornella y a Brandon  a mi lado.

Ornella luce terrible, aunque intento esconder sus ojeras con maquillaje. Su cara expresa cansancio y miedo. Brandon por otro lado tiene la mirada cansada, y los ojos rojos.

—   Me alegro tanto que estés bien —   murmura Ornella  acariciando mi cara.

—   Estoy bien de salud. Pero mentalmente estoy hecho mierda —    bromeo. Ella me da una sonrisa triste.

—   Creo que todos necesitaremos ir a terapia después de esto  —   comenta Ornella.

Miro a Brandon quien permanece en silencio. Juega con mi mano, pasando sus dedos por los pequeños tubos  de la intravenosa.

—  ¿Qué ocurre  Brandon? —   pregunto. El levanta su vista y nos mira a amabos.

—   Es que no puedo creer que nos encontremos en esta situación. Sentí tanto pero tanto miedo de perderte. Sé que ambos nos peleamos y avecés no  te soporto. Pero no me imagino la vida sin ti —  dice con la voz temblorosa.

Mi corazón se encoje.  Extiendo mi brazo y lo aprieto contra mí. En un fuerte abrazo.

—  Ya paso hermano. Estamos juntos, estamos bien. —   lo consuelo.  — Tenemos que ser fuertes y permanecer juntos. 

Siento las pequeñas manos de Ornella apretarse en mi brazo. De una forma algo tosca, la uno al abrazo. Aunque  me duela un poco mi cuerpo, no me importa. Solo quiero abrazarlos.

— Yo no sé qué sería de mi vida sin ustedes. Es decir amo a mi mellizo y a Cate. Pero con ustedes es distinto —  murmura Orne. — Los amo tanto, que no sé qué sería de mí. Si te hubiera pasado algo Ariel. Solo quiero que sepan cuanto me importan.

— Bueno, ya estamos siendo muy cursis — se queja Brandon.

— Pero todavía sigues abrazada a mí. Como un koala — me burlo.

— Es que eres apapachable. Estas gordito — dice hincando mi panza con su dedo. Suelto un quejido. Ya que me dolió.

— Ves que eres bruto — se queja Orne.

Ambos se separan de mí. Pero cada uno toma mi mano.

Nos quedamos hablando de como la madre de Nicolás, el chico que  estaba en el departamento de Olivia, no se puede acercar a Ornella. Quedamos que en cuanto yo esté bien de salud. Hablaremos con la madre del chico. Solo esperamos que no nos  eche a patadas de su casa.

Brandon nos comentó que su pequeña, cada día crece  más. Ya que está por cumplir los siete meses. Estoy ansioso y nervioso, quiero conocer ya a mi sobrina. Sera la consentida del tío Ariel. Pero lo que me tiene inquieto es su novia, Reina, no me da buena espina. Aunque él diga que es un amor y está un poco “rara” por las hormonas. Algo no me cuadra.

Creo que con Ornella pensamos igual, ya que mientras Brandon nos cuenta. Ambos compartimos miradas cómplices.

— ¿Tienes una foto del ultrasonido? — pregunto.

—Si — sonríe de forma boba. Él busca en su celular. — Mira se puede ver su carita y sus manos.

Siendo sinceros a duras penas puedo encontrar su carita.  Pero por alguna razón, el simple hecho de ver esta foto me llena de orgullo hacia mi hermano.

— Es hermosa. — comento. — Envíame la foto, quiero tener fotos de mi primera sobrina.

— A mi igual.  ¿Cómo se va a llamar? — pregunta Orne.

— María Rose —  dice feliz.  — Pero le diremos Rousi.

Sinceramente me encanta el nombre.

— Ah seria María Rosa, pero te quieres hacer el inglés — se burla mi hermana. — Aunque me fascina, pequeña Rousi.

— ¿María es por la abuela? — indago.

Brandon asiente con una sonrisa.

— Si, quería que mi pequeña tuviera algo de su bis abuela.

— Eso es muy tierno.

— Lo se soy un terroncito.

Soltamos una carcajada al escucharlo hablar. Porque Brandon no es feliz, si no dice alguna tontería.

— ¿Qué paso con el misterioso Anteojito? — pregunta Brandon mirándome.

— Nada — respondo seco.

Ni siquiera pensaba en él. Miento, si lo hice. Pero  no lo quiero admitir. Me siento enojado conmigo mismo.

Ambos  me miran con las cejas levantadas, en gesto de sorpresa y confusión. Todavía ellos no saben de mi  rechazo.

Procedo a contarles todo, con lujo de detalles. Ellos me escuchan  concentrados, acotando comentarios de enojo hacia Tomas.

— Es tonto, se lo pierde — asegura Orne.

— Si hermano. En el mar hay muchos peses. Sino siempre puedes llamar al rey Tritón y pedirle que lo embruje o algo así. Con su tenedor gigante — comenta.

No puedo evitar reír  y al mismo tiempo ponerle mala cara. Solo Brandon logra que las personas se vuelvan bipolares.

— Avecés dudo de que tengas cerebro — digo riendo.

— Ustedes búrlense todo lo que quieran… Pero…

Mi hermanito es brutalmente interrumpido por la enfermera.

—Chicos me temo, que el horario de visitas ya está por terminar. Y necesito que se retire, ya tendrán a su hermano en casa — dice amablemente.

Brandon hace  un puchero, que creo que deja flechada a la joven enfermera. Y él ni siquiera se da cuenta.

— Bueno, si usted lo pide tan dulcemente. Le haremos caso — dice cabizbajo. La enfermera lo mira con pena. — Vamos cabeza de zanahoria. Dejemos al sireno dormir.

Suelto una pequeña risa. Al igual que la enfermera. Quien no deja de mirar a mi hermano.




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