Dos Ambroni y un Villagran

Epílogo.

Epílogo.

 

El amor debe ser honesto.

El amor es sincero.

El amor es valiente.

El amor todo lo vence y todo lo soporta.

El amor no daña.

El amor  no traiciona.

El amor no es pretencioso o jactancioso.

El amor no es egoísta.

Ariel.

La arena entre mis dedos se siente bien. El sol en mi cara se siente estupendo. Pero ver a mi hijo corriendo en la playa, mientras persigue a su otro padre. Es maravilloso.

Suspiro feliz. Cuando llevo la bebida a mis labios veo el resplandor de la sortija en mi dedo.

Quien diría que después de tanta espera, tanto miedo y de un corazón roto. Tendría esta felicidad  burbujeando en mi pecho.

— ¿Mirando a la nada y pensando en todo?  — cuestiona Brandon.

Me doy vuelta para mirarlo. Luce tan feliz, tiene ese brillo  que antes había perdido. Le atribuyo esa felicidad a la morocha sentada a su lado.

— Deja de molestarlo, es obvio que mira a su esposo e hijo — dice Azul. Quien besa la mejilla de Brandon. Este le toma el mentón plantándole un dulce y corto beso en los labios.

— Exactamente lo que dice Azul.

— ¿En qué pensabas entonces? — cuestiona mi hermano.

Ruedo los ojos. Pero le muestro mi anillo.

— No puedo creer que soy tan feliz — comento con nostalgia y alegría impregnada en mi voz.

— ¿Por qué estoy yo en tu vida? — indaga Brandon.

— También, pero no hablaba de eso.

— ¿Entonces de que hablabas?

Antes de poder contestarle. Algo se tira encima de mí. El cabello pelirrojo la delata.

— ¡Orne! — la saludo. Ella deja un beso sonoro en mi mejilla.

— Hermano favorito.

—Oye — se queja Brandon.

Pero Orne no lo deja quejarse mucho tiempo. Ya que inmediatamente salta sobre él y le da un fuerte abrazo.

— Tío Ari — me saluda Mirko. A quien le doy un fuerte abrazo de oso.

Miro hacia arriba. Nicolás traía consigo el bolso de mi hermana, se nota que mi pequeña lo tiene dominado.

— Hola Nico — lo saludo.

— Hola Ariel — me devuelve el saludo chocando su puño con el mío.

— ¿Y mis primas? — pregunta el pequeño pelirrojo.

— Están con Tomas ¿Te llevo? — pregunta Azul con una sonrisa. La pobre está siendo asfixiada por un fuerte abrazo de mi hermana menor.

— Si, vamos papi — dice el pequeño. Tomando de la mano a Nicolás. Quien recién había tomado asiento.

Azul se para y empieza a caminar. Nicolás los sigue, los tres caminan hasta donde se encuentran Rousi, Román y Tomas.

— ¿Quién diría que nuestros hijos y parejas serían tan perfectos? — comenta Ornella sentándose en el medio.

— Siendo sincero jamás pensé que formaría una familia — digo. — Me había convencido de que mi miedo me obligaría a estar solo siempre. O por apariencias casarme con alguien que no amaba y hacerla infeliz. Saben lo que sufrí por Agustín.

— Lo detesto — dice Brandon.

— Idiota — masculla Ornella.

— Si, pero dejemos el odio atrás — intento calmar las aguas. — Yo pensé que jamás volvería a enamorarme. Que no volvería a sentir por nadie lo que sentí por él. Pero me alegro de haberme equivocado —miro hacia el frente. —  Encontré al amor de mi vida en donde menos lo pensé.

— Lo encontraste un bar, casi por volverte borracho. Por suerte el ruludo lo impidió — agrega Brandon.

— Por suerte él me vio primero — sonrió recordando cómo lo conocí. — Encima la vida nos trajo  a Román. Él es complemento que nos faltaba para ser cien por ciento felices.

—Wow eso es tan lindo — comenta Orne. Pasando su brazo por mis hombros. —Todavía recuerdo como lloraba por Noah esa noche. La noche que comenzó nuestra hermanada ¿Se acuerdan?

—Claro que me acuerdo, si la morsa de Brandon se me tiro encima — me quejo.

— Oye, si no recuerdo mal. Eras vos el que estaba dado vuelta y se quería dormir.

—Dejen de pelear, al punto al que voy. Es que los tres sufrimos mucho. Lloramos esa noche por nuestros corazones rotos y aquí estamos.

Los tres miramos hacia el frente.

— Con el corazón lleno de amor. Con  unas ganas inmensas de seguir siendo felices. Creo que ya lloramos lo suficiente por toda nuestra vida. Es decir, no creo que seamos siempre felices, porque la vida es media perra avecés. Pero si estamos juntos ¿Qué puede salir mal? — las palabras de Brandon son justas y acertadas.

— Eso lo dijeron en Los increíbles. Y salió un tipo loco debajo del piso — comenta riendo Ornella.

—Oye, es la película favorita de Azul — se defiende. — Y gracias por arruinar mi momento filosófico — dice irónico.

Ella le pasa un brazo por arriba de los hombros y lo abraza. Diciendo que lo ama mucho y que peleándolo es su forma de demostrarlo.

— Saben — empieza Ornella. — Nicolás estaba súper nervioso, no entendía que le pasaba. Ya que dejo a Mirko en la casa y como siempre se quedó a cenar y hablamos.

— ¿Segura que hablaron? — indaga Brandon.

— Si, hasta que Mirko se durmió. Y bueno, ya saben — dice sonrojada. — La cuestión es que después de  hacerlo. Me dijo literalmente esto “Por idiota casi te pierdo, y no quiero ser nunca más un idiota. No prometo que no lo seré algunas veces, porque está en mi ADN. Pero solo quiero decirte que te amo, que eres mi mundo y que no me imagino estar sin ti…”

— ¡No me jodas! ¿Te pidió matrimonio? — cuestiona Brandon cortando la historia de Ornella.

— En pocas palabras… Tal vez — dice ella.

Los dos nos quedamos mirándola con cara de “¿Qué demonios?”

— ¿Pero cómo? — pregunto anonadado.

— Sigo con mi historia, sin interrupciones — dice seria. —  Eres mi amiga, mi compañera, mi novia, la madre de mi hijo. Eres todo lo que está bien. Sos la casualidad más linda e inesperada. Por eso te pregunto ahora, con nervios y con todas las posibilidades de que me digas que no. ¿Te casarías conmigo Ornella Ambroni Villagrán? — ella suspira como si estuviera recordando el momento. — Después de tan hermosa declaración. Le dije que lo amaba y que quiero compartir el resto de mi vida con él. Pero que le haría saber después mi respuesta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.