Dulce Atadura (el Amor De Mis Vidas#1)

Capítulo 50

"El hecho de ser honestos es lo que hace que las relaciones perduren".

«Lauryn Hill».

 

Elliot sujeta su muñeca y la atrae hacia él antes de que pueda caer por las escaleras. Andrómeda cae inconsciente sobre su pecho.

—Andrómeda… Amor, despierta —palmea suavemente su rostro. Su pecho se oprime al no tener respuesta—. ¡Joseph!

El hombre no tarda en subir las escaleras y ayudarlo a bajarla. Mientras que Elliot la mete en el auto, el chofer llama al hospital, apresurado. Por más que intenta despertarla, Andrómeda llega al hospital inconsciente.

 Cómo era de esperarse, la asistieron de inmediato al ver que se trataba de la doctora Allister. Elliot apenas puede respirar.

«No van a quitármelo de nuevo».

Un dolor punzante atraviesa su pecho cuando las puertas del quirófano se cierran frente a su cara. Uno de los médicos toca su hombro.

—Será un parto prematuro. La doctora Allister es una mujer fuerte. Confíe en que todo saldrá bien.

No responde. Toma asiento en la sala de espera y restriega su rostro. Estruja su mano cerca de su pecho y contiene el llanto.

¿Acaso volverá a perder a su hijo y a su esposa? 

En su vida anterior todo había sido su culpa, si tan solo hubiera llegado a tiempo… 

¿Estaba condenado a hacerlos sufrir?

Serena se detiene de golpe frente a él después de correr por el pasillo. Se sienta a su lado y toma sus manos, con los ojos enrojecidos por el llanto.

—¿Qué ocurrió?— él no responde—. Hablé con ella esta mañana. Estaba enojada, pero la noté tranquila. ¿Por qué de pronto…?— su voz se corta.

—Debes entrar y decirme cómo está... Por favor…

Serena asiente, temblorosa. No cree poder ser capaz de entrar al quirófano y oír malas noticias, pero la preocupación por su mejor amiga es mucho más grande. Se pone de pie y habla con una de las enfermeras para entrar y preguntar por la condición de Andrómeda.

Elliot también se levanta de la silla. Empieza a caminar de un lado a otro. De vez en cuando, se asoma por la pequeña ventana circular. Serena comienza a tardar y la ansiedad y el terror comienzan a consumirlo.

Mientras espera, no deja de contradecirse con sus propios pensamientos. Por momentos le implora a quien sea que tenga el poder de velar por Andrómeda y su hijo, pero cuando el tiempo transcurre y no tiene noticia alguna, maldice.

¿Por qué se los había devuelto si iba a arrebatárselos nuevamente?

¿Querían castigarlo por todo lo que había hecho?

¿Por qué con ellos?

¿Por qué no él?

El silencio y la incertidumbre comienzan a volverlo loco.

Tapa su boca para contener el llanto, pero le es inevitable y se derrumba en la sala de espera. El recuerdo de Charlotte ensangrentada y la imagen de Andrómeda inconsciente entre sus brazos es un martirio insoportable. 

—Elliot… —Una mano acaricia su cabeza. Alza la mirada, encontrándose con la mirada afligida de su madre. Ella, su abuela y Elisabeth habían sido traídas por Joseph cuando este volvió a la mansión y le contó de lo ocurrido—. Todo va a estar bien, cariño. Estamos aquí contigo.

Elisabeth se acerca, llorosa. Se sienta sobre sus piernas y lo abraza para consolarse mutuamente. Elliot cierra sus ojos y corresponde su abrazo, sin dejar de llorar.

Elliot siente como sus miedos se mitigan al sentir que no está solo. No puede dejar de pensar en su esposa. Le avisa a sus hermanos y estos no tardan en llegar. Su madre no ha asistido. Han preferido no decirle para no mortificarla.

—¿Qué fue lo que pasó? —inquiere Horus, angustiado.

Antes de que pueda responder, Serena sale de la puerta que da al quirófano. Elliot la aborda de inmediato.

—¿Qué ocurrió? ¿Cómo está Andrómeda?

—Andrómeda ingresó inconsciente y con la presión arterial baja, así que tuvieron que internarla de emergencia por conato de aborto. Ella está bien, pero…

Elliot palidece, asustado.

—El bebé…

—Los bebés —le corrige Serena. Elliot abre sus ojos, estupefacto.

—¿Los…, bebés?

—Había otro bebé en la placenta. Lo más probable es que no se pudo notar porque es mucho más pequeño que su hermano. Él recibía casi todos los nutrientes. A pesar de que el parto ha sido prematuro, fue favorable que se diera de esa forma antes de que el pequeño no recibiera los nutrientes necesarios para desarrollarse.

—¿Ambos se encuentran bien? ¿Andrómeda se encuentra bien?

—La cesárea se dio sin muchas complicaciones. Ambos ya están en cuidados intensivos y Andrómeda se encuentra bien. Será trasladada a una habitación pronto —Elliot expulsa todo el aire contenido, aliviado. Serena palmea su espalda y sonríe—. Deben vigilar su avance cuidadosamente, pero los dos niños se encuentran bien, no te preocupes. Felicidades, eres padre de gemelos.

Elliot sonríe, aliviado. 

—¡Enhorabuena! —Horus y el resto se acercan para abrazarlo y felicitarlo. Está feliz, pero la sensación es agridulce. 

Sus hijos no están fuera de peligro completamente y cuando Andrómeda despierte…

—Necesito conversar con ustedes —dice, dirigiéndose a los hermanos de Andrómeda. Ellos lo ven, confundidos.

—Iremos a mi consultorio. Allí tendremos más privacidad —declara Serena. 

Elliot le agradece el gesto y les hace un ademán para que lo sigan. Ya en el consultorio, les cuenta toda la verdad acerca de su relación con Andrómeda y la razón de su colapso. Harry lo toma del cuello de su camisa al escucharlo todo.

—¡¿Qué barbaridades estás diciendo?! —vocifera—. ¡¿Estabas usando a mi hermana, imbécil?!

—Harry, cálmate —interviene Serena—. Fue Andrómeda quien le ofreció casarse sin decirle la verdad y luego accedió a tener una relación abierta con él.

—¡Andrómeda no está en sus cabales!

—¡Soy su médico! ¡Soy yo quien decide si está en sus cabales o no y lo está! —espeta, enojada—. Es una adulta con plena consciencia de su enfermedad capaz de vivir una vida autónoma con la ayuda de sus seres queridos. 




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