Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 53.

 

Capítulo  53.

Julieta.

Miro a mi mejor amiga. No puedo evitar sollozar, es horrible verla ahí. Sin despertar, sin moverse, sin hablar.

La extraño mucho. Aunque soy egoísta por pensar que es mejor tenerla así. A que la desconecten.

Todavía no puedo creer que el doctor lo haya sugerido. Si hay pacientes que están más de un año en coma. Ada solo lleva dos meses, es muy temprano para pensar en esa posibilidad.

— Ya sé que muchos te lo han pedido — susurro en su oído. — Pero yo soy tu mejor amiga. Y a mí me tienes que hacer caso.  Así que dale abre tus hermosos ojos verdes y mírame. Pide que  me calle y que te deje leer tranquila. Quiero que estés aquí cuando nazca tu ahijada. Porque siempre vas a ser la madrina de mis hijos.

Suelto un par de lágrimas. Mojo su mejilla, rápidamente las seco.

— No quiero estar sin ti amiga. Prometimos estas siempre juntas. Formamos una familia hermosa, la cual tienes que ver crecer. No puedo seguir sin ti Ada. Eres la hermana que nunca tuve, eres mi persona.

No sé en qué momento empecé a levantar la voz. Pero en el cuarto silencioso solo se escuchaban mis sollozos y mis suplicas hacia Ada.

— Tienes que  despertar. No puedes dejarnos solos, eres quien comenzó todo. Sin ti, no hubiera conocido a Alex. No tendría a mis hijos, no tendría a mis sobrinos hermosos. No tendría esta familia tan hermosa que tenemos. Si no estás ya nada sería igual. Te pido, no  mejor dicho. Te suplico que vuelvas, que te quedes y que nunca te vallas.

Sollozo con fuerza sobre su cuerpo. No puedo ser fuerte todo el tiempo. Solo quiero que me abrace y me diga que soy dramática, que todo estará bien.

Pero la realidad es otra. Ella duerme y los brazos que ahora me rodean. Son los de mi esposo.

— Sé que duele pelirroja. Duele muchísimo verla así y no poder hacer nada. Pero ella siente lo que vos sentís. Están conectadas, tienen un vínculo muy fuerte. Así que no le pases tus dudas y miedos. Pásale tu fuerza, tu obstinación y terquedad — murmura abrazándome con fuerza. — Sabemos  que ella solo necesita de un empujoncito para despertar.

Alexander toma la fría mano  de Ada. La coloca sobre mi mano y él pone su mano sobre la de ambas. Apretándolas con fuerza.

— Ahora transmítele todo lo que te dije. Transmítele tu fuerza, ayuda a disminuir su dolor y desea con todas tus fuerzas que ella abra sus ojos.

Hago lo que Alexander me pide. Sigo cada una de sus palabras.

Tomo con fuerza la mano de mi mejor amiga. Le transmito fuerza, esa fuerza que ella necesito cuando tuvo sola a Ariel. Esa fuerza que yo necesite para afrontar la perdida de mi bebe, esa fuerza que ambas necesitamos cuando creíamos hacer las cosas mal como madre. Esa fuerza que tuvimos para seguir cuando todo se nos venía abajo.

Le  transmito terquedad, esa que necesita para quedarse e ir contra todo pronóstico. Esa terquedad que tuvo al querer ocultar a Ariel de Alexander. Esa terquedad que tuvimos al ir en contra todo los pronósticos, porque sin duda ella y yo. Hicimos todo lo que nunca pensaron que llegaríamos a ser.

Y si algo se es que mi amiga es fuerte, es terca, es obstinada y tenaz. Y si ella quiere saldrá de aquí. Claro que lo hará. Porque  cada cosa que Ada se propone lo logra. Y esta vez no es la excepción.

Como siempre y para siempre, estaré aquí esperando que  despiertes. Porque prometimos ser mejores amigas para toda la vida.

Brandon.

Llego al hospital, por primera vez en semanas. Tengo un mensaje de Reina preguntando por el estado de mi mama.

Lo cual me sorprendió de forma grata. Tal vez la pelea de hoy a la mañana le sirvió para darse cuenta de que estaba haciendo las cosas mal.

Llego al cuarto en donde se encuentra mi mama. En la sala de espera veo a Alexander y Julieta, quienes al parecer estaban por irse.

— Hola ahijado — saluda mi madrina. Quien me estruja en sus brazos. Intento no abrazarla con fuerza, ya que tengo miedo de aplastar a mí futuro primo.

— Hola madrina hermosa — saludo besando su mejilla.

Me suelto de su agarre. Veo a mi padrino y lo abrazo con fuerza.

— ¿Para mí no hay apodo cariñoso? — pregunta Alex.

—Hola mi padrina precioso — digo haciendo reír a ambos.

—Así me gusta pequeño .

Lo miro enarcando una ceja. Mi padrino y yo, somos de la misma estatura. El único edifico de cien metros es Ariel.

—Pequeño lo tendrás vos — insinuó haciendo reír a mi madrina. — vez, se ríe porque es verdad.

Alexander me fulmina con la mirada. Mientras Julieta se agarra su barriga mientras ríe a carcajadas. Veo como Alex la mira con un brillo especial en sus ojos.

La toma por los hombros y la abraza besando su frente. Luego sus labios, pero mi tía sigue riendo.

— Ugg, fuchi — me quejo tapando mis ojos. — Esto me recuerda a cuando los vi besarse en el auto.

—Maldito niño soplón — se queja Alex.

—El niño soplón más hermoso del mundo.

Julieta rueda los ojos. Se acerca a mi aprieta mis cachecitos con ternura. Me quejaría, pero se ve tan tierna. Aparte esta embarazada, no quiero ser víctima de una embarazada.

— Si, él bebe de la madrina.

—Un bebe que tendrá otro bebe — se burla mi padrino. Ruedo los ojos. —¿Cómo está tu novia?

—Ahí anda, las hormonas la tienen de mal humor — digo encogiéndome de hombros.

— Trata de cumplirle todos sus caprichos y de ser comprensivo. Eso funciona.

—No le hagas caso. Muchas veces termina durmiendo en el sillón — comenta mi tía.

No puedo evitar reír. Estos dos son tal para cual.

—Bien, iré a ver a mama. El horario de visita termina en media hora.

— Siempre puedes pedirle a la enfermera que te de unos minutos más. E obvio que la traes loca — comenta mi padrino.




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