DueÑos Del Juego

CAPÍTULO 7 – LA NUEVA ERA MORETTI

so.

Luca lo observó en silencio por unos segundos. No era una mala idea, Vittoria necesitaba un respaldo económico fuerte y el apellido Moretti podía atraer más inversores. Pero no era tan sencillo.

—Si acepto tu dinero, será con una condición.

Enzo alzó una ceja con leve diversión.

—¿Cuál?

—Que ningún centavo provenga de los negocios en los que no quiero involucrarme.

El silencio en la oficina se volvió más pesado. Enzo exhaló el humo del cigarro y entrecerró los ojos.

—¿Desconfías de tu propia familia?

—No es desconfianza. Es proteger lo que estoy construyendo. Si Vittoria recibe un solo euro sucio, tarde o temprano alguien lo descubrirá y todo lo que hemos hecho se irá al carajo.

Enzo lo observó por unos segundos más y luego sonrió con ese aire de hombre que siempre tiene un plan.

—Me gusta que pienses así. Eres más astuto de lo que creen.

Luca mantuvo la mirada firme.

—Entonces, ¿aceptas mi condición?

—Sí. Será dinero limpio. No te preocupes.

Luca asintió con calma, pero sabía que con Enzo Moretti, la confianza nunca podía ser absoluta.

Antes de que pudiera decir algo más, la puerta del despacho se abrió y entró una mujer alta, de cabello rubio perfectamente peinado y vestido de diseñador.

—Justo a tiempo —dijo Enzo con una sonrisa mientras Luca se ponía de pie—. Luca, quiero presentarte a alguien. Esta es Eleanor Kensington.

La supermodelo británica.

Famosa, influyente y con un aire de seguridad que solo alguien que ha dominado la industria podía tener. Luca le estrechó la mano con cortesía.

—Tu padre me habló mucho de ti —dijo Eleanor con una sonrisa profesional—. Dice que eres la mente detrás del Vittoria. Me parece fascinante.

—Exagera.

—Eso hacen los padres.

Luca notó el leve tono de burla en la mirada de Eleanor, pero no dijo nada.

—Eleanor nos ayudará con la imagen de la empresa —explicó Enzo—. Y además, estamos saliendo.

Luca no pudo evitar levantar una ceja.

—¿En serio?

—¿Por qué suena como si no lo creyeras? —preguntó Eleanor con una leve sonrisa divertida.

—Porque mi padre no es precisamente alguien que tenga parejas estables.

Enzo soltó una carcajada.

—Tienes razón en eso, hijo. Pero quién sabe. Tal vez esta vez sea diferente.

Luca no dijo nada más, pero sabía que la conversación con Enzo no había terminado.

La inversión en Vittoria estaba asegurada. Pero con su padre, siempre había un precio.

Esa misma tarde, cuando Luca salía de la oficina, recibió un mensaje de su sobrina Giulia Moretti.

—Voy para la sede del equipo. Quiero ver a Leo.

Luca sonrió de lado. Sabía que Giulia siempre había tenido una relación especial con su hermano menor. A diferencia de otros en la familia, ella no lo veía como un niño mimado, sino como alguien que solo necesitaba encontrar su camino.

—Te veo allá.

El Vittoria ya enfrentó al Cagliari en la segunda ronda de la Copa Italia y avanzó por penales. Ahora, para continuar con la historia, el equipo debería enfrentar a un nuevo rival en la siguiente fase de la Copa.

Voy a escribir la transición correctamente para que encaje con la narrativa establecida, asegurando coherencia en los eventos. Dame un momento.

Siguiente Ronda de la Copa Italia

Después de la dramática victoria contra el Cagliari, el Vittoria avanzó a los octavos de final de la Copa Italia. El siguiente reto sería aún mayor.

El sorteo los emparejó con el Torino, un equipo de la Serie A con tradición y una plantilla fuerte. A diferencia del Cagliari, que había subestimado al Vittoria, el Torino sabía que no podía confiarse.

El partido se jugaría en el Estadio Olímpico de Turín.

Para Luca y su equipo, esto era más que un partido. Era una oportunidad para probar que podían competir con los grandes.

Preparación para el Partido

El equipo se concentró toda la semana en ajustar la estrategia.

Bellucci sabía que no podían salir a jugar de igual a igual contra un equipo con más recursos. Así que diseñó un plan más conservador, buscando atacar en momentos clave.

En la última reunión táctica, el entrenador dejó las cosas claras:

—No vamos a regalarles nada. Si creen que somos solo un equipo de Serie B que llegó aquí por suerte, se van a llevar una sorpresa.

Los jugadores asintieron con determinación.

Adriano, que observaba la charla desde la esquina de la sala, intervino con su tono autoritario:




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