Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 55.

Capítulo 55.

 

Ariel.

Anteojito: ¿Cómo sigue tu mama? Perdón que no esté allí, pero el bar no se atiende solo. Aunque creo que todos mis clientes extrañar ver tu sexy cara.

Me rio mientras leo el mensaje de Tomas. A quien tuve que obligar que fuera a trabajar.

— Míralo el pendejo se enamoró — se burla Brandon.

— Déjalo, me gusta verlo así de bobo y enamorado.

Ruedo los ojos, mis hermanos menores son igual de idiotas.

Yo: mi mama está bien. Papa Carlos, está siendo algo posesivo. Sigo esperando mi turno para poder verla. Yo sinceramente te extraño a ti.

—Seguro se están mando nudes — dice Brandon.

Levanto mi vista del teléfono. Para mirar a Brandon con cara de “¿qué te pasa boludo?”

— Eres idiota o que.

— Lo siento — se disculpa.

— Lo siento yo, perdón por ser tan malo — me disculpo. Cuando lo veo cabizbajo.

— No es eso, estoy acostumbrado  a que me  maltrates.

Ruedo los ojos. Ornella se ríe y lo abraza.

— Pobre víctima — se burla. Pero Brandon tiene los ojos rojos como si estuviera a punto de llorar. — ¿Qué pasa?

— Estoy feliz de que mama este bien. Pero lo primero que me pregunto es por Reina y mi bebe — explica. Hasta ahora no entiendo porque esa cara. Si hablar de sus dos princesas lo pone feliz. — ¿Cómo le digo que a su “nuera” le importo un carajo como esta ella?

— ¿En serio? ¿Por qué dices eso? — pregunto confundido.

El levanta la mirada, sus ojos verdes. No tienen esa chispa que lo caracteriza, ese brillo juguetón ya no está.

— Primero, porque no está aquí conmigo. Hasta tu novio exiliado vino con vos. Y ella no es capaz de llamarme — su voz suena rota. Como si decir esas palabras le dolieran.

Si antes me caía mal. Ahora detesto a esa mujer. ¿Qué le cuesta estar con Brandon?

—Tal vez no sabe cómo apoyarte — dice Ornella.

— No es eso, es que no me quiere — sentencia.

Compartimos una mirada con Ornella. Ambos siempre dudamos de los sentimientos de ella hacia Brandon. Pero él estaba tan seguro de ser correspondido.

— ¿Por qué lo dices? Si ayer estabas  muy feliz — indague.

— Ella me engaña. Y ni siquiera es con su marido, es otro tipo. Un tal Arturo — cuenta con aso y rabia en su voz.

Dicen que no se puede escuchar un corazón roto a la distancia. Pero puedo asegurar que con todo el barullo del lugar. Fui capaz de escuchar resquebrajarse el corazón de mi hermano.

— Esa perra — escupe Ornella.  — Si no estuviera embarazada. Voy y le quito todas las extensiones de un solo golpe.

Me levanto de mi asiento y abrazo a mi hermano por detrás. Apoyando mis brazos en su hombro. Ornella también lo abraza.

— ¿Por qué duele tanto? — pregunta. — ¿Por qué me hizo esto? ¿Qué me falto para ser él hombre de su vida?

Me duele ver a mi hermano así. No es justo, se cómo se siente. Y no quiero que sienta el mismo dolor. Pero sé que es algo que no se puede evitar.

Todos alguna vez, pasamos por el dolor de un corazón roto. Solo los más valiente son capaces  de  repararlo. Pero si el solo no puede hacerlo, estoy aquí para ayudarlo.

Porque cuando a mi rompieron el corazón. Mis hermanos fueron los que juntaron mis pedazos por mí. Es hora de hacer lo mismo por él.

— No diré que el dolor va a pasar rápido. Porque no es así, te va a doler y mucho. Vas a sentir que nadie llenara ese vacío que ella dejo. Pensaras que nadie es suficiente o que todas mienten. Pero acá voy a estar para ayudarte y acompañarte. Llora si quieres o grita, pero pienses que te voy a dejar solo — digo sobre su cabeza. Luego beso la misma.

— Claro, piensa que estas a un corazón roto menos de conocer a la indicada — agrega Orne.  — Ella no te mereces. Tú mereces a alguien que te amé y te valore. Y ella no  lo hizo, no sigas con ella por la bebe. Porque bien sabes que pueden criar a la bebe separados.

La bebe ¿Sera hija de Brandon? Esa mujer tiene tantas mentiras encima, que no sé qué es verdad y que no.

— Gracias hermanos — murmura Brandon más calmado.

— No tienes por qué agradecer — digo.

— ¿Qué harás? ¿Le dirás que lo  sabes? — indaga Ornella.

— No… Si… No lo sé — dice escondiendo su cara entre sus manos.  — Todavía no soy capaz de asimilar lo. Es decir ¿Cómo todo el mundo vio como era ella pero yo no? ¿Acaso soy ciego o estúpido?

— No hermano… Tal vez si sos un poco estúpido. ¿Pero no son así todos los  enamorados? — le dice Ornella. — Solo viste en ella, el reflejo de lo que querías. Y no lo  que en realidad es.

— El amor es loco. Es confuso.  Te da felicidad, pero también tristeza. Te hace querer aceptarte y  a la vez te hace odiarte. Estamos encadenados al amor. Desde el  primero hasta el último de nosotros  — recito.

Mis hermanos me miran con una media sonrisa. No logro entender bien sus gestos.

— ¿Qué?

— ¿Desde cuándo sos tan filosófico? — interroga Ornella.

— ¿Desde cuando hablas de amor? — pregunta Brandon.

— Desde que me enamore — confieso.

Ambos me sonríen. Hasta Brandon, quien a pesar de tener los ojos llenos de lágrimas. Es capaz de brindarme una sonrisa sincera.

— Gracias por sus dulces palabras, pero ahora no es momento de llorar por ella  — dice mi hermano. Con su usual tono de burla. — Vamos, veamos si podemos pasar a ver a mama.

Asiento con la cabeza. Mi celular vibra en mi  bolsillo.

Anteojito: Te extraño mucho. Eso que nunca te escuche cantar, pero creo que me has hechizado.

 No puedo evitar que una sonrisa se extienda en mis labios.

Si sin dudas, estoy enamorado. El sireno callo por Anteojito.

 

Ada.




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