flashback
—No me puedo creer que todo haya salido así de bien. —Zoey celebró con una sonrisa tan grande que casi se olvidó de la otra noticia que su madre le había dado esa mañana.
La pimienta que Luke había dejado caer en la cabeza de Tayson hizo que todos sus compañeros pensaran que tenía piojos, y la maestra llamó a la madre de Tayson creyendo que su cabeza era un complejo turístico de liendres.
—Probablemente lo rapen y se verá muy feo — se burló Luke. Alos dos les provocaba gracia solo pensarlo.
Se habían convertido en un equipo extraordinario, tan bien que nadie los había descubierto. Ahora, caminaban hacia sus casas con una sonrisa triunfante y un ego hinchado por el éxito.
—Tengo el regalo ideal de Sam para su cumpleaños —le comentó Zoey a Luke, cambiando de tema.
—Es injusto que lo hayas pensado sola y no me hayas dejado ser parte —le replicó Luke, aunque en realidad no estaba molesto. Desde hacía dos años, ambos competían por idear el mejor obsequio y eso no cambiaría por pasar al siguiente año.
—Bueno, tú también puedes dárselo, pero no creo que quieras.
Eso llamó la atención de Luke.
—¿Qué harás? —preguntó con curiosidad.
—Le voy a regalar un beso.
Z O E Y
Cassie Payne sigue siendo igual de guapa.
Nunca di por hecho que los años la desgraciaran, pero me sorprendo al tenerla de nuevo delante y ver que sigue resultando cautivadoramente hermosa.
Su piel bronceada resplandece con un brillo cálido, mientras que su cabello rebelde y de tono caramelo, suelto hasta la cintura, parece salido de una sesión de fotos de moda. Tiene una figura perfectamente esculpida, con una cintura delicada y largas piernas esbeltas que parecen sacadas de un cuento de hadas.
—Míralo, es la viva imagen de alguien a quien le han roto el corazón —dice Sam.
Junto a Sophie, que también está en el asiento trasero, jugamos a las cartas mientras él habla. Sophie aparta la vista de su mazo y, sin querer, lanza una mirada compasiva hacia el chico de ojos azules.
—Debe de estar muy triste —comenta.
—Yo lo veo igual —respondo.
Sam coge una carta de la baraja y, mientras analiza su siguiente jugada, me quedo observando a Luke. Conduce con los auriculares puestos, como si hubiera perdido todo interés en lo que sucede a su alrededor. No nos ha querido hablar desde que subimos a la camioneta; no le hizo ninguna gracia que nos interesáramos por lo que le sucedió a su exnovia.
—Tiene cara de lobo solitario —bromea Sam, y Sophie se ríe.
—¿Cómo es que dos energías tan distintas lograron llamar la atención la una del otro? —cuestiona Sophie.
—Pues los opuestos se atraen, ¿no? Fue bastante desagradable ver cómo después ella decidió botarlo como a un calcetín viejo. —le responde.
Las palabras de Sam me envían a otra espiral. No puedo imaginar a Luke con el corazón roto; para eso, primero, tendría que tener uno.
—Es muy triste, debe de sentirse fatal por haberla vuelto a encontrar —dice Sophie con sinceridad.
—Luke será muchas cosas, pero no un calcetín viejo que alguien puede tirar a la basura tan fácilmente —replica Sam, dejando caer una carta sobre la mesa. —Cassie fue una perra.
Sophie y yo nos miramos, sorprendidas por su franqueza.
—No tuvo la culpa de tener un novio tan cabeza hueca como lo fue Tayson, —explica Sam—pero si fue la responsable de no intervenir cuando veía que el espectáculo más divertido de las canchas deportivas era sentir que todos tenían el derecho de opinar y comparar el físico de Tayson con el de Luke. Ojalá hubiera estado ahí, no habría hecho demasiado, pero al menos habría vomitado sobre todos ellos.
Mi ceño se frunce con la imagen desagradable que se me viene a la cabeza.
—Eso habría sido una buena manera de darle uso a los efectos secundarios de tus medicinas. —consuela la enfermera.
—Claro que sí. Soy un hombre resolutivo ¿No te parezco ahora más atractivo?
Los dos comienzan a reír. Sophie tiene levemente la cara enrojecida, ya no es un tomate andante ahora que de a poco, va entrando en confianza con todos nosotros, no únicamente con Sam. Sin embargo, me distraigo de ella porque los ojos de este último se fijan en los míos y me observan con curiosidad.
—Luke ya no intentará fastidiarte, así que deberías estar feliz. —Esboza una sonrisa, esperando a que yo haga lo mismo.
Pero todas las ganas de sentirme bien con eso han desaparecido como el agua por el desagüe. Me invade una sensación extraña en el pecho y me cuesta entender cómo se pudo enamorar de alguien como Cassie Payne. Alguien tan centrada en sí misma, que demandaba y exigía como si la vida se le fuera en ello desde que éramos niños.
—Está más tranquilo —reconozco, de acuerdo —Pero lo que le sucedió es una mierda, no me alegro de que le hayan roto el corazón.
—¿Alguna vez has tenido novio, Zoey? —pregunta Sophie, interesada.
—Salí con algunos en Minnesota, pero ninguno funcionó. Parece que el frío les congela el cerebro.
Sam se acomoda, apoyando la espalda contra el respaldo de tela y luego exclama:
—Yo podría haber sido un rompecorazones en el instituto. Si no tuviera que haber tomado clases a distancia, habría sido el capitán de béisbol y seguramente estaría en el ranking de los diez más guapos.
—No me cabe duda —afirma Sophie, riendo, y los dos comparten una mirada que me hace sentir una intrusa.
Desde que empezó el viaje, he notado que hay algo más entre ellos que no están disimulando muy bien. Todavía tengo mis dudas, así que no quiero indagar más en el tema. Opto por una opción más discreta y me voy al baño mientras lo resuelven. Este es diminuto y se mueve mucho. Me pregunto cómo logran las personas en la carretera hacer sus necesidades en un cubículo que parece querer vomitarme en cada bache.