Dos Ambroni y un Villagran

Capítulo 66.

Capítulo 66.

primer capitulo del maraton.

Ariel.

Actualidad, semanas después del cumpleaños de Rousi.

— ¡Adentro! — grite desde la puerta.

Sinceramente no sé porque grito eso, pero se ha vuelto costumbre. Siempre que uno llega grita, esperando que el otro le responda.

— ¡Te acabo! — responde Tomas.

Camino hacia la sala, que es de donde vino el sonido de su voz. Pero primero deje mis cosas acomodadas en su lugar.

Me voy sacando la camisa del pantalón. Me quito la corbata, desabrochando un par de botones.

Llego a la sala, en donde lo encuentro inmerso en sus libros, está preparando sus finales.

Cuando siente que entro a la habitación. Su gesto de molestia es borrado, por una mirada tierna que me hace sentir un cosquilleo.

¿Es posible sentir tanto con solo mirarlo? La respuesta es sí. Mi Anteojito me tiene enamorado.

Tomo asiento a su lado. Tomo su mejilla con mi mano, para poder unir nuestros labios en un dulce beso.

Lo extrañe todo el día.

— ¿Quién lo diría? — pienso en voz alta.

— ¿Qué cosa? — cuestiona.

— Que me enamoraría. Perdida y locamente de un  ruludo con lentes.

Sonríe de esa forma que tanto me gusta. Para luego besarme.

Sus manos van a mis mejillas, fundiéndonos en un beso largo y apasionado. Pero el beso dejo de ser romántico, paso a ser fuerte y posesivo.

— Te amo — dijo entre besos.

Dejo de besar mis labios, para atacar mi cuello. Sus besos son excitantes, siento la presión en mi pantalón. Es increíble como solo con besos, es capaz de calentarme.

— Te amo más — suspiro cuando una de sus manos roza mi entrepierna.

Inmediatamente  hago uso de mis dedos, ansiosos por recorrer cada centímetro de su piel. Quiero sentirlo, quiero sentir todo de él. Fusionado con todo lo mío. Quiero que esta noche y todas las noches nuestros cuerpos sean uno.

Mis  manos se abren paso por su short, doy gracias a que los esté usando, meto mi mano dentro del bóxer, presionando con lentitud. Haciendo que el gima en mi oído.

— ¡A la mierda el estudio! — exclama desasiéndose de mi camisa.

Sus ojos cafés se encuentran con los míos. Es perfecto, es la persona con la que quiero compartir el resto de mi vida.

— Yo digo, que hagamos uso del como sillón — levanto mis cejas en un gesto sugerente.

De un rápido movimiento que no logro prevenir, me quita el pantalón junto al bóxer. Su mirada de deseo y excitación, hizo que mi amigo se pusiera más duro.

—Yo digo que entrenemos el piso de la sala.

Con una sonrisa pícara, desciende hasta mi perdición. Entre gemidos, jadeos, suplicas y palabras extasiadas pidiendo más y más. Nos pasamos la noche.

***

— ¡No puedo creer que estemos aquí! — exclama  eufórico Tomas. Quien tiene una mirada de felicidad pura, una cara que expresa la más pura felicidad.

— ¡Feliz aniversario Anteojito! — digo en su oído. Beso su mejilla.

Estoy abrazándolo de espaldas, sus manos están entrelazadas con las mías. Siento sus labios besar mis dedos.

Frente a nosotros se extendía una preciosa vista de la ciudad más romántica del mundo, Paris, Francia.

— Bienvenido a Paris, mi Anteojito — digo feliz.

Se da vuelta, me abraza con fuerza.

— Nunca creí que mi alma gemela fuera un sireno, pero estoy muy feliz de coincidir contigo en esta vida — pone sus manos  a cada lado de mi cara. — Jamás me arrepentiré de haberte hablado ese día, de haberte elegido por sobre mis miedos al compromiso. Y NUNCA, oídme bien, nunca. Me arrepentiré de amarte. Porque si algo se, es que darte mi corazón fue la mejor decisión que tome en mi vida.

Siento un millón de sensaciones en mi pecho, todas son locas y profundas. Amor, cariño, deseo, felicidad plena. Siento que todo en esta vida, es perfecto. Porque lo tengo, porque al fin encontré el amor verdadero.

— Te amo para siempre — le prometo. Frente a las luces brillantes de la ciudad de Francia.

— Te amo eternamente, entonces — dice sacando la lengua. Porque siempre, tiene que ganar él.

No evito poner los ojos en blanco.

—Eres un crio.

— Entonces, tú eres mi daddy.

Palmeo su culo con mi mano.

—Entonces si soy tu daddy. Ponte  en cuatro en la cama — ordeno. Enarca una ceja, pero luego besa mis labios.

— ¿Te eh dicho lo sexy que sos cuando me ordenas que hacer?

Pregunta pero no me deja responderle, porque inmediatamente me hace caso.

 

La noche se pasó, entre besos y caricias. Para que omitir, entre sexo, mucho sexo. Es decir estamos en Paris, la ciudad del amor y pasión. Le hacemos honor a su nombre.

Pero cuando el sol asomo por la ventana, el cuerpo de Tomas descansaba sobre mi pecho. Mientras acariciaba su cabello.

Estamos en un silencio cómodo, en donde nuestras cansadas  respiraciones son los encargados de llenar el silencio.

— Cásate conmigo — dice de la nada.

Pienso que escuche mal, le pido que vuelva a repetir la pregunta.

— Eso, cásate conmigo Ariel — vuelve a decir mirándome a los ojos.

Se levanta desnudo de la cama, va hacia su mochila. En dónde saca una caja aterciopelada azul.

Abro mis ojos con sorpresa. Debí quedarme dormido, porque esto sin duda es un sueño. Un muy buen sueño.

Pero cuando un Tomas, desnudo, se sienta en la cama. Algo avergonzado, con una sonrisa bobalicona en sus labios. Me  doy cuenta de que realmente está sucediendo.

Extiende la caja azul, ya abierta. Dentro de él encuentro un anillo plateado de corte ingles, el cual tiene grabado un pulso.

— ¿Quieres ser mi esposo? — pregunto. — Una vez un hombre que tuvo miedo. De forma valiente se enfrentó a todos. Diciendo que estar de la mano, con la persona correcta. Quitaba el miedo — suelta una risa. También lo hago. — Cuanta razón tenía.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.