Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 52.

Capítulo 52.

Ornella.

Abro los ojos con brusquedad. Miró sobresaltada mi celular, el cual suena anunciando que es hora de levantarme.

Bufo molesta, odio dormir la siesta porque siempre quiero más. No me bastan dos horas, avecés necesito cinco.

Me quedaría más tiempo en la cama. Pero Nicolás, quedo en venir dentro de un rato. Aunque su madre se lo prohibió, el simplemente no le hizo caso. Se pasa casi todas las tardes acá. Avecés nos lleva hasta el hospital cuando papa trabaja. O solamente pasa el rato conmigo viendo películas.

Sinceramente nunca creí sentirme así de cómoda y feliz con alguien. Amo todo de él, desde su manía loca por jugar juegos online casi todo el tiempo. Hasta su faceta tierna de rodear con su brazo mientras vemos una película (romántica).

Voy hacia el cuarto de baño. Me lavo la cara y acomodo mi cabello. Avecés odio que no sea ni lacio, ni rizado. Sino una mezcla de ambos, que es unas ondas medias aplastadas y desordenadas.

Acomodo mi cabello en dos trenzas cocidas. Me pongo un poco de rímel. Salgo hacia mi recamara, buscando algo que ponerme. Me decido por un jeans mom gris. Combinado con una palera rosa. Me pongo un cinturón para que el conjunto quede mejor.

Me miro al espejo, me veo bien. 

Sé que si no fuera por Nico, estar al borde de la locura. En estos momentos cuando más necesito consuelo. El siempre esta y si no puede estar físicamente, tengo sus llamadas  o audios. Que me hacen sentir mejor.

Salgo de mi cuarto.

Me pare en seco en el corredor. Al escuchar ciertos sonidos extraños.

¿Esos son gemidos?

Me quedo quieta… Mi mama esta abajo creo… Y papa no está…

Miro la puerta de Pablo.

¡No puede ser! Que asqueroso. Encima con mi mejor amiga.

Sacudo la cabeza rápidamente. Eh quedado traumada. No quiero siquiera pensar en eso.

Mejor bajo, porque si mama los escucha. Lo mata, mata a mi hermano.

Rápidamente le tecleo a mi hermano y a mi mejor amiga.

Yo: Dejen de hacer tanto ruidooo. ¡COCHINOS!!!!!

 

Bajo las escaleras. Veo el televisor prendido, pero no veo a mama. Camino hacia la cocina.

Allí estaba con la mirada perdida en algún lugar. Mirando el tarro de helado de oreo, del cual se ha vuelto adicta. Hasta  saqueo el escondite secreto de galletas de Pablo, este no está muy feliz de eso.

— Mami — llamo su atención.

Ella me mira, tiene sus ojos llorosos.

— Cielo, ven — dice tendiéndome un mano para que me acerque a donde esta ella.

Tomo su mano, ella me aprieta sus dedos con los míos. Luego me abraza con fuerza. Inmediatamente le correspondo el abrazo.

Si yo estoy pasándola mal. En ella se multiplica por cien todo. Por sus hormonas y por el hecho de que su mejor amiga o mejor dicho hermana. Esta hace casi dos meses en coma.

— Tranquila mami — intento calmarla. Acaricio su cabeza y beso su cabeza. — Mi tía va a salir de esta.

— Lo se cariño. Pero es que me duele — solloza. — Nunca pase un embarazo sin Ada. Ella siempre me tomo de la mano, como yo con ella. Fueron años de amistad. En donde si una no podía, estaba la otra para levantarla. Ada es mi persona, mi hermana. Y no tenerla me está lastimando. Ahora es ella la que no puede, pero yo tampoco puedo por ella.

No sabía que decir. Me había quedado sin palabras. No podía decir que la entendía, pues nunca pase por eso. Me quede abrazándola y dejando que ella se descargue.

En este momento era su apoyo y estaría para ella. Igual que ella estuvo para mí.

—  Mama, ella va a estar bien. Ella quiere que sigas, este o no este ella. Ada quiere que te cuides. Cuides de mi  hermanito o hermanita, porque cuando ella abra los ojos. Va querer verte hermosa y saludable. No te tires abajo. Ella nunca lo querría.

Ella me mira con una hermosa sonrisa. Una sonrisa sincera y bella, como hace tanto no me daba.

— ¿Desde cuándo mi pequeña princesa se volvió una reina sabia? — pregunta con dulzura.

— Desde que te empecé a parecerme más a vos — comento.

— Mi dulce niña — comenta  con una sonrisa. — No puedo creer que en dos meses tendrás diecisiete años. Es tan increíble cómo pasa el tiempo, pensar que también saliste de  aquí — comenta poniendo una mano en su barriga.

— Ahora tendremos un nuevo bebe — murmuro poniendo mis manos en su barriga. De cuatro meses y medio. — Hola amor de la hermana, prometo hacerte muy consentido y darte mucho amor.

Mama suelta una risa. En eso se escucha la puerta.

— Debe ser Nicolás.

— Ese chico esta tan enamorado de vos. Que hará que lo reten por venir de forma clandestina —  comenta. — Pero me gusta ese  chico, me  gusta cómo te trata y como te cuida. Pero si te lastima, que corra. Porque embarazada y todo, puedo golpear muy fuerte.

— Díselo a la ex secretaria de papa.

Ella suelta una carcajada. Me siento mejor al haberla hecho reír.

Voy hacia la puerta. Al abrirla me encuentro con el chico más guapo del mundo.

— Hola Nella.

—Hola muchachote.

Él se inclina, yo me levanto en puntillas de pies para poder unir más rápido mis labios con los suyos.

Por unos minutos nos las pasamos besándonos. Sus manos se adueñan de mi cintura, y las mías se pierden en su espalda. Lo había visto ayer, pero lo extrañaba tanto,

¿Así se siente enamorase? Porque  estoy hasta las manos, estoy tan enamorada.

— ¿Por qué parecen dos sanguijuelas? — la voz de mi mama nos sobresalta.

Nos separamos con  rapidez. Miro a mi mama avergonzada, y Nicolás esta rojo como un tomate.

— Lo siento señora Julieta. No quería… — me mira a mí. — Es decir si quiero… — luego mira a mama alarmado. — pero con respeto.

Mama suelta una carcajada.

— Me alegras que seas un chico tan bueno — dice riendo.  — sé que eres respetuoso con mi niña. Pero eso si usen condón, siempre. Ni embarazo o sida o clamidia o lo que sea.




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