"Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar ahí. Muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas".
«Steve Jobs»
A pesar de los gritos incesantes de Elliot Andrómeda no hace el intento de volver, todo lo contrario, acelera el paso tanto como puede.
Se pierde entre la multitud y corretea hasta la casa de sus tíos, atravesando todo el lugar hasta llegar a la habitación de su prima y encerrarse con seguro. Camina de una esquina a otra como animal enjaulado esperando su sacrificio, pasa sus manos por su cabello en un gesto desesperado y patea una blusa que se encuentra en el suelo.
«A ver, ¿Por qué no te concentras en el material de la camisa?» toma la camisa y la escudriña, tratando de olvidarse del problema en el que se ha metido. «¿Cómo lograron hacer que tomara ese color amarillo y?
—¿Y si me quiere matar? —piensa en voz alta. Lanza la camisa nuevamente al suelo. No está funcionando—. ¿Ahora que haré? — vuelve a levantarse y se paraliza al escuchar la puerta principal abrirse y la voz de su tía Niara—. Ay no.
—Ella debe estar aquí. ¡No puedo creer que mi Dakarai se vaya a casar! —su presión baja y traga grueso—. ¡Andrómeda, tu prometido está aquí! ¿Por qué cerraste la puerta con seguro, Dakarai?
—Creo que estas en problemas, cariño—la voz demasiado aterciopelada y serena de Elliot le genera desconfianza—, tu tía está enojada porque no le contaste nada sobre nuestro compromiso. Está muy, muy, muy enojada—Andrómeda intuye que no es su tía a quien se refiere.
—Oh no. No estoy enojada, mi felicidad ha opacado todo.
—Abre la puerta, cariño, tu familia quiere hablar contigo.
Ella nunca quiso decir eso, se justificaba diciendo que fue Elliot el que había comenzado tal mentira, simplemente no lo pensó y lo dijo.
«¿Qué quería que hiciera? ¡Fue su culpa!»-
Está entre la espada y la pared. No quiere casarse con ese hombre, pero tampoco quiere que todo se vaya al traste.
—Andrómeda Dakarai Allister Bambara, abre la puerta— ¡¿Ese era Elliot?! ¡¿La había llamado por su nombre completo?!
Resignada y con el cuerpo erguido, quita el seguro del pestillo y lo gira. A diferencia de lo que ella espera, sus tías y primas están enganchadas al hombre de iris verdes con una sonrisa de oreja a oreja mientras que Él la mira con una ¿sonrisa?
Ella solo le sonríe a boca cerrada, encogiéndose de hombros, casionando con el gesto que el hombre endureciera el gesto. Las mujeres la tomaron de la muñeca, llevándosela hacia la sala.
Todos a charlan y ríen, Andrómeda teme por la actitud que Elliot pudiese tomar con su familia. Para su sorpresa, él les sonríe y habla con todos muy cordialmente, excepto con ella, que de vez en cuando le dirige una mirada no muy agradable. Es obvio que no soporta estar ahí y la detesta por eso.
Callan al darse cuenta de la presencia de la cabeza de familia, un hombre alto y fornido de tan imponente presciencia como su hermano Horus. Le dirige una mirada a su sobrina y luego a Elliot.
—Dakarai y su prometido, síganme—sabiendo el reproche que le espera. Con desánimo y resignada se levanta junto con su supuesto prometido.
—¿Tu madre y tus hermanos, saben esto? —la interroga y ella niega con la cabeza.
La habitación de los esposos Mandike es muy espaciosa, pero Andrómeda siente que las paredes se cierran poco a poco a su alrededor. Es buena fingiendo mas no lo es mintiendo. Mucho menos si alguien la confronta y la interroga de esa forma.
—Se los diré en cuanto vuelva. Ya los conoce. Preferí decirles luego de hacerlo.
— No me parece que te cases Andrómeda, no de esa manera—manifestó con firmeza.
El tío de Andrómeda— y toda su familia—, son ciudadanos en desacuerdo con las tradiciones de su país natal. Aun así, su tío es un hombre de pensamientos muy conservadores y temía por el futuro de su sobrina.
—Su sobrina y yo hemos decidido mantenerlo en secreto para que la prensa no haga escándalos en mi vida personal que la puedan perjudicar. Usted debe saber que no nos conviene que la acapare de atención mediática.
Sin querer, Elliot dijo algo que cambió drásticamente el punto de vista del hombre y aquel cambio, se notó en la suavidad de sus facciones al escucharlo.
—Entonces, usted lo sabe—el corazón de Andrómeda se detuvo en seco, sus piernas temblaron levemente. La delataría y todo se iría al caño —. Si usted conoce por completo a mi sobrina, pues yo mismo Bendigo el matrimonio. Dakarai, me alegras que hayas encontrado a un hombre que te ame...a pesar de todo—musita un gracias apenas audible y sonríe, tensa, sintiéndose la peor persona del mundo. Con suerte, Elliot pensaría que se refería a su identidad como presidenta de una exitosa corporación—. Ahora, los dejaré solos para que conversen.
El hombre se levanta y luego de un apretón de manos y una sonrisa cálida dirigida al prometido de su sobrina, abandona la habitación. La sonrisa de Elliot desaparece en el instante que escucha el sonido de la puerta cerrarse.
La sonrisa de Elliot desaparece en el instante que escucha el sonido de la puerta cerrarse.
—Y.…entonces... ¿Quieres casarte conmigo? —le pregunta, sonriente. Elliot la mira con furia, sin decir una sola palabra—. Se te saldrán los ojos y seguiremos aquí en espera de tu respues—
En un parpadeo, Elliot se levanta del sillón, sosteniendo cada extremo la silla donde se encontraba Andrómeda, a solo centímetros de su rostro. Respira Con dificultad a tenerlo tan cerca.
—¿Te parece que todo esto es un juego? ¿En qué diablos estabas pensando?
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Editado: 26.03.2022