flashback
A Luke no le gustaban los cumpleaños, pero en ese caso, los bocadillos le tentaron bastante.
Todo el mundo sabía que Cassie Payne era una de las chicas más adineradas del instituto. Su padre tenía un programa de cocina en televisión y su madre había construido un imperio de restaurantes.
—¡El juego de la botella va a comenzar! —anunció la mejor amiga de Cassie, levantando la emoción en la sala.
Él no quería jugar, pero no podía quedarse en un rincón. Cuando empezaron, todos se metían en el armario para besar a quien elegía la botella. Por suerte, nunca se detenía en él. Sin embargo, en un giro, finalmente el destino se burló de él.
—¡Apunta a Luke! —gritó una niña, y las risas estallaron.
—¿Quién se atreverá a meterse en el armario con el niño malo del salón? —bromeó otra.
Luke miró la botella y deseó que apuntara a la fuente de chocolate. Pero al final, se quedó entre dos chicas.
—¡Está apuntando a Cassie! —dijo una.
—No, ¡está más del lado de Zoey! —añadió otra.
Tragó saliva. No podía besar a Zoey.
—Que elija Luke —decidió Cassie, tratando de mantener la calma.
Ambas lo miraron con sorpresa. Pero toda su atención se la llevó la rubia. Odiaba esa forma en que Zoey lo miraba, como si estuviera pidiendo un deseo. Así que, en lugar de eso, desvió la vista hacia la cumpleañera.
—Elijo a Cassie Payne —anunció, con voz firme.
Y, años después, se arrepentiría de haber tomado esa decisión.
Z O E Y
Siento la intensidad de su mirada sobre la mía y aparto la vista enseguida, cambio el peso de mi cuerpo de un talón a otro, incomoda.
—¿Me vas a dejar pasar? —pregunto, rompiendo el silencio entre los dos.
—¿Desde cuándo eres niñera? —me interroga, asqueado con la idea.
—Mi padre me dijo que unos vecinos necesitaban niñera, no me dijo que era aquí. —A pesar de mi intento por sonar despreocupada, puedo sentir que hay una punzada de ansiedad en mi voz.
—Qué tontería.
—No tengo empleo. ¿Cómo pensaste que iba a pagar mi parte del viaje? —No sé de dónde han salido estas ansias de reproche, toda esta rabia. Me obligo a contenerlos de todas formas. La situación ya es lo bastante complicada de por sí.
Así que no le queda otra que dejarme pasar. O eso es lo que estoy esperando, porque hace el amague de abrir la puerta, pero no me deja entrar.
—Ya no necesitamos niñera, que pena —informa, desestimando mi presencia y volviendo a poner el gatillo —. Yo cuidaré de mi sobrino pequeño.
Mi pie se interpone antes de que logre su objetivo.
—Dudo que alguien te confíe a cualquier ser vivo que respire.
—Vete.
—No me mandas —me niego, cruzando los brazos, intentando parecer más fuerte de lo que me siento—. Y el dinero es para el viaje.
—Zoey, no sigas jodiendo mi paciencia —responde, apretando la mandíbula.
— No vas a ceder nunca ¿verdad?
— No soy de las que ceden — responde con calma —. Tengo una personalidad de mierda.
Se instala un instante de silencio entre nosotros y no puedo evitar preguntarme si algún día esta situación dejará de resultar tan incómoda. Una parte de mí anhela que esto se disuelva de una vez por todas. Claro que eso nunca pasó cuando éramos niños, pero al menos en ese entonces, a pesar de las bromas de mal gusto y los tirones de pelo, había momentos en los que cruzábamos esa delgada línea que separa la amistad de la enemistad.
Pero esos niños ya no existen; la forma en que me mira me indica que el paso del tiempo no solo ha borrado ese recuerdo, sino también la ligereza con la que solía enfrentar el mundo. Entonces, oye una voz detrás de él que lo distrae lo suficiente como para aflojar el agarre de la fuerza.
—¿Ha llegado la niñera? —pregunta una voz femenina. Me doy cuenta de que me asalta una duda: ¿Luke ahora tiene novia? Sam nunca mencionó nada al respecto, y si fuera cierto, ella debería estar invitada al viaje por carretera. La idea me provoca náuseas; imaginarme a alguien que ha escuchado todos los desprecios de Luke hacia mí es inquietante. Seguro ya tiene una mala imagen de mi nombre. Sería un dos contra uno, y tengo todas las de perder.
Entonces, una chica de pelo rizado y rubio, con unos preciosos ojos azules y una sonrisa de perfectos dientes blancos se asoma a la puerta y me deja boquiabierta. ¿Es ella la novia? Es demasiado perfecta.
—No, no es la niñera. —replica Luke.
—Sí que lo soy. —Digo yo. Escondo que mi mano empieza a sudar cuando estrecho la suya.
—Pasa, pasa —la acepta con entusiasmo, y se ve que es algo mayor que nosotros dos. Probablemente sea una universitaria. ¿De verdad ella puede ser la novia de alguien con peor personalidad que los monstruos de Cloverfield?
—Soy Zoey, espero ser lo más eficiente posible —me presento.
—Yo soy Ashley, la novia del hermano mayor de Luke. Maggie nos ha avisado de que Oliver ha sido invitado por sus amigos a un partido de fútbol, así que al final no estará aquí en todo el día.
No hace falta que sea adivina para saber que Luke se alegra detrás de mí con la noticia. Así que no es su novia, lo cual me devuelve el color al rostro, y significa que no tendré que enfrentarme a un segundo dolor de cabeza en el viaje. Sin embargo, la sensación de no haber servido para nada me abruma un poco.
Ella nota mi incomodidad porque, de repente, da un saltito como si se le hubiera ocurrido una idea
—Sería de muy mal gusto haberte hecho venir sin motivo. Estamos haciendo espacio en la cochera para que la minivan entre perfectamente. ¿Qué te parece si nos ayudas con las cajas a cambio de un pago?
—Claro, ¿por qué no?
Tenemos que cruzar toda la sala para llegar a la puerta del patio trasero. Todavía recuerdo muy bien dónde estaba cada instalación. Sin embargo, la última vez que estuve dentro de la casa, las paredes eran de color crema y el techo tenía un candelabro de varios brazos. Había una repisa con un par de fotos y trofeos de los hijos Dyer y ahora, no solo hay una repisa, sino dos y una estantería completa.